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Opinión

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El mercado de streaming, en constante evolución

El explosivo crecimiento en el número de proveedores de contenidos a través de plataformas de streaming, así como en la cantidad de nuevas producciones pensadas en su gran mayoría para ampliar los catálogos de esos proveedores, se ha traducido en una complejidad de elección para las audiencias, que apenas hace unos años no era un tema o bien, no se estimaba que fuera a ocurrir.

Según reportes de Nielsen, mientras que en diciembre de 2019 se identificaban 646 mil títulos de programas de televisión y películas disponibles para los consumidores, en televisión lineal (televisión abierta y televisión de paga) y en streaming, para septiembre de 2022, ese universo de títulos disponibles era ya de 923 mil, de los cuales, poco más de 778 mil títulos estaban disponibles en plataformas de streaming. En poco menos de tres años, la audiencia se enfrentó a un catálogo sustancialmente mayor, que creció en casi 43 por ciento en ese lapso.

Tal vez por esa razón, Niesen registra que a los usuarios de plataformas digitales les tomó en octubre de 2022 un promedio de 11 minutos 16 segundos para seleccionar el contenido que querían ver, mientras que en marzo de 2019, ello les tomaba solo 7 minutos 24 segundos. Es decir, el esfuerzo de navegar a través del catálogo de una plataforma para tomar la decisión sobre lo que quieren ver le significa ahora a los usuarios cerca de 54 por ciento más de tiempo.

El tema no es menor, sobre todo si se toma en cuenta que según lo reporta también Nielsen, 24 por ciento de los usuarios no saben qué programa o película quieren ver cuando inician el esfuerzo de búsqueda.

Lo anterior pone de manifiesto que el negocio de producir programas de televisión o películas ha evolucionado al ritmo del cambio tecnológico. Por un lado, las plataformas digitales han venido comprometiendo en los años recientes miles de millones de dólares a la producción de contenidos propios u originales.

Sin embargo, el nuevo ecosistema en el que se desenvuelven proveedores, productores y audiencias se ha traducido en la aparición de nuevas métricas que orientan las decisiones sobre el destino de los nuevos proyectos, o simplemente sobre la permanencia de determinados contenidos en los catálogos de las plataformas digitales.

Para muestra, ahí está el caso de la serie de Netflix, 1899, producida por los creadores de la serie de origen alemán, Dark, cuya primera temporada se empezó a distribuir a través de Netflix en 2017. Después de la exitosa apuesta por Dark, las expectativas sobre 1899 no eran menores. Sin embargo, apenas seis semanas después de que la primera temporada se puso a disposición de los suscriptores de Netflix, y de que la serie se colocó durante cinco semanas consecutivas entre los 10 programas más vistos en esa plataforma, sorpresivamente se dio a conocer que este gigante norteamericano había decidido cancelar la producción de las siguientes dos temporadas.

A simple vista, parecería que no había motivos para la cancelación de 1899. Por ejemplo, la firma Parrot Analytics, especializada en la ciencia de datos sobre la industria de contenidos audiovisuales, reporta que la demanda de la audiencia por ver 1899 se ubicó en los últimos 30 días 13.9 veces por encima de la demanda promedio en los Estados Unidos. En el caso de Dark, el indicador muestra que en el mismo lapso la demanda por ese otro programa fue superior en 14.3 veces al promedio del mercado de los Estados Unidos. Es decir, ambos muy por encima del promedio.

Según algunos reportes, el problema de 1899 es que a pesar de los millones de usuarios que la vieron en sus primeras semanas, solo el 32 por ciento del total terminó de ver la temporada completa, cuando la expectativa es que en promedio lo haga más del 50 por ciento.

Así que a la dificultad que ahora tenemos para navegar en los crecientes catálogos de las plataformas, hay que añadir la probabilidad de que el programa que nos estaba atrapando, simplemente no podrá continuar. Lejos de que nuestro problema de elección se simplifique, se torna más complejo.

*El autor es economista.

@GerardoFloresR

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