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Opinión

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Wendy Carlos, redescubriendo a la sintetizadora original

Wendy Carlos en su estudio casero. Foto: Wendy Carlos.com

Wendy Carlos en su estudio casero. Foto: Wendy Carlos.com

Wendy Carlos es una de las piezas fundamentales para entender lo que hoy conocemos como música electrónica, pero su persona sigue estando rodeada del mismo misterio que hace medio siglo. El álbum de 1968, Switched-on Bach, donde Carlos reinterpretó en un sintetizador modular las composiciones barrocas de Johann Sebastian Bach fue un inesperado éxito en la lista de popularidad de Billboard, que cruzó las barreras del gusto entre el público conocedor de la música clásica y los fanáticos del rock, y fue el disco de música clásica más vendido durante tres años.

Durante su estancia en las listas de Billboard, Switched-on Bach —cuya portada ostentaba una representación de Bach en un estudio moderno frente a un gran sintetizador con todo y su tapete persa—, se codeó con el Álbum Blanco de The Beatles y trabajos de artistas como Rolling Stones, Sly and the Family Stone, y Aretha Franklin. Este álbum ayudó a popularizar el instrumento desarrollado por Robert Moog y el sintetizador modular análogo es hoy en día un objeto común en una banda de rock, cualquier artista de música electrónica o artistas más experimentales y avant garde.

En el cine, la música de Wendy Carlos es protagonista en las cintas de Stanley Kubrick. En A Clockwork Orange, la música de los compositores clásicos Henry Purcell, Giacomo Rossini y Ludwig Van Beethoven fue sujeta a un proceso de electrificación que musicalizaba las fantasías ultraviolentas de Alex y sus droogies. En The Shining, Wendy Carlos creó los paisajes infernales que reflejaban la locura de Jack Torrance en el desolado Overlook Hotel. También fue responsable del tema de Tron, un clásico cibernético de Disney que fue de las primeras películas en disponer en su mayoría del uso de efectos generados por computadora. Wendy Carlos ha vendido millones de discos en una carrera de medio siglo.

Sin embargo, la compositora estadounidense siempre ha evadido los reflectores y su obra en el 2020 está ausente del mundo digital. No podrás encontrar ninguno de sus álbumes en las tiendas digitales, plataformas de streaming y las pocas copias existentes de su obra en las tiendas de comercio electrónico son objetos raros. Si hoy quieres encontrar Switched-on Bach, The Beauty and the Beast, The Well-Tempered Synthesizer o las bandas sonoras de A Clockwork Orange o The Shining, por ejemplo, tendrás que cazarlos en alguna tienda de discos usados o en los rincones del internet para encontrar la música de una de las pioneras de la música electrónica.

Aunque su música esté ausente del mundo digital, eso no significa que Wendy Carlos haya dejado de ser una figura para estudiarse. La editorial Bloomsbury dedica en su serie 33 ⅓ un tomo al álbum Switched-on Bach. La académica Roshanak Kheshti estudia la importancia de Switched-on Bach en la historia de la música contemporánea y cómo Wendy Carlos concibió uno de los discos de música electrónica y de música clásica más interesantes e influyentes del siglo pasado; ayudando a romper con estereotipos de género para las mujeres y la comunidad LGBTI+.

Amanda Sewell por su lado es la responsable de realizar la primera biografía sobre Wendy Carlos para la editorial Oxford Press, quien reconstruye un personaje que sigue en este mundo, pero ha estado silente desde hace más de una década. Estos dos libros pueden ser una puerta de entrada para volver a redescubrir a una de las compositoras más innovadoras del siglo pasado.

Wendy Carlos fue una de la mujeres trans más renombradas del siglo XX, pero ella siempre quiso estar enfocada en la música y en cómo podía explorar todas las posibilidades que los sintetizadores modulares y la música electrónica ofrecían. Este instrumento fue la forma en la que Wendy Carlos se transformó y se convirtió en la sintetizadora original.

antonio.becerril@eleconomista.mx

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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