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Opinión

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Shinzo Abe, un final cruel

Un magnicidio también produce una grave herida en la democracia; la violencia como sucedáneo de diálogo, claro, para los criminales. 

Era inimaginable que el exprimer ministro Shinzo Abe fuera blanco de un atentado, pero tal parece que el mundo ha entrado en un ciclo de sucesos acelerados: renuncia de Boris Johnson al liderazgo de su partido, y pronto al Gobierno; implosión del gobierno en Sri Lanka; guerra en Ucrania; visos de violencia política en Brasil, entre otros.

Por la información que las autoridades japonesas han proporcionado sobre el autor de los disparos, Tetsuya Yamagami, actuó incentivado quizá por el odio incubado por sus circunstancias: desempleo y merma económica familiar. Elementos que no justifican un acto criminal por lo que, posiblemente, su estado mental no era el óptimo. Las autoridades se encargarán de determinarlo. 

No existe el país perfecto, pero Japón, comparado con Estados Unidos y México, es un espacio idílico, si de violencia hablamos. 

En los últimos cinco años han perdido la vida 14 personas como consecuencia de heridas de bala, producto de 70 tiroteos; 49 de ellos vinculados al crimen organizado (yakuza). Lo anterior, publicado por The Washington Post el sábado.

El último registro de violencia política grave en Japón ocurrió en 2007, cuando el alcalde de Nagasaki, Ito Itcho, fue asesinado a tiros por un sujeto del crimen organizado. 

En 1960, el abuelo de Shinzo Abe, quien se desempeñaba como primer ministro, sobrevivió un intento de asesinato a puñaladas.

En Estados Unidos, su Constitución, redactada hace más de 200 años, permite portar armas como si de dulces se trataran. Contemporizar las leyes al siglo XXI no le caería nada mal a los estadounidenses. La racionalidad obliga.

En México, supuestamente tendría que ser difícil comprar armas y, sin embargo, el número de víctimas mortales bajo el yugo de las balas nos dice lo contrario. Tal pareciera que la frontera entre Estados Unidos y México es inexistente para el trasiego de armas, no así para el paso de migrantes. 

Con el asesinato del exprimer ministro japonés ha quedado nuevamente claro que la realidad política de países como Japón es ignorada por los medios de comunicación mexicanos. Ignoramos que la globalización ha empequeñecido el tamaño del planeta. Jugamos al etnocentrismo donde nuestro ombligo es nuestra máxima visión de vida.

Una invasión como la rusa en Ucrania está presionando a las economías domésticas de gran parte del mundo. Y ni así se anima el presidente de México a articular una política exterior.

Shinzo Abe fue un revolucionario en política exterior: comprendió que las alianzas tenían que reconfigurarse. Observó que los desplazamientos de China representarían una amenaza para Japón; posibles conflictos en Taiwán y Corea del Norte; las tensiones en el Pacífico se intensifican. Indonesia busca neutralidad; Siria, en alianza fortalecida con Rusia, potencialmente reforzada por Irán. 

Pakistán, más cerca de China y de Corea del Norte; Marruecos, armonizando relación con España en detrimento de Argelia.

América Latina, desunida y con exceso de populismos.

En materia de seguridad, Shinzo Abe intentó modificar la Constitución para desplegar al ejército japonés en el extranjero bajo escenarios de amenaza. Quizá esa fue la razón por la que trató de mantener una buena relación con Donald Trump.

Abe intentó sacar a flote la economía de su país, de capa caída desde la crisis de los años noventa y el entonces reciente desastre de Fukushima (2011). En sus llamados abenomics se encuentran las estrategias de estímulo monetario, incremento en el gasto público y algunas reformas. Los resultados fueron discretos.

Entre sus deudas, quizá se encuentre el incremento de la participación de la mujer en el mercado laboral.

No deja de ser cruel el final de Shinzo Abe. Momento oportuno para que en México se conozca más sobre la realidad japonesa.

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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