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Tener que escoger entre Estados Unidos y China es una premisa falsa
En Estados Unidos les gustaría que la relación entre México y China deje de ser tan cercana.
¡Qué situación!
Estados Unidos es el socio comercial número uno de México. China es el socio comercial número dos. La gran diferencia es que la relación con Norteamérica nos da ganancias en dinero, desarrollo en tecnología e inversiones y esto nos ayuda a desarrollar mejores cadenas de valor en toda la actividad económica de México. La de China, nos deja cantidades enormes de mercancías que a su vez se convierten en un enorme déficit comercial. México ha dejado que los chinos le vendan de todo mientras que al mismo tiempo ha dejado que los chinos sean muy selectivos con lo que les compran a los mexicanos.
Ahora, viene Donald Trump, con un gabinete que estará lleno de ideólogos, y francamente lo que es peor, la mayoría de ellos serán aprendices que nunca han servido en el tope de la cúpula del inmenso poder estadounidense. Así a partir del 20 de enero del 2025 estaremos en una posición en la que no hemos estado en los últimos 35 años. Estaremos preguntándonos ¿cómo ira a ser la relación con Estados Unidos una vez que Donald Trump sea presidente, y por los cuatro años siguientes?
“Ojo” porque ahora en medio de las amenazas sobre deportaciones masivas de millones de gente del mundo entero, estaremos recibiendo también presión para cortar con China.
¿Qué hacer?
Todo esto puede causar agruras hasta que usted lo razona y se pregunta, ¿y quién diablos dijo que tenemos que renunciar a una de las dos relaciones que más nos conviene tener?
Por eso México necesita ser muy claro
Usted debe saber que para Washington es muy importante la posición de México frente a China. Por eso México debe establecer muy claramente su posición, haciéndole ver a Estados Unidos, que no se pondrá del lado de China en sus pleitos, diferencias y competencias con Estados Unidos. México es un socio comercial y un participante en el mercado mundial, y no necesita estar del lado de ningún país en asuntos no comerciales. Además es ya sabido que México es totalmente neutral y no participativo en asuntos bélicos.
Ahora lo que es muy, muy importante, es que al mismo tiempo Estados Unidos tenga muy claro que México no esta, ni estará dispuesto a abrirle a China ningún camino o ningún medio para que ponga en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.
Y que tampoco permitirá que México sea usado como puente oculto, para que los chinos metan sus mercancías o sus productos a Estados Unidos, pretendiendo que son productos o mercancías mexicanas.
China demandó certeza de parte de Washington
Durante el pasado fin de semana mientras los líderes mundiales se reunían en Lima, Perú para las reuniones de Cooperación Económica Asia-Pacífico, el líder chino, Xi Jinping, que es un firme creyente de que en las situaciones y relaciones difíciles más vale tirar una colorada que diez descoloridas, confrontó a Joe Biden. Xi le dijo que prefiere escuchar de su boca directamente que China es considerada un enemigo de Estados Unidos, en lugar de seguir leyéndolo todos los días en los periódicos occidentales.
Acto seguido, Xi demandó de Biden “Certidumbre en la relación”.
Amigos o enemigos, pero certeza de en dónde están parados los dos países.
La petición fue directa al presidente saliente Biden, pero indirectamente también al gobierno entrante de Trump.
Biden, por cierto se negó a decirle a Xi si considera o no a los chinos enemigos de los estadounidenses.
Está fue la tercera y última reunión de los líderes de las dos grandes potencias mundiales antes del relevo en la Casa Blanca en enero, y usted se tiene que preguntar ¿qué sentido tiene decirle las cosas a Biden para que las escuche Trump?
Quienes conocen al presidente chino dicen que es muy político, pero sobre todo es pragmático. Eso fue lo que le llevó a confrontar al presidente Biden para decirle que prefiere trabajar con el nuevo gobierno de Trump que empezará el 20 de enero en lugar de dejar... “Que la comunicación siga siendo no clara, porque eso en lugar de expandir la cooperación, lo que expandirá serán los conflictos”.
Así le dijo Xi a Biden, “es como los conflictos se convierten en problemas inmanejables".
México y China
Cuando usted escucha lo anterior, y escucha decir al mismo tiempo a Marcelo Ebrard, secretario de economía de México, que nuestro país puede ser mediador y puente en la relación entre Estados Unidos y China, se da cuenta de que hay formas de salvar lo que parece insalvable.
A Washington le preocupa: el apoyo indirecto de China a Rusia, muchas cuestiones de derechos humanos en China, la tecnología, la Inteligencia Artificial y sobre todo... Taiwán.
Hay tanta incertidumbre en Estados Unidos, sobre lo que depara el futuro en esta difícil relación con China, que muchas empresas estadounidenses, incluidas Nike, Apple y cientos de otras ya están diversificando sus fuentes de importaciones para no depender únicamente de los chinos.
Por eso la reunión de Xi con Biden resultó tan importante, porque fue una de esas que cambian el rumbo de la historia.
El primer ministro de Ontario ofrece una opinión que nadie le pidió
Está semana, Doug Ford, que es como le digo, primer ministro de Ontario que junto con Quebec, son las provincias más grandes de Canadá, acusó a México de ser una puerta trasera para los productos chinos en América del Norte.
Al señor Ford se le ocurrió decir que Canadá debería hacer a un lado a México y negociar un acuerdo comercial bilateral con Estados Unidos.
Usted debe saber que el primer ministro de Ontario tiene el mismo nivel de influencia en las acciones nacionales canadienses que el que tendría el gobernador de un estado importante en México. Esto es... muy limitado.
El gobierno nacional de Canadá sabe que el acuerdo de tres partes ha sido en el interés de los tres países y a ninguno de ellos le conviene recortarlo.
A medida que la relación de Estados Unidos con China se deteriora en las dimensiones políticas, militares, económicas y comerciales, las empresas estadounidenses con operaciones de fabricación en China han buscado cada vez más estrategias que puedan diversificar las cadenas de suministro, mitigar el riesgo de incumplimiento, minimizar la exposición a los aranceles, reducir los costos y protegerse contra la incertidumbre.
No ha sido fácil. Aún no lo es.
Si bien se han seguido varios enfoques desde el inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China (incluidos, por ejemplo, la ingeniería operativa orientada a la transformación sustancial, China más uno, etc.), el que está generando más revuelo en estos días es el nearshoring.
El nearshoring implica reubicar o invertir en capacidad de fabricación cerca de un cliente final, un mercado objetivo o un centro corporativo.
Los países europeos o asiáticos que se han beneficiado del nearshoring incluyen Hungría, la República Checa, Turquía, Marruecos, Vietnam, Malasia, Tailandia, Indonesia y Sri Lanka. Cuando, por el contrario, el impulso del negocio de una empresa está vinculado al mercado norteamericano, México ha sido la primera opción.
Los beneficios que se mencionan con más frecuencia como justificación para abandonar China y deslocalizar a México se centran en los ahorros en mano de obra y en el envío de las mercancías desde el sitio de su fabricación a su transformación, y hasta el cliente final.
México estuvo muy cerca de ser el mayor beneficiario mundial del nearshoring, en los pasados tres años, pero desafortunadamente dejamos que se pasara el camión.
Los beneficios que se mencionaban con respecto a México incluían su acuerdo de libre comercio con Estados Unidos-México-Canadá y un conjunto emergente de incentivos de inversión y producción adaptados a la región.
Hoy, con el gobierno de Donald Trump ya en el firmamento, con la inseguridad mexicana, el aumento de la influencia de los carteles y una confusa y desacertada reforma judicial, el momento de brillo ya no existe con la fuerza que tuvo.
La gran pregunta es qué tan fuerte es aún, lo que fue un considerable entusiasmo y curiosidad con respecto a la idea de la deslocalización a México.
Varias consideraciones generales determinarán lo que sucederá con el momento de nearshoring que aun México vive actualmente.
Piénselo usted. Aún vivimos un proceso de re-globalización que por cierto sigue en desarrollo y que las guerras distantes siguen y nos seguirán afectando, junto con: el espectro de nuevos conflictos armados, las prácticas de desvinculación, las oportunidades de oferta y demanda asociadas con diferentes mercados internos a nivel nacional, y sobre todo, las políticas comerciales, de inversión y de seguridad de México.
Y, que ahora nos vengan Trump y sus aprendices de secretarios a obligar a renunciar a China, tiene muy poco sentido.
¿Sabe usted que es lo peor?
Que sin ser adivinos, está muy claro que las prácticas comerciales y de inversión históricas y actuales, consideradas en conjunto con el deterioro significativo y continuo de la relación entre Estados Unidos y China, sugieren que esto es menos un fenómeno pasajero y más una expresión de la nueva normalidad. Y esa es la razón principal para decir que para México, tener que escoger entre Estados Unidos y China es una premisa falsa.