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FTX el fin de la utopía
Las criptomonedas iban a cambiar el mundo e íbamos a vivir en una utopía sin bancos centrales. Pero la historia de las últimas semanas parece haber destrozado ese sueño. El colapso de FTX llevó a Sam Bankman-Fried (SBF), el niño genio del mundo cripto a quién llegaron a comparar con JP Morgan, a perder en una semana 16,000 millones de dólares.
¿Qué pasó?
SBF y dos empresas. FTX, un exchange donde inversionistas podían transaccionar y guardar criptomonedas para la cual creó su propia moneda: el FTT, sobre la cual él tenía control absoluto, decidía cuántas había en circulación y podía jugar con su valor: su propio banco central. La otra empresa, que dirigía su pareja sentimental, era Alameda Research, un fondo de inversión dedicado a inversiones especulativas en criptomonedas.
Todo iba bien hasta que el 2 de noviembre el sitio de noticias CoinDesk reportó que gran parte de los activos en el balance de Alameda eran FTTs. Alameda tenía más FTTs que todos los que circulaban en el mercado por lo que, si salieran a venderlo, el precio se desplomaría.
Esto generó que todo mundo empezara a vender sus FTTs incluyendo a CZ, otro “gurú” del cripto y dueño de Binance, el exchange más grande del mundo, que dijo que vendería sus FTTs desplomando el precio. Esto detonó una corrida bancaria. Los ahorradores empezaron a vender FTT y a sacar su dinero de FTX obligándolos a suspender operaciones. Los inversionistas que tenían cuentas en FTX ya no podían acceder a su dinero llevando a SBF a buscar quien lo rescatara comprando FTX.
Para este momento, los FTTs ya habían perdido 75% de su valor cuando CZ reaparece ofreciendo rescatar a SBF comprándole FTX. Pero al analizar los datos, Binance decidió echarse para atrás viendo que la situación interna de las dos empresas de SBF era peor de lo que pensaban. Para estos momentos la industria estaba en crisis con las diversas monedas desplomándose, obligando a otros exchanges a suspender operaciones.
Esto lleva a Alameda a declarar bancarrota. Habían utilizado FTTs para apalancar sus inversiones y ahora su colateral valía prácticamente nada dado a que se había prestado a sí misma, por lo que sus acreedores e inversionistas trataron de retirar el dinero que ya ni existía.
Todo esto reveló que SBF había estado transfiriendo recursos de los ahorradores en FTX a su fondo de inversión para utilizarlo como colateral. Ante la caída del valor de casi todas las criptomonedas en los últimos meses cada vez necesitaba más colateral para mantener a Alameda a flote. Probablemente su intención era esperar a que las criptomonedas volvieran a subir de valor y pudiera regresar el dinero a los ahorradores en FTX. Pero esto no pasó.
Esta historia, rebuscada y complicada, no es tan diferente a lo que hemos visto en otras crisis financieras en el mundo. Muchísimos ahorradores o inversionistas perdieron su dinero porque los estafaron.
Muchos estaban convencidos de la utopía de la autorregulación de las cripto como alternativa a los mercados financieros tradicionales. Esta saga demuestra que esto es una mentira. Hoy no son más que instrumentos especulativos sin ningún valor intrínseco —más que quizá lavar dinero— y operan en un mundo sin regulaciones. Si un banco hubiera hecho lo que FTX, los ahorradores por lo menos tendrían un seguro sobre sus depósitos como el IPAB o el FDIC. Esta historia de Ícaro que pensó que podía cambiar al mundo deja claro que por ahora todo esto no es más que una gran estafa, resultado del hubris financiero de la última década.