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Opinión

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El eslabón perdido

A pesar del enorme potencial que México tiene para alcanzar elevados niveles de desarrollo económico, uno caracterizado por un relativamente elevado nivel de ingreso por habitante, con una distribución relativamente equitativa de la riqueza y del ingreso y acompañado de otros elementos que abonan al bienestar (medio ambiente sano, servicios de salud y educación de alta calidad, seguridad personal y patrimonial, calidad de la vivienda y del área urbana, etcétera), a 200 años de haber alcanzado la independencia y la formación de una entidad nacional seguimos siendo un país de relativamente bajos niveles de desarrollo (a pesar de ser la decimoquinta economía más grande del mundo, en el Índice de Desarrollo Humano elaborado por la ONU estamos en el lugar 77), notoriamente inequitativo, con una marcada disparidad de desarrollo regional, con servicios de salud y educación publica insuficientes y de muy baja calidad, todo ello en un entorno de alta inseguridad para las personas y su propiedad y un medio ambiente cada vez más deteriorado.

Aunque son varios los elementos que explican por qué la economía no ha aprovechado históricamente el potencial de desarrollo que le da su situación geográfica privilegiada junto a la economía más grande del mundo hay uno que persistentemente, en estos 200 años, ha estado ausente. Hay un eslabón perdido.

En cualquier sociedad existen dos tipos de reglas. Las primeras son las formales que se componen de las leyes y reglamentos vigentes (incluidos en estos últimos los reglamentos de las organizaciones privadas y sociales); las segundas son las informales (las cuales se refieren a los usos y costumbres). Estos dos tipos de reglas constituyen el marco dentro del cual los individuos y las organizaciones actúan por y para sí mismos e interactúan con otros individuos y organizaciones. Sin restarle importancia a las reglas informales, sin duda las más relevantes son las formales.

Las reglas formales, principalmente las leyes, tienen dos funciones principales. La primera es definir los derechos de propiedad, particularmente los derechos privados los cuales, por su naturaleza, tienen que ser inviolables. Estos derechos privados se componen a su vez de tres derechos: a poseer bienes, a su libre utilización mientras se respeten los derechos de terceros y a la libre transferencia de estos recursos en operaciones de intercambio totalmente libres y de mutuo acuerdo.

La segunda función de las reglas formales es definir, precisamente, como interactúen los individuos y las organizaciones; definir el marco bajo el cual se llevan a cabo las transacciones. Dado que uno de los elementos de los derechos privados de propiedad es el derecho a la libre transferencia de los derechos de propiedad sobre un recurso en operaciones de intercambio libres y de mutuo acuerdo, es que el marco legal tiene que garantizar que los diferentes mercados (bienes, servicios y factores de la producción) operen en un contexto de competencia. La prevalencia de monopolios y de prácticas monopólicas (privadas y gubernamentales) restringe, si no es que extingue, el derecho al libre y voluntario intercambio.

Habiéndose definido las reglas y que éstas sean eficientes en el sentido descrito en el párrafo anterior, lo siguiente es establecer los mecanismos institucionales que protejan a los individuos y organizaciones cuando terceros atentan en contra de sus derechos de propiedad, incluidos actos de gobierno. Para ello es indispensable la existencia de un poder judicial que sea efectivamente independiente e imparcial y que actúe de forma eficiente y expedita. El poder judicial además también tiene como función garantizar el cumplimiento de los contratos entre particulares y entre estos y el gobierno.

El conjunto de leyes eficientes (derechos de propiedad eficientemente definidos en el marco legal y garantizados por el poder judicial independiente), todo ello en un contexto de mercados en competencia, es lo que comúnmente se denomina como Estado de derecho.

México no ha alcanzado mayores niveles de desarrollo porque el gran ausente, el eslabón perdido, es el Estado de derecho. Y al respecto, no hay mejor referente que lo afirmado por el presidente López: “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”. Así ni como.

Twitter: @econoclasta

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Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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