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Monreal o antes de regular las redes sociales
El senador Ricardo Monreal quiere regular las redes sociales. Pero no se ha preocupado porque la población tenga más acceso a Internet… y de paso a esas plataformas.
En esta ocasión, el senador morenista cambió de estrategia. Normalmente, presenta sus iniciativas y después se abre la discusión. Ahora anunció su intención de regular las redes sociales pero no conocemos el contenido de la propuesta, desatando un debate y especulaciones al respecto.
Monreal está sondeando el alcance de su iniciativa porque es difícil regular el ciberespacio. Pretende hacerlo en pleno proceso electoral, a sabiendas de que el sentido de su propuesta le puede restar adeptos a su partido, sobre todo entre la población joven usuaria de Internet.
Las reacciones al anuncio del senador se han centrado en las secuelas. En si deben o no regularse las redes sociales y cómo hacerlo. Ya se ha escrito mucho sobre ello y se escribirá más cuando se conozca la iniciativa. Pero no se han abordado las precuelas. No se le han señalado al senador, su partido y el gobierno en el poder las acciones que han dejado de realizar para que las personas tengan acceso a las redes sociales.
Senador Monreal: sus iniciativas son más reactivas que propositivas. Pero hay que reconocer que generan mucho debate, casi siempre para advertir los riesgos que implican los controles digitales y políticos que buscan implementar. Podría utilizar su influencia política y legislativa para que el gobierno de la Cuarta Transformación sea más digital.
Usted quiere regular las redes sociales, pero todavía existen 40 millones de mexicanos desconectados que son habitantes de segunda en plena Sociedad de la Información y el Conocimiento.
Usted quiere prevenir que Facebook, Twitter o cualquier plataforma social censuren al presidente López Obrador como lo hicieron discrecionalmente con los comentarios irresponsables de Donald Trump que provocaron el asalto al Capitolio. Pero la motivación no puede ser la represalia autoritaria para proteger a los políticos de las normas comunitarias de las plataformas.
Gracias a las redes sociales las personas que no tienen posiciones de poder ni son líderes de opinión ni trabajan en los medios de comunicación, se pueden expresar. Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, TikTok y otras redes sociales hicieron realidad la libertad de expresión de sus millones de usuarios que antes estaban vedados de ejercer ese derecho fundamental. Antes de acceder a las redes sociales las personas requieren conectividad. Aún con excesos que el propio usuario puede prevenir, los avances tecnológicos, la democratización de la banda ancha y la innovación de las plataformas digitales han expandido la libertad de expresión.
Usted quiere regular el caos que ha significado el crecimiento acelerado de las redes sociales, pero no se ha pronunciado por el desastre digital que impera en la administración pública federal. Ésta no tiene Estrategia Digital Nacional, desapareció la Subsecretaría de Comunicaciones y no pudo implementar un registro confiable y robusto para recibir la vacuna contra la Covid-19. Es todo lo contrario: las plataformas tecnológicas ordenan el caos de Internet y nos ayudan a encontrar lo que buscamos.
Usted quiere que las plataformas digitales extranjeras paguen impuestos. Pero no existe un solo programa para impulsar las pymes, el emprendedurismo y los negocios digitales que además de contribuir al fisco, generarían empleos e innovación. Usted avaló la desaparición de fideicomisos para la conectividad o el desarrollo de la industria del software.
Seguramente contempla que sea el Instituto Federal de Telecomunicaciones el que regule las redes sociales, pero hace poco usted mismo presentó una iniciativa para fusionarlo con las comisiones de Competencia Económica y Reguladora de Energía para crear el Instituto Nacional de Mercados y Competencia para el Bienestar (Inmecob). Habla bien de usted que haya retirado la iniciativa por el rechazo que generó el intento de minar la autonomía del regulador.
Está pensando que el IFT proteja la libertad de expresión de los usuarios de las terribles redes sociales donde sí tenemos libertad de expresión, pero ni siquiera las audiencias de los servicios de radio y televisión están protegidas.
Usted quiere que los titulares de los derechos de autor puedan prohibir el acceso público a contenidos que se difundan a través de banda ancha e Internet. Pero acaba de liberar en la red su más reciente libro “21 razones para el 21. Por qué continuar”, lo cual demuestra que el modelo de derechos patrimoniales en Internet va de salida y que el contenido gratuito también genera valor de cambio, como el marketing (también gratuito) a su libro en redes sociales (usted no pagó por la publicidad en redes sociales ni le molesta que sus seguidores compartan su contenido) o la promoción de su ideario y pensamiento políticos.
Por cierto, la razón 14 de su libro es “Internet para todas y todos”. Usted reconoce que “México es de los países más atrasados en cobertura de Internet. Las comunidades y los pueblos continúan aislados, sin poder gozar de las ventajas que el resto del territorio nacional disfruta, como hacer llamadas telefónicas, videollamadas o consultas médicas, usar mensajería instantánea, solicitar servicios a las autoridades sin desplazarse grandes distancias, recibir o hacer pagos de manera inmediata, entre muchas otras utilidades.”
Usted pondera en su libro que 26,789 localidades tienen conectividad a Internet (en realidad son muchísimas más, pero los esfuerzos privados no cuentan). No aclara que CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos sólo proporciona el servicio de Internet en 712 puntos (los nefastos gobiernos neoliberales llegaron a conectar 101,000 sitios públicos de 250,000 previstos), y que Oaxaca y Guerrero (dos de las entidades con más brecha digital) no están contemplados en la cobertura inicial de la empresa de Internet de la 4T. Tampoco Zacatecas, su estado natal.
Está de moda regular las redes sociales. Sí existen alternativas democráticas y de salvaguarda de los derechos humanos para hacerlo. Pero el debate no puede estar ausente de las asignaturas pendientes y de las omisiones de quienes podrían impulsar la conectividad. No olvidemos que el derecho de acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación, la banda ancha e Internet es el que habilita la libertad de expresión. Antes que las redes sociales están la infraestructura, la conectividad y los servicios de telecomunicaciones. No por proteger la libertad de expresión de políticos y gobernantes (que tienen espacios de sobra para expresarse) olvidemos que es un derecho de todos, pero no todos tienen la oportunidad digital para ejercerlo.
*El autor es Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).
Twitter: @beltmondi