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Los (otra vez) nuevos Titanes
El concepto original surgió en los años sesenta, cuando se empezaron a popularizar los cómics con equipos de superhéroes. Los primeros Teen Titans eran un grupo de patiños, aprendices de los héroes concebidos (como las súper mascotas en su momento) para generar identificación y empatía con los lectores de menor edad.
En su primera encarnación incluían a Robin (compañero de aventuras de Batman), Kid Flash y Aqualad. Más tarde, cumpliendo la cuota de inclusión, sumaron a Wonder Girl (improvisada pupila de Wonder Woman). El equipo se llamó Teen Titans (Titanes Adolescentes o Jóvenes Titanes), y no funcionó. DC lo arrancó y canceló varias veces como respuesta poco efectiva para contrarrestar el éxito de los X-Men de Marvel. Añadiendo ocasionalmente a los protegidos de Green Arrow, Aquagirl, Hawk y Dove.
Fue hasta los ochenta en que el equipo de Marv Wolfman y el genial dibujante George Perez, relanzó el concepto con el título de The New Teen Titans. Los chicos habían crecido y ya no eran los niños disfrazados de antaño. En su adolescencia tardía representaban la mutación que tuvieron los cómics de Marvel y DC hacia un público adulto después de Watchmen.
Al equipo se sumaron tres creaciones de Wolfman y Perez: Cyborg, Starfire y Raven, además de la apropiación de Beast Boy (Changeling), miembro de la entonces desaparecida Doom Patrol. Estos nuevos personajes ampliaban el panorama dramático y temático de la serie, añadiendo también, intereses románticos.
Los ex patiños cambiaban sus nombres y disfraces en busca de independencia de sus antiguos maestros (Robin se convirtió en Nightwing, mientras su suplente acompañaba a Batman hacia la saga Death in the family).
Los nuevos jóvenes Titanes (como se llamaron en las ediciones de Novaro), se convirtieron en el primer éxito grande de DC en años. La aparición de nuevos supervillanos (como Deathstroke) y su participación en la lucha contra dos fenómenos urbanos estadouniden- ses (el tráfico de drogas y los runaways que huían de sus casas para buscar libertad), les granjearon una relevancia social que los equipos de superhéroes no solían tener.
En 1983-84, el cómic se sumó a la campaña presidencial estadounidense para crear conciencia sobre la pe- netración social de las drogas. Resulta paradójico que mientras sus creadores enfrentaban al equipo a su primer problema “real”: una mafia que se valía de adolescentes escapados para traficar cocaína; la página doble en que les entregan bolsitas de droga, fuera eliminada de la edición latinoamericana de Novaro. Para el público “en español”, los cómics eran para niños, no tenían relevancia social y eran un divertimento cuyo único valor cultural era como representantes nocivos del “imperialismo cultural yanqui”.
En la primera década del nuevo siglo, los intentos por resucitar la serie fracasaron. Fue hasta 2016 en que DC abordó DC Rebirth: refreír la mayo- ría de sus cómics con los héroes originales y sus líneas dramáticas, mezcladas con otra generación de réplicas adolescentes. Ya para entonces, cualquier lector que viniera siguiendo a las revistas desde el principio soportaba una confusión mayúscula de líneas dramáticas, dimensionales y temporales.
The Cartoon Network lanzó su propia versión sobre los Titans a mediados de la década de los 2000, una serie ligera y simpática, antecedente de la exitosa Teen Titans Go! de la actualidad. Ambos, productos dirigidos a un público netamente infantil.
DC, por su parte, decidida a crecer su fallido universo extendido para emular los éxitos taquilleros de Marvel, empezó a desarrollar una serie basada en Titans adultos para TNT. Poco después la reubicó a su nuevo servicio de streaming (llamado DC Universe), al estilo Netflix.
El lanzamiento de DC Universe fue precisamente Titans, cuya primera temporada fue escrita y producida por Akiva Goldsman (Ganador del Oscar por Una mente brillante, pero también responsable de la infame Batman y Robin de los noventa).
La serie inicia con una introducción estilo origin story dirigida por Brad Anderson. La idea es reunir a los héroes originales (esos Teen Titans de los años ochenta) aunque algunos ya adultos. El marco es el oscuro, hiperviolento y estilizado universo DC, versión de Zack Snyder reinterpretando a Christopher Nolan, con un toque de Greg Berlanti (productor de Arrow, Flash y Legends of Tomorrow para CW).
La trama avanza rápido y los personajes secundarios caen muertos antes de que sepamos bien quiénes son. Los Titans apilan cadáveres como héroes Marvel de Netflix (nada más lejos de Teen Titans Go!). Aun así, el conjunto funciona mejor que todos los otros productos recientes de DC (excepto Wonder Woman).
Una primera temporada prometedora, entretenida, y capaz de atrapar el interés de los espectadores; incluso de aquellos que nunca leyeron un ejemplar de Teen Titans (los guionistas dejan un buen número de easter eggs para quienes sí los leyeron).
Es el primer producto de ese “universo” donde los personajes encajan a pies firmes en una mitología coherente sobre un mundo desalmado y violento donde los superhéroes, son de alguna manera, necesarios. Titans está disponible en Netflix México desde enero 2019.