Lectura 8:00 min
El precio ideal del café
El control en pocas y poderosas empresas multinacionales de la cada vez más rentable industria mundial del café ha puesto a 25 millones de productores de café y a más de 125 millones de personas que viven en las comunidades cafetaleras en una profunda crisis económica y humanitaria y en situación de indefensión. Estas empresas —concentradas en Suiza y no en Nueva York, como algunos piensan— adquieren el grano 70% por debajo de su precio de trading mundial del café verde, utilizando un modelo que algunos economistas llaman Swissploitation.
La drástica caída del precio del café, que no es un asunto nuevo, ha contribuido al impacto devastador en las economías de los países cafetaleros. No sólo los caficultores y trabajadores dependen de la producción del café. La caficultura, como muchas otras actividades rurales, tiene un impacto económico inmenso sobre las economías nacionales.
Las multinacionales del café pagan ahora menos de un dólar por libra de café. Ese precio es menos de la tercera parte del acordado en el Convenio Internacional del Café de 1983. Hace unos días el precio llegó a 0.93 dólares por libra. Esa cantidad equivale a tan solo 0.36 dólares de 1983, según el IPC (Índice de Precios al Consumidor) del Departamento del Trabajo de Estados Unidos. El precio del café en 1983, acordado por los países importadores (Europa, Suiza, Estados Unidos, Canadá, Japón), era de 1.20 a 1.40 dólares por libra, porque se estimaba que ese monto cubría de manera razonable los costos de producción en los países cafeteros.
El precio ideal del café
Reuters, 22 de Agosto 2018: "El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, afirmó que el precio ideal para que los productores tengan rentabilidad debería ser entre 1.40 y 1.50 dólares por libra, con una tasa de cambio de 3,000 pesos (colombianos) por dólar".
La solución a la crisis del precio del café se ha complicado aún más por la posición que ha tomado la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, representando al tercer productor de café del mundo, de intentar fijar y promover internacionalmente un "precio ideal" de 1.40 a 1.50 dólares por libra, incluso por debajo del falso e injusto "precio justo" 1.40 dólares más 0.20 dólares de prima, impulsado por la también falsa certificación del Comercio Justo de Fairtrade Intenational. El "precio ideal" propuesto por la federación colombiana es menos de 42% del precio del Acuerdo Internacional del Cafe de 1983. Ese precio es “ideal” para las multinacionales pero no es ideal para los caficultores y trabajadores colombianos o de ningún otro país del cinturón cafetero.
Las multinacionales estiman internamente el valor del café FOB entre US$4 y $5.50 lb. Estimado que tiene mucho sentido cuando se calcula que el precio de US$1.40 del AIC de 1983 ajustado a la inflación, utilizando el CPI del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, seria hoy de $3.61 lb. Cuando al precio de 1983 se le suman impuestos en origen, el verdadero costo de la tierra, seguridad social, pensiones, educación, etc. el precio actual debería ser entre $ 4 y $ 5.50 por libra, tal y como lo estiman internamente las multinacionales.
Obviamente, las multinacionales trabajan con las “agencias de desarrollo” (AID, GIZ, EU AID, Swiss AID, UK AID, Norad y con el resto del alfabeto) de la falsa “cooperación internacional”, con falsas iniciativas de sostenibilidad y ONG que dicen luchar contra la pobreza, a pesar de que la perpetuan, “estudiando”, impulsando y promoviendo “costos de producción” que solo convienen a las multinacionales y que condenan a la miseria a agricultores y trabajadores. “Costos de producción” que también garantizan el subdesarrollo en las comunidades rurales para que siga existiendo café, y muchos otros productos agrícolas, a muy bajo precio.
Es absolutamente injusto que los agricultores colombianos, o de cualquier país del mundo, reciban 58% menos en 2019 de lo que lo que les pagaban las multinacionales en 1983 hace 35 años. Los costos de producción de los agricultores se han incrementado sustancialmente desde 1983 y, por otro lado, también se han incrementado en decenas de miles de millones de dólares anuales, en los países importadores de café, las utilidades, el valor agregado y los impuestos generados por el cultivo de café al ser vendido al consumidor final.
Los caficultores de México dejan de recibir anualmente más de mil seiscientos millones de dólares debido al precio artificialmente bajo que les imponen las multinacionales del café.
Los caficultores de todo el mundo dejan de recibir anualmente más de 40 mil millones de dólares por los precios artificialmente bajos que les imponen las multinacionales del café. Por eso han incrementado la miseria, el hambre, la desnutrición y el trabajo infantil en las regiones rurales donde se produce café.
Uno de los mas serios problemas de los caficultores es que la mayoría son pobres y no tienen ninguna forma de defenderse de la avaricia y de la influencia de las multinacionales en sus propias cooperativas y organizaciones, ni tampoco en sus gobiernos e instituciones nacionales. Están indefensos ante el inmenso poder de los gobiernos de los países desarrollados que protegen a las multinacionales, por razones económicas, con falsos programas de “ayuda al desarrollo” y con políticas comerciales neocoloniales.
Los agricultores operan a nivel local, regional y, en muy contados casos, a nivel nacional, por otro lado las multinacionales, por su naturaleza, operan y tienen influencia económica, política y de comunicación a nivel global (multinacional). Es mucho mas fácil para una multinacional influir en la política agrícola nacional de cualquier país, o de todos simultáneamente, que para la mayoría de caficultores juntos. Es obvio que ni las organizaciones nacionales de caficultores, ni los gobiernos, han sabido o han querido defender a los productores durante décadas y por ello hemos llegado a la inaceptable realidad que las multinacionales compran ahora el café 66% más barato que hace 35 años y los agricultores reciben menos de 2 centavos de dólar por cada taza de café servida en los países importadores. Esto no puede seguir así. Es indispensable crear e implementar un sistema transparente de valor compartido que compense a los productores y trabajadores, y también a las comunidades rurales, con por lo menos 0.10 dólares por taza.
A pesar del inmenso poder económico y la crueldad de las multinacionales y de los gobiernos de Suiza, la Unión Europea (41% de todas las importaciones de café anuales), Estados Unidos, Canadá y Japón, estoy convencido que un grupo de países productores de café unidos en defensa del precio pueden frenar la avaricia de la industria y hacerse respetar por los gobiernos de Suiza, la UE y el resto de los países G7, utilizando las leyes y los convenios internacionales, pero hoy además de estar divididos no saben cómo. Algunos dirigentes cafeteros se oponen a esto y obstaculizan la creación de la organización de países productores de café, OCAFE, porque esto les restaría influencia personal y protagonismo de cara a las multinacionales.
Recientemente, Michel Arrion, funcionario de la UE y, actualmente, director ejecutivo de la ICCO (Organización Internacional del Cacao) dijo en Amsterdam que hay argumentos válidos para “triplicar el precio del cacao pagado al productor”. Igualmente existen argumentos válidos para triplicar el precio del café pagado al productor. Eso es lo que defendemos en Cacao For Change y Café For Change.
El verdadero precio ideal del café, del cacao, del té o de cualquier otro producto es aquel que permite que todos los agricultores y trabajadores, y todos sus hijos, puedan aspirar a ser clase media por ser ellos la base de una industria que genera decenas de miles de millones de dólares en utilidades anualmente.
A todos los amigos de la Federación Nacional de Cafeteros, a los 25 millones de productores de todo el mundo, a todas las organizaciones de caficultores y a los presidentes y funcionarios de los gobiernos de los países cafeteros los invito a que luchemos juntos por un verdadero PRECIO IDEAL que permita que todos los Juan Valdez y Juana de Valdez, de todo el cinturón cafetero, y todos sus hijos y dependientes, puedan vivir con dignidad como fruto de la caficultura.
El neocolonialismo y la explotación de agricultores, trabajadores y de millones de niños y el fraudulento “Comercio Justo” y las falsas certificaciones no pueden ser parte del “paisaje cafetero”, de cada barra de chocolate o de ninguna otra industria que presuma de operar dentro de la ley, respetando los Derechos Humanos y los Derechos de la Niñez.
*Fernando Morales-de la Cruz es Fundador de Café For Change @CafeForChange