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Opinión

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Basilea III: el reto postCovid

Como consecuencia de la crisis financiera en EU, desde el año 2008, se han venido discutiendo los alcances que, tanto la regulación, como la supervisión a instituciones que administran recursos de los demás, deben tener de cara a los retos que conlleva la construcción de una nueva arquitectura económica mundial. La fuerte irrupción de las tecnofinanzas y la necesidad de acelerar el crecimiento global en la inminente era postCovid, así como los riesgos todavía latentes de repetir los mismos errores prudenciales del pasado, obligan a seguir trabajando en establecer prácticas de supervisión capaces de prevenir riesgos sin paralizar los sistemas. En cierta medida, la pandemia ha desdibujado los esfuerzos que se hacen para construir lo que será el futuro inmediato de la regulación y supervisión financiera. Como toda reacción a una crisis de proporciones mayúsculas, como la del año 2008, el péndulo se movió hacia el otro extremo. En efecto, con la idea de mantener el ciclo expansivo de la economía y el crecimiento del e-commerce, el sistema financiero internacional se encontraba poco regulado con bajas tasas de interés. La consecuencia ha sido el apretar la regulación para evitar riesgos de crédito en lo que conocemos como Basilea III. Estamos ante la imperiosa necesidad de créditos, la creación de fuentes alternativas de fondeo con usuarios, si bien necesitados, escépticos, que requieren certidumbre en un contexto de alta incertidumbre. En esta lógica tendrá que ir avanzando el marco regulatorio con la consecuente exigencia de fortalecer la supervisión de cara a la era postCovid. Esta etapa estará acompañada de presiones macroeconómicas, producto de la inminente contracción monetaria con el colchón anticíclico de capital y el ajuste del ciclo económico global.

Lo anterior advierte la necesidad de entender los nuevos riesgos, así como crear una solida coordinación macroprudencial que anticipe los problemas previsibles como pudieran ser la vulnerabilidad de la matriz de riesgos y, eventuales quiebras de bancos globales con impacto directo en los ecosistemas de supervisión locales. Es ingenuo pensar que los elementos negativos que dieron lugar al double bubble trouble han desaparecido, por el contrario, se mantienen latentes a lo que se suman los desafíos que conlleva la creciente adopción de tecnofinanzas notablemente las fintech, y la tendencia al canibalismo de éstas por parte de la banca tradicional, así como el perfeccionamiento de la ciberseguridad. El nuevo concepto de estabilidad financiera, además, anticipa la sostenibilidad del medio ambiente, lo que requiere que tanto reguladores como supervisores adecuen sus modelos regulatorios para anticipar el impacto del cambio climático en las economías. En el futuro, la regulación financiera será eficaz al lograr calibrar los riesgos del pasado, los severos ajustes monetarios y de ciclo económico actual, con los nuevos retos que imponen las tecnologías y el cuidado del medio ambiente; la tarea frente a nosotros tanto en el entorno global como en lo local.

Doctor en Desarrollo Económico, Doctor en Derecho y Doctor en Historia del Pensamiento Filosófico Especialidades en desarrollo económico en Oxford University y en Economía Internacional en Georgetown University. Profesor en la Universidad Panamericana y la Ibero. Ha colaborado en la Presidencia de la República, el Banco de México, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, fue Ministro de Asuntos Economicos de la Embajada de Mexico en EEUU (Washington). Autor de libros en Regulación Financiera, Historia Económica, Política Fiscal, Políticas Públicas y Ética.

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