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Opinión

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La relación del nuevo gobierno mexicano con el futuro gobierno de EU

La pregunta que anda corriendo entre los mexicanólogos de Estados Unidos es muy sencilla… 

¿Si hay dos mujeres presidentas, en México y en Estados Unidos, borrará eso la desconfianza mutua que creció entre los gobiernos de los dos países en los últimos dos años del gobierno que acaba de terminar la semana pasada?

Si el que llega es Donald Trump la pregunta será aún más intrigante, porque el nivel de desconfianza del lado mexicano deberá aumentar a su máxima capacidad… y el reto para el nuevo gobierno mexicano crecerá en la misma proporción.

Lo único que es seguro ahora es que, a partir del 20 de enero habrá un nuevo giro en la relación de Estados Unidos con México. La política de apaciguamiento de Joe Biden se acabará ese día. De hecho, a Estados Unidos ya no le importaría “quedar bien o no” con el gobierno de México para garantizar que el gobierno mexicano siga conteniendo las olas de migrantes del mundo entero llegando a las fronteras sur de Estados Unidos.

Una vez pasada la elección presidencial que será en menos de un mes, a los demócratas no les interesara si esos volúmenes de inmigrantes cruzando la frontera vuelven a crecer. La deuda quedó pendiente por el favor que le hizo el presidente López Obrador a Joe Biden. México calladito llegó a un acuerdo con Biden: Washington se haría de la vista gorda a todo el problema del narcotráfico, mientras México le ayudaba a ocultar de los votantes estadounidenses, la enorme crisis migratoria, que era el mayor impedimento político de reelección para Biden y los demócratas.

Cambiemos de candidato presidencial en Estados Unidos

La prensa estadounidense dice que Trump, fuera de meterse en las cuestiones comerciales y el tráfico de Fentanilo, no parece interesado en entrometerse en otros asuntos internos en México, por ejemplo, sus aún en proceso reformas constitucionales.

Kamala Harris, siendo tradicionalmente demócrata, puede tener más inclinación por meterse en asuntos que a los mexicanos no les gusta compartir, especialmente con los gringos del norte. Por eso si ganan los demócratas, los próximos cuatro años para la relación bilateral más importante de América del Norte, podría ser un camino sinuoso y lleno de obstáculos, de estorbos artificiales y obviamente de distanciamientos como consecuencia.

La agenda bilateral de Kamala Harris contiene temas explosivos y la candidata demócrata ha estado hablando de ellos.

En su visita a la frontera la ex Procuradora de Justicia de California, presumió ser la única en esta campaña que se ha enfrentado con los carteles mexicanos, y ha encarcelado a sus miembros.

Pero esas ramas de esos carteles a los que Kamala Harris persiguió como fiscal, han crecido considerablemente. Hoy están metidos en los muy redituables negocios que también crecieron en la frontera con México; la inmigración, el tráfico de fentanilo y la insistente influencia del crimen organizado mexicano en todos los capítulos de la vida pública. Eso puede llevar a una relación incómoda… en el mejor de los casos.

Súmele usted a eso la nueva hostilidad bipartidista de Washington hacia los acuerdos comerciales y lo que resulta es un futuro difícil en la pomposamente llamada “Relación bilateral”.

Kamala Harris en su visita a Douglas, Arizona en la mera frontera prometió, “más medidas” para evitar los cruces fronterizos entre los puertos de entrada, incluida la continuación o el endurecimiento de los límites al acceso al asilo y “cargos penales más severos” para las personas que crucen a los Estados Unidos sin inspección.

Esta candidata presidencial demócrata en nada se parece al presidente Biden, que en todo veía arreglos amigables. Harris sabe que tiene que ser dura y aparecer dura ante la crisis migratoria y todos los problemas que hay en la frontera.

Por eso esta afirmación, de la candidata demócrata en la frontera en Arizona:

“Si alguien no presenta una solicitud de asilo en un punto de entrada legal y, en cambio, cruza nuestra frontera ilegalmente, se le prohibirá recibir asilo”.

Note usted que los demócratas no se molestan en advertir, que los inmigrantes del mundo entero que sean rechazados en la frontera se tendrán que avecindar en México.

Kamala y su partido no se están molestando en pedirle permiso a México primero.

No lo hacen porque lo dan por descontado y aún no sabemos cómo reaccionará a todo esto el gobierno de Sheinbaum.

¿Se quedará callada como el gobierno anterior? ¿forzará a Washington a negociar?

¿Qué tan fácil o difícil hará México esa renegociación?

Gran parte del resto del mensaje de Harris sobre la frontera se centró en el contrabando transfronterizo de fentanilo. El plan de los demócratas es atacar con toda la fuerza el tráfico diario que ocurre abrumadoramente en vehículos en los puertos de entrada fronterizos terrestres.

Si la candidata demócrata llega a la presidencia, prometió contratar más miembros de la patrulla fronteriza, comprar y activar más equipos de detección de fentanilo en todos los puertos de entrada a Estados Unidos.

Otra vez; note usted que no dice nada acerca de revisar los grandes contenedores comerciales, en los que, de acuerdo con el mismo gobierno estadounidense, mucha de la droga mexicana encuentra camino de este lado de la frontera.

Por eso, las encuestas recientes muestran que la gente confía mucho más en Donald Trump, para ponerle orden al tráfico de drogas, fentanilo, gente, dinero en efectivo y armas de fuego. No solo en Arizona sino en toda la frontera con México.

En un discurso pronunciado al día siguiente de que Kamala Harris estuviera en Arizona, Donald Trump en Wisconsin, calificó los comentarios de Harris de “ser tonterías”, y añadió: su vieja acusación de que el gobierno de Biden y de Harris… “Están dejando entrar a gente que va a invadir los hogares estadounidenses”. A esa gente dijo Trump, hay que tratarlas como los animales que son”. Si efectivamente, Donald no ha cambiado.

El futuro de la relación Estados Unidos-México no solo depende en quién será el próximo o la próxima presidenta de Estados Unidos, sino de que partido estará a cargo del Congreso – los demócratas o los republicanos.

Eso nos lleva directo a la elección del congreso estadounidense

Este nuevo congreso que será votado el 5 de noviembre tiene todo el potencial para quedar bajo el control de los republicanos. Si eso ocurre, las cosas se complicarían mucho más.

En México nos debemos acostumbrar a pensar que la Constitución de los Estados Unidos divide los poderes a cargo de la política exterior entre el poder ejecutivo que es la presidencia y el poder legislativo que es el Congreso. Ambos comparten la formulación de la política exterior. Por eso el congreso interviene constantemente en los asuntos exteriores de EE. UU.

Recuerde usted que esta relación entre los dos países debe nutrirse. Al nuevo gobierno mexicano le conviene cultivar la relación con la Casa Blanca, pero en la misma intensidad le conviene también cultivarla en el Capitolio. El presidenta Sheinbaum podría ser más incluyente de lo que fue el presidente anterior.

Ignorar al congreso en Washington, asumiendo que es como el congreso mexicano que está al servicio de la presidencia, es un grave error.

En casi todas estas circunstancias, el Congreso puede apoyar el enfoque del Presidente o tratar de cambiarlo. En el caso de la acción presidencial independiente, puede ser muy difícil cambiar la política en el corto plazo. En el caso de una propuesta legislativadel poder ejecutivo o de tratados y acuerdos internacionales presentados al Senado o a la cámara de representantes para su aprobación, las dos cámaras del Congreso tienen voz decisiva.

Cuando el Congreso no apoya al presidente, las cosas se vuelven difíciles y las relaciones exteriores se complican. Con un congreso republicano las insistencias por llevar acciones drásticas contra el crimen organizado en México no van a dejar de presionar la mano de quien resulte presidente.

Por eso en su relación con México, Estados Unidos tendrá primero que decidir si se hace de la vista gorda ante las tendencias antidemocráticas que se están afianzando en su socio comercial más importante y se centra en cuestiones estrechas y parroquiales en una especie de pacto fáustico o si considera la relación como un todo. Eso dependerá de quién queda en la Casa Blanca.

Para Estados Unidos los desafíos que enfrenta en México la presidenta Claudia Sheinbaum son inherentemente difíciles. El nuevo gobierno heredó un país con niveles persistentemente altos de violencia y, con lo que parecen ser, instituciones más débiles y hasta con retroceso democrático.

A la presidenta de México le tocará demostrar, si estas percepciones que hay en Washington, son ciertas o falsas

La gran ventaja que tiene es el enorme capital político que heredó del presidente mexicano saliente. En Washington hay quien la ve como alguien con talento para solucionar problemas y para aportar energía fresca y ofrecer resultados pronto.

Por eso se dice que su capacidad de hacer esto último, definirá como tendrán que ser las relaciones del nuevo gobierno de México con el futuro gobierno de EE. UU.

Durante tres décadas Armando Guzmán ha estado al frente de las coberturas noticiosas más importantes en Washington DC. Televisión, Radio, Prensa escrita, Internet. Armando tiene una presencia diaria en todos los medios en México y Estados Unidos cubriendo los ángulos más serios de las noticias y emitiendo un análisis imparcial, claro y a fondo. Es el periodista que más sabe y entiende lo que ocurre en Estados Unidos, y conoce y entiende también lo que ocurre en México. Conoce a las figuras nacionales estadounidenses que hacen noticia, y lo mas importante esas figuras lo conocen y respetan su trabajo.

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