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Opinión

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Esperando la gira de reencuentro de KISS

Foto: Kissonline.com

Foto: Kissonline.com

KISS es una de esas bandas que podrían significar todo lo que está mal con el rock. Desde esa óptica simplista, Gene Simmons y Paul Stanley han explotado por más de cuarenta años una marca registrada que promueve valores no aptos para estos tiempos tan persignados y nos venden una impositiva visión neoliberal del rock chauvinista.

El otro día en la tienda de discos encontré otra de sus compilaciones de grandes éxitos con la misma selección de temas, pero con otro orden, recién editada para coincidir con lo que aparentemente será la última gira de KISS. Su presentación en el festival Domination será la última vez que veremos al Demonio (Simmons), Starchild (Stanley), el Hombre Espacial (ahora Tommy Thayer) y el Gato (Eric Singer).

Los puristas siempre podremos discutir que esta alineación sólo está aprovechando el mito creado por Simmons, Stanley, Ace Frehley y Peter Criss. Su época dorada de 1973 a 1979 ayudó a transformar la manera en cómo se crea un espectáculo de rock, con el uso de la teatralidad de Broadway. A la fecha, siguen siendo una banda que no escatima en su presentación y que –por lo menos en todas las ocasiones que los he visto– ofrecen uno de los espectáculos más ruidosos, divertidos y puros en el rock.

Es cierto que uno va a ver a KISS para escuchar todos los éxitos de antaño. Queremos cantar “Shout it out loud”, “Detroit Rock City” y “Rock and roll all nite” al unísono y no nos interesa escuchar algo del Sonic Boom. En nuestra discusión de salón de clases consideraríamos indigno e inaceptable que no se le diera un reconocimiento a los miembros anteriores como Peter Criss y Ace Frehley –con quienes se mantiene una relación de telenovela y que los fans pueden devorar a través de las diferentes entrevistas y libros que revelan los chismes de lavadero–, Vinnie Vincent, Bruce Kulick, y el resto de músicos que alguna vez se han escondido detrás del maquillaje.

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Nuestro preadolescente interno se obsesionaría con ver los diferentes personajes sobre el escenario y construiríamos una narrativa para abarcar la histórica trayectoria de esta banda neoyorkina que irrumpió la escena entre los New York Dolls, Patti Smith y los Ramones.

Armar el setlist sería otro de los puntos clave para imaginar nuestra presentación perfecta. “Detroit Rock City” siempre puede ser un tema para arrancar, seguido de “King of the Nighttime World”, para un 1-2 del Destroyer. Sigues con “Strutter” y ya sólo esperas a Paul Stanley gritar “¡Hoooola Méeeexico!”.

Al cierre ya sólo esperas el momento en que El Gato se baje de su trono de percusiones para cantar con el mismo “Beth”, la balada que sigue conquistando corazoncitos rockeros, para que luego retomen el ritmo con “Crazy, Crazy Nights”, su cóver de Rod Argent “God Gave Rock and Roll to You”, acompañado de un épico montaje con fotos de archivo de ellos y algunas otras leyendas del panteón del rock. Llamas, explosiones, gritos, “¡Gracias Méeexico, we love you, KISS te ama!”, dirá Paul Stanley nuevamente.

Monster (2012), fue el último disco en la discografía de KISS. Es un disco tan relevante que seguramente lo volverás a buscar después de leer esto, ya que no te acuerdas ni siquiera del nombre de una canción. Es más, tal vez no recuerdes ninguna canción del Sonic Boom (2008) y sólo recuerdes el Psycho Circus (1998), porque fue cuando vinieron a México con la alineación original y acompañados de Rammstein, y tú, tal vez los descubriste.

Así de relevante ha sido KISS en los últimos 20 años, Paul Stanley y Gene Simmons han logrado mantener vigente una marca que en un futuro podría subsistir a través sólo de los personajes al frente y no de los músicos detrás del maquillaje. Pero esas son las interrogantes que los amantes del Demonio, Starchild, Space Ace y El Gato nos seguiremos haciendo mientras esperamos la nueva gira de reencuentro.

antonio.becerril@eleconomista.mx

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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