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Opinión

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Los demócratas ya saben que a México lo pueden presionar

El futuro del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) no es algo que realmente interese a la opinión pública estadounidense. Allá están muy entretenidos, y cada vez más polarizados, por las andanzas de su presidente Donald Trump.

Sin embargo, los demócratas saben que en ese tema comercial pueden obtener alguna ventaja para su causa electoral si saben cómo jugar las cartas de la aprobación legislativa.

La presión de los sectores productivos sobre los legisladores, tanto demócratas como republicanos, para que aprueben el T-MEC es muy fuerte. El consenso de los que saben del tema es que las probabilidades de aprobación son muy altas. Y los demócratas saben que, si no se aprueba, cometerían un grave error para la economía estadounidense.

Va a ser, pues, difícil que los demócratas quieran cargar con el alto costo de no ratificar el acuerdo que remplaza al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pero en el camino querrán sacar su rebanada de esa diligencia mexicana por cumplir con las presiones que llegan del norte, y de otros lados.

Por si alguien lo hubiera olvidado en Estados Unidos, su presidente Donald Trump repite cada vez que puede que está muy contento con los servicios que le presta el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador a su lucha contra la inmigración ilegal.

Estoy usando a México, dice sin ningún pudor Trump cada vez que recuerda que la 4T desplegó miles de elementos del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional para cuidar que los migrantes no crucen hacia Estados Unidos.

Evidentemente los demócratas quieren también su tajada y por ello no dudan en venir hasta México, meterse a Palacio Nacional, y supervisar cómo va la implementación de los cambios en materia de justicia laboral que recién se aprobaron, porque ésa fue su condición para que pasara el acuerdo.

Trump tiene aranceles, los demócratas tienen el voto mayoritario para aprobar el T-MEC y el gobierno mexicano tiene el temor de que no se ratifique el T-MEC. Por eso salieron ayer de la reunión con López Obrador con la postura de que quieren ver más que buenas intenciones para la aplicación de los cambios a la Ley Federal del Trabajo. Cordiales, pero exigentes.

Es la manita de puerco, que le llaman y que los congresistas estadounidenses saben que funciona en el actual gobierno.

Seguro que sus asesores les hicieron ver antes de la reunión en Palacio Nacional que un grupo de taxistas que estranguló la circulación de la Ciudad de México, lejos de ser removidos por la fuerza pública, como en cualquier país con leyes, consiguieron de la Secretaría de Gobernación compromisos para sus causas a cambio de nada.

Y no hay duda que a los demócratas que visitaron al presidente López Obrador les pasaron una tarjeta con la información de cómo una pandilla de normalistas de una escuela en el Estado de México tomó casetas, destruyó propiedad del Estado, atacó automovilistas, robó autobuses y secuestró a choferes y lo que obtienen a cambio de sus delitos es un premio de plazas automáticas en el magisterio. Todo sin castigo y sin siquiera liberar a los secuestrados.

¡Cómo no querrían los opositores de Donald Trump obtener su propio beneficio ante un gobierno que no sabe cómo decir que no ante cualquier grupo que ponga en peligro sus niveles de popularidad!

ecampos@eleconomista.com.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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