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La miopía de la regulación financiera
Esta semana inician los reportes de los grupos financieros correspondientes al segundo trimestre del año, analistas esperan severas afectaciones por la crisis del Covid-19. Sin embargo, es importante reflexionar acerca de la naturaleza de la información reportada y aprender de experiencias recientes.
En septiembre del 2018, Wirecard, una fintech alemana fundada en 1999, desplazó del prestigioso índice DAX (compuesto por las 30 principales empresas de la Bolsa de Frankfurt) a Commerzbank, el segundo banco más grande en Alemania. Este hecho simbolizaba el futuro prometedor de las empresas tecnológicas que brindan servicios financieros y el impacto en el mercado accionario de Alemania fue uno de los más profundos que pude atestiguar en más de una década de mis responsabilidades en éste.
En poco tiempo, Wirecard extendió su operación a más de 26 países, el valor bursátil se cuadruplicó y llegó la licencia bancaria que dio origen a Banco Wirecard. Pronto ofrecía una gama de servicios financieros reservada solamente a entidades consolidadas.
La trayectoria de esta fintech tuvo un amargo giro este 25 de junio. Wirecard se convirtió en la primera empresa en la historia del DAX que presenta una declaración de insolvencia, después de admitir un faltante de €1.9bn en su balance general. Manipulación de mercado, empresas fantasma y contabilidad fraudulenta, acciones poco innovadoras, son algunos de los posibles motivos de la bancarrota, lo que ha suscitado interrogantes en cuanto al desempeño del regulador financiero alemán BaFin.
El jefe de BaFin expresó que la “habilidad de la agencia para actuar estaba limitada” porque Wirecard estaba clasificada como una compañía de tecnología y no como un proveedor de servicios financieros; esto es, la supervisión se restringía a Banco Wirecard, una subsidiaria de la compañía. Los problemas financieros del grupo Wirecard ponen en duda la viabilidad operativa de la subsidiaria bancaria, por lo que ya se habla de un posible rescate de Banco Wirecard por parte del gobierno.
Al mismo tiempo en México, Grupo Famsa se declaró en bancarrota. Este grupo evolucionó de una cadena de tiendas de muebles hasta constituir un banco, cotizar en la BMV y operar en Estados Unidos. A diferencia de Wirecard, el crecimiento del Grupo Famsa fue más orgánico. Sin embargo, las similitudes empiezan en los registros contables indebidos, incumplimientos de carácter normativo y una respuesta insuficiente por parte del organismo regulador de Banco Famsa ante un deterioro financiero sostenido del conglomerado empresarial en, por lo menos, los últimos tres años.
La CNBV en su comunicado No. 058 informó de la revocación de la licencia bancaria a Banco Famsa y estableció como razón de la medida un cúmulo de recurrentes incumplimientos normativos desde el 2016. El más destacado es el otorgamiento de créditos a personas relacionadas que excedían los límites regulatorios y el registro indebido de operaciones de crédito en la contabilidad.
En el caso de Wirecard, la limitación del campo de vigilancia de la agencia reguladora a los asuntos relacionados a la subsidiaria bancaria del grupo, le impidió actuar preventivamente ante serias inconsistencias en la contabilidad del grupo empresarial desde el 2015. Sin embargo, Banco Famsa ya presentaba registros indebidos directamente en sus estados financieros que probablemente están relacionados con irregularidades tanto en el banco como en el corporativo.
En ambos casos es evidente que la regulación financiera no fue suficiente al enfocarse solamente en la supervisión de la subsidiaria bancaria. Cuando se trate de grupos corporativos, una supervisión detallada debe extenderse a todas las conexiones y relaciones de éstos, de lo contrario, casos como el de Wirecard y Banco Famsa seguirán repitiéndose en el futuro.