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Opinión

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Mejora generacional (III)

En los artículos anteriores señalé dos elementos que permiten que de generación en generación haya una mejora en el bienestar, entendiendo este en una concepción amplia que incluye, además de un mayor ingreso familiar que permita la adquisición de más y mejores satisfactores, de una mayor calidad de vida global.

El primero es que la economía experimente un proceso sostenido de crecimiento; sin un aumento del PIB por habitante no hay forma de que el bienestar de la generalidad de población se incremente, para lo cual se requiere de un arreglo institucional que ofrezca certeza jurídica y los incentivos correctos que promuevan una mayor inversión en capital físico y humano así como el cambio tecnológico que aumente la productividad de los factores de la producción y su retribución real.

El segundo es el entorno en el cual cada familia vive y cuya calidad depende primordialmente de la cantidad y calidad de los bienes públicos que el gobierno ofrezca, para lo cual es indispensable fortalecer las finanzas públicas municipales con el cobro del impuesto predial. La ciudadanía estaría dispuesta a pagar este impuesto sí y solo sí el gobierno es eficiente y honesto.

El tercer elemento que es determinante para que haya una mejora en el bienestar intergeneracional está relacionado con las decisiones que se toman dentro del hogar, en particular las que conciernen al gasto destinado a los hijos. Habiendo tomado la trascendental decisión de tener hijos, es necesario decidir como asignar el ingreso familiar entre la adquisición de bienes que satisfagan algunas de las necesidades de los miembros de la familia, cuánto destinar a la acumulación de capital humano de los hijos y cuánto ahorrar.

Es de esperarse que los padres y madres deriven satisfacción no solo de los bienes que ellos consumen, sino también del nivel de bienestar de sus hijos y es por esto que estarán dispuestos a sacrificar consumo propio para poder destinar esos recursos en sus hijos en alimentación, vestimenta, salud y educación. Más aún, como no esperan que en el futuro los hijos les retribuyan lo que gastaron en ellos, es que su actitud puede calificarse como una de egoísta - altruista. De especial importancia para tener una mejora en el bienestar intergeneracional es lo que se destina del total de gasto familiar a la acumulación del capital humano de los hijos en tres rubros particulares.

El primero es la calidad de la alimentación; no puede esperar una vida “sana” y un íntegro aprovechamiento escolar sin una adecuada alimentación; aquí cabe destacar que entre mayor sea el capital humano de los padres y las madres, la alimentación dentro del hogar será una de mayor calidad. El segundo está relacionado con el cuidado de la salud, que además de estar directamente relacionado con la alimentación y la ingesta de agua potable, tiene que incluir la atención de los servicios de salud, en particular no descuidar la aplicación de las vacunas, ya sea en el sector de salud público o privado.

El tercero y el más importante es la educación. En el agregado, la acumulación de capital humano se constituye como el elemento que reduce los costos de la introducción de los cambios tecnológicos en la producción, siendo ésta la principal fuente del crecimiento económico de largo plazo y de ahí la importancia de una política educativa que garantice una educación de alta calidad, tanto en escuelas públicas como privadas. Una educación que premie el conocimiento, la curiosidad y la investigación, no la ideología.

Pero más allá de la calidad de educación impartida en las escuelas, es un hecho que entre mayor sea el capital humano de los padres y madres, mayor será el valor que le otorgan a la educación de los hijos y por lo mismo estarán dispuestos a gastar más en este rubro, incluyendo bienes complementarios a la educación provista en las escuelas (espacio vital dentro del hogar, libros, rompecabezas, equipo de cómputo, etcétera) y, sobre todo, tiempo. La educación es a final de cuentas el principal elemento detrás de la mayor movilidad social, de la mayor calidad de vida y de la mejora en el bienestar generacional.

No hay duda, la inversión más redituable que los padres pueden hacer es en el capital humano de sus hijos; ellos y sus nietos se los agradecerán.

Twitter: @econoclasta

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Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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