Lectura 3:00 min
Delta e inflación, las amenazas a la recuperación
En esta fase de recuperación de las principales economías del mundo, con un marcado énfasis en la espectacular expansión de la economía estadounidense, aparecen dos obstáculos que pueden ser muy dañinos.
El primero y más importante, por tratarse de un asunto de salud relacionado con la propia pandemia de Covid-19, son las variantes del coronavirus que resultan más peligrosas que su expresión original detectada en 2019 en Wuhan, China.
Marcadamente, la variante denominada Delta (B.1.617.2) detectada inicialmente en India, que tiene el potencial de amenazar los avances conseguidos hasta hoy con los procesos de vacunación.
El SARS-CoV2 Delta tiene tasas de contagio 50% superiores a la versión original, esconde muchos de los síntomas que ya conocíamos y afecta evidentemente con más fuerza a las personas que no se han vacunado con ninguno de los biológicos disponibles, pero también parece afectar a quienes no han completado el esquema completo de vacunación.
En términos económicos, esta variante ya fue responsable de retrasar la reapertura de las actividades económicas y sociales en el Reino Unido y conforme pasan las semanas se comprueba que el incremento en las tasas de incidencia de la Covid-19 que registra el mundo tienen que ver con esta variante.
Estados Unidos tiene las vacunas suficientes para inocular a toda su población mayor de 12 años, pero no todos los estadounidenses quieren recibir esos biológicos. Esto implica que se podría dar un rebrote de la enfermedad, que podía ser menos extendido y mortal pero sí podría tener implicaciones en la recuperación económica en curso.
Si se logra controlar esta variante y las vacunas ganan la carrera, ahí está la otra amenaza para la recuperación y esa es la inflación.
No termina la discusión entre los que creen que es un fenómeno temporal y los que aseguran que por largo tiempo los precios sufrirán presiones importantes, porque simplemente nadie puede tener hoy certezas de la dirección de esas presiones inflacionarias.
Las estimaciones, por ejemplo, de los precios del petróleo y por lo tanto de sus derivados apuntan a niveles mucho más altos para el 2022. Con el barril de petróleo de vuelta en los 100 dólares, difícilmente se puede ayudar a un regreso rápido a las inflaciones bajas.
Y, más importante, si el mercado laboral cumple con la expectativa de recuperaciones hasta niveles cercanos al pleno empleo, puede venir una presión por parte de los salarios para tratar de compensar los aumentos en los precios. Esa carrera precios-salarios sería desastrosa para un regreso pronto y ordenado a las metas inflacionarias de cada economía.
Habrá matices. Europa tiene mucho más margen para lidiar con la inflación, pero Estados Unidos y de hecho América Latina sí podrían subirse a esa montaña rusa de una carrera de la inflación contra los salarios.
En el mundo ideal, quisiéramos ver pronto la inmunidad de rebaño que nos lleve a dejar atrás por completo esta pandemia y a tener economías con recuperaciones económicas aceleradas y con inflaciones controladas.
En el mundo real, ahí están las variantes del coronavirus y de paso las presiones inflacionarias, en medio de una recuperación económica muy dispar para países como el nuestro.