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Opinión

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La lección de la oposición que Morena no quiere aprender

Armaron una narrativa, desde inicios de la semana el propagandista en jefe mandó la señal: defensores de García Luna. Lo curioso es que el gran comunicador se equivocó, García Luna no le importó ni al PAN, unos se deslindaron. “No era militante” (como si eso cambiara algo) y por otro lado los llamados a la reflexión. Hablar de García Luna y querer opacar la marcha para defender al INE con ello fue un dardo mal tirado. Pero como siempre, las palabras de Palacio encuentran eco, y sin la más mínima intención de disimular hicieron su manta con la imagen de García Luna, el mensaje para desprestigiar la marcha y la colgaron. “Quiero mucho a mis diputadas locales, la verdad”, publicó Zazil Carreras con una fotografía de la lona, supongo entonces, ahí están las responsables. Pero la lona resonó hasta que la quitaron, lo que fue poco, pero donde encontró megáfono fue en las redes de los oficialistas, ahí, era lo único a destacar de la marcha, había sido pues su estrategia de ataque. 

Es la política, unos se tiran a otros, se recomiendan Vitacilina mutuamente, y tienen intercambios nada afortunados. Sin embargo, cuando era oposición, Morena supo hacer algo que los partidos en el poder no hicieron, escuchar. A cuatro años de gobierno de López Obrador, ya habría sido hora para que quienes buscan el poder escucharan a quienes siguen aprobando al presidente, y conocieran sus razones. Ya va siendo hora que dejen de pensar que todos responden únicamente a los beneficios económicos de los programas sociales o que están siendo manipulados y son incapaces de pensar por ellos mismos, hora también de reconocer errores. La “oposición” lo que quiera que esa idea englobe, no parece haberlo hecho muy bien, y ese ha sido su gran error. Sin embargo, Morena está repitiendo exactamente la misma equivocación. 

Basta con leer los mensajes de quienes creen que fueron a la marcha: partidos de oposición, ricos malvados o empleados obligados de los ricos malvados, o personas manipuladas por los medios de comunicación. Ambas narrativas se niegan a reconocer que hay personas, podría apostar que la mayoría, que estaban ahí porque sabían lo que está en juego: la democracia. Y de la misma forma como en la marcha del presidente había acarreados, empleados de gobierno obligados y beneficiarios de programas sociales condicionados, había también muchas personas que por su voluntad y/o admiración al presidente quisieron estar ahí, y es a ellos y ellas a quien hay que escuchar, lo mismo del otro lado. 

No hay acto más despótico que querer invalidar el discurso del otro, solo porque es del otro. Cualquiera, del lado político en el que se encuentre (y si es del ciudadano mejor) que logre atravesar esas barreras, lo tendrá todo.

rrg

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