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Donald Trump es el principal riesgo
La expectativas sobre la economía mexicana son buenas. El crecimiento del año pasado fue mayor al esperado y se pronostica que la inversión extranjera mantenga los buenos números para 2024. Durante estos años se logró estabilidad, mejor distribución del ingreso y a partir de 2023 se retomó el crecimiento. Las finanzas públicas son buenas, especialmente frente al resto de las economías del continente, a pesar del déficit proyectado para el último año de gobierno. En ese ramo se requieren ajustes, que seguramente se pueden alcanzar con medidas para incrementar los ingresos públicos, que también crecieron durante esta administración. Varios factores internos pueden mejorar o afectar estas expectativas; la propia elección, por supuesto, y las propuestas que se presenten en los temas centrales de política económica. Ahora, el elefante en el cuarto es un factor externo, ¿qué va a suceder si Donald Trump es electo de nuevo presidente de los Estados Unidos?
Arturo Sarukhán, que como se sabe es unos de los analistas mexicanos que mejor entienden lo que pasa en Washington, señala que en México se están subestimando los posibles efectos de un gobierno trumpista para el país. En una nueva administración ya no se tendrá al Trump distraído, disperso e incapaz de concretar sus amenazas en acciones concretas. Ahora, haciendo uso de instituciones como la Heritage Foundation, una centro de pensamiento conservador, antes respetado, para construir un programa de gobierno ultraconservador. Una de las ideas es, por ejemplo, imponer una arancel de 10% a todas las importaciones a Estados Unidos. Eso, en los hechos, significaría el fin del famoso nearshoring y de buena parte de la actividad de la economía que se genera gracias al tratado comercial. El tratado, por cierto, tendrá que revisarse y siempre está abierta la posibilidad de que Trump pida uno nuevo. No faltan las voces que dicen que es posible navegar con Trump y que la relación comercial es sólida y exitosa, por lo que se mantendrá. Puede ser, pero la incertidumbre estará presente todos lo días. Eso, además de que volverán temas como el muro, la expulsión masiva de migrantes y el coqueteo de una intervención directa el país para atrapar a alguno de los principales señores del narco.
El propio Sarukhán, como una buena parte de los analistas políticos estadounidenses, considera que es más probable el triunfo de Biden que el de Trump en los estados clave, debido a factores como la mejora en la economía, el rechazo de las mujeres a las prohibiciones al aborto de los republicanos, al apoyo de trabajadores manufactureros a los demócratas y el alto porcentaje del voto independiente que ha captado la precandidata Nikki Haley, que se mantiene en la contienda y sirve de cuña contra Trump. El rechazo a las políticas de apoyo a Israel y la poca popularidad de la vicepresidenta Harris no parecen ser un factor importante en esos estados. Ahora, Biden sí registra una caída en el apoyo de los latinos, que efectivamente pueden afectar sus posibilidad de ganar en estados como Arizona y Nevada. El tema es que ahora que parece segura la candidatura de Trump, a pesar de los procesos judiciales que enfrenta, crecen los riesgos para la economía mexicana. De hecho, a raíz de que el otro precandidato, DeSantis, dejó la carrera y manifestó su apoyo a Trump (quien insultó y se burló del gobernador de Florida todo el tiempo) el tipo de cambio peso-dólar pasó de niveles de alrededor de 17.7 pesos por dólar a una cotización cercana a los 18.2 pesos.
En caso de que Trump gane, el país, el nuevo gobierno requieren de una estrategia alternativa, la relación comercial, aunque en buena medida se mantenga, definitivamente será otra, en la Heritage Foundation gustan más de inshoring que del nearshoring, favorecen los muros y las deportaciones sobre los acuerdos migratorios, abominan el control de armas y reivindican el derecho de los Estados Unidos de defender lo que consideran su zona de seguridad. En ese contexto, un gobierno nuevo requiere de una nueva política hacia Estados Unidos, pragmática, pero bajo la premisa de que ya no tenemos un socio, sino un gobierno que abiertamente quiere cambiar las reglas de la convivencia civilizada entre países. En ese escenario, por cierto, será necesaria una nueva relación entre oposición y gobierno, de unidad en el tema internacional, y por tanto de diálogo y acuerdo en muchos de los otros temas.
X: @vidalleras