Lectura 6:00 min
Reparto de Ivermectina en la CDMX, desprestigio y falsa evidencia
En evidenciado desprestigio internacional quedaron varios médicos cercanos a la actual administración a partir de una publicación en la que intentaban demostrar la efectividad de haber repartido Ivermectina como una política pública acertada para atacar la pandemia en la ciudad de México. Y para la gobernadora Claudia Sheinbaum, que respaldó la medida, el golpe asestado también es de impacto contundente.
La Ivermectina es un medicamento contra parásitos que no ha sido autorizado para Covid por ninguna autoridad sanitaria. Por el contrario, fue rechazada como tal por el regulador sanitario estadunidense (FDA), por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El doctor Malaquías López Cervantes, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM y miembro de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus, nos comenta que es cierto que entre 2020 y 2021 se detonó pleno debate en el mundo científico en torno al uso de la Ivermectina ante la carencia de diseños experimentales adecuados, y los tratamientos médicos para Covid19 se tradujeron en un uso intuitivo de opciones posiblemente benéficas, pero ninguno con suficiente evidencia de eficacia contra el virus pandémico.
La opción de Ivermectina se detonó a partir de un trabajo realizado en Australia que aparentemente demostraba que tal medicamento ya existente tenía la capacidad in vitro de limitar la reproducción del nuevo virus. La noticia despertó amplio interés pero, ante la falta de evidencia contundente, muy pronto se polarizaron las posiciones: unos impulsando el uso de Ivermectina y otros pidiendo la realización de ensayos clínicos rigurosamente diseñados para decidir si utilizarla o no y cuándo.
Aquí, una salida aparentemente sin compromiso fue la llamada “utilización compasiva” sustentada en la idea de que la Ivermectina pudiera no beneficiar al enfermo, pero no produciría daño debido a amplia experiencia en el mundo acerca de su muy baja toxicidad.
En un escenario de total incertidumbre acerca de las posibilidades de tratamiento de la Covid-19, la sola mención de un posible beneficio derivado de un producto barato y ampliamente disponible, motivó un entusiasta uso enmedio de posiciones encontradas, conflictos y desacuerdos.
Conforme nos comenta el Dr Malaquías, en México se dividieron las posturas de las instituciones públicas: A favor estaban IMSS, capitaneada por Zoé Robledo, y la Secretaría de Salud de la Ciudad de México con la doctora Olivia López a la cabeza. En contra, la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud (CCINSHAE) a cargo de Gustavo Reyes-Terán.
La Secretaría de Salud federal, específicamente su titular Jorge Alcocer, estaba también en contra y debió haberse impuesto y dar la orden de no usar Ivermectina, pero dada su falta de liderazgo, prefirió ser omiso como siempre y hoy se evidencian los costos consecuentes.
Total, que el IMSS autorizó la prescripción de la Ivermectina en todo el país y la Secretaría de Salud capitalina adquirió e incluyó la Ivermectina en sus kits antiCovid19 que entregó a cientos de miles de personas con resultado positivo en su prueba, para que prácticamente se automedicaran.
Los agravantes -que ya implicarán investigaciones sobre responsabilidades de quienes decidieron- son claros: en ningún caso se determinó advertir a los pacientes que se trataba de un tratamiento “experimental”, y tampoco se recabaron las firmas de su consentimiento informado para participar en tales programas de manejo clínico. Esto es aspecto básico que marca la norma para el uso de cualquier sustancia no aprobada, y fue ignorado por completo.
No conforme, los titulares del proyecto -José Merino, Víctor Hugo Borja, Oliva López, José Alfredo Ochoa, Eduardo Clark, Lila Petersen y Saúl Caballero- publicaron orgullosos en el sitio SocArXiv -centrado en papers de temas sociales- los resultados de su pseudo investigación. En la misma los autores no revelaron sus conflictos de interés, admitían que era un estudio cuasi experimental, pero promovían la Ivermectina como tratamiento para Covid-19 de manera poco ética.
El artículo estuvo por meses generando alto número de visitas, pero fue acumulando quejas e inconformidad de científicos de diversos países acusando la falta de ética de dichos médicos mexicanos, al grado de que la semana pasada los directivos del sitio -encabezado por el sociólogo demógrafo de la Universidad de Maryland, Philip N. Cohen- se vio presionado ante el escándalo y la exigencia generalizada de retirar la publicación, y así lo hicieron.
Cofepris, la Academia y Bioética que levanten la mano
El Gobierno de la ciudad de México se pronunció argumentando que la decisión fue resultado de consultar a expertos -aunque deberá precisar quiénes son. Lo que falta -y muy importante- es que se pronuncien las autoridades involucradas: En principio la Cofepris, de Alejandro Svarch, que diga cómo es que -sin ser un tratamiento aprobado para Covid- permitió que en la CDMX se repartieran cientos de miles de dosis de Ivermectina entre los capitalinos contagiados.
También deberán decir esta boca es mía: la Academia Nacional de Medicina de México, que preside el doctor José Halabe, y la Comisión Nacional de Bioética, a cuya titularidad renunció el doctor Manuel H. Ruiz de Chávez, pero cuyo nombre sigue apareciendo en la página de Conbioética.
Buscan que Insabi arremeta vs estados no adheridos
Increíble que la 4T insista en querer controlar desde el Insabi la operación de todo el sistema de salud -miles de hospitales y centros de salud de las 32 entidades del país- cuando a todas luces dicho Instituto de salud ha demostrado incapacidad, falta de estrategia y, por ende, nulos resultados. Ni siquiera ha podido regularizar el abasto de medicamentos y demás insumos a las instituciones adheridas. A la 4T le quedan dos años y medio y lo que no pudo hacer hasta hoy, ya está de más que siga insistiendo.
De verdad no se entiende de dónde ese afán por querer dominar forzadamente si ya es evidente que las entidades que han resistido y siguen operando sus hospitales en forma autónoma a la Federación están mejor que las adheridas al Insabi… Es el caso exitoso de Guanajuato -recién premiado por Secretaría de Salud federal, como lo expusimos aquí en una anterior columna- que sin el Insabi tiene mejores resultados.
La realidad es que si hubiera congruencia, las entidades deberían más bien sumarse a Guanajuato junto con las otras 5 Secretarías de Salud estatales no adheridas al Insabi que operan en forma autónoma y están logrando resultados en la cobertura de salud a su población en plena pandemia.