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Dos años de la invasión rusa a Ucrania
La invasión rusa a Ucrania está apunto de ingresar a su tercer año y se percibe como un conflicto estancado, con un futuro dispar para los líderes de ambas naciones.
En Moscú, Vladimir Putin se alista para muy probablemente ser reelegido por 6 años más en marzo, cuando entre el 15 y el 17 de ese mes los rusos asistan a las urnas. Con una guerra que parece estar dominando como telón de fondo, índices de aprobación cercanos al 80% , y con opositores presos, fuera del país o incluso muertos, como ocurrió el viernes con Alexei Navalny.
Lo que demuestra que aun con un extraordinario costo humano estimado en más de 300,00 soldados rusos o heridos, el control de Putin sobre los medios de comunicación y la narrativa pública ha multado efectiva para minimizar la disidencia y persuadir a muchos rusos de que su país es la víctima y no el agresor.
Además de esto, Rusia ha aprendido a convivir con las sanciones económicas y militares occidentales, desviando gran parte de sus exportaciones energéticas vitales a China e India y también vendiendo armas a India y otros países, y comprándolas a Corea del Norte e Irán. Ampliando así su base industrial de defensa que a su vez se traduce en una ventaja considerable sobre Ucrania en la cantidad de artillería y munición que puede enviar al campo de batalla.
Kiev, en tanto, proyecta una imagen muy distinta. Con el país en Ley Marcial e imposibilitado para realizar elecciones como correspondía este año, Zelensky empieza a ser desgastado políticamente pasando de un 92% de aprobación en 2022 a un 62% para julio de 2023.
La fallida contraofensiva -que, entre otras cosas, explica la salida del popular comandante en jefe del Ejército ucraniano, Valery Zaluzhny– y el escaso avance en el frente, le han pasado la factura. A lo que se le deben sumar los apuros por los que está pasando en el campo de batalla, debido al bloqueo que los republicanos del Congreso de Estados Unidos realizaron con respecto a un paquete de ayuda militar de 60,000 millones de dólares.
Lo que nos lleva a plantear una pregunta incómoda pero obligada, sobre quién llenará el vacío de los EEUU si Donald Trump regresa y decide ya no ayudar a Ucrania.
Europa ya ha acordado proporcionar a Ucrania más de 50,000 millones de dólares en nuevas ayudas económicas. Pero se necesita un plan coordinado con otros países, como Corea del Sur y posiblemente Japón, para proporcionarle armas y municiones para que pueda defenderse mejor.
Así que más allá de determinar el futuro del que es hasta hoy el país más poderoso del mundo, las elecciones presidenciales y legislativas estadounidenses de noviembre determinarán en gran medida no sólo cómo le irá a Ucrania en este año y en los que siguen, sino que también lo que pasará en el mundo, porque no cabe duda que países como China e Irán están observando con gran interés cómo se desarrolla todo esto.
Si Estados Unidos se muestra reacio a cumplir sus obligaciones y a defender la norma del derecho internacional que prohibe de adquirir territorio por la fuerza, nos espera un futuro mucho más violento y peligroso que el pasado, en el que veremos al mapa del mundo cambiar de forma muchas veces.
El último en salir, apague la luz.