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¿Una república sin republicanos?
La semana que acaba de transcurrir obliga a una sola pregunta: ¿Cómo puede sobrevivir una república, si carece de ciudadanos, de funcionarios, de consejeros, de ministros de la Corte o de personas, sencillamente, comprometidas con “SER” o con tratar de conservarnos como una república democrática, representativa, laica y federal?
Esta semana hay pruebas dramáticas y contundentes de que esa especie escasea en nuestra sociedad y en particular en nuestra clase política y, hasta en la iniciativa privada. No me imagino a ningún personaje público pronunciando una frase, ante la posible muerte de su padre, diciendo: “La patria es primero”. Vencidos por sus vicios, la complicidad, la corrupción o el mal comportamiento en la intimidad, no queda defensor posible ante el poder, el chantaje o la obsecuencia.
En el caso, reciente, del ministro Pérez Dayan el martes pasado, no encuentro coherencia, sino un abandono, por las razones que uno pueda imaginarse o que sabemos por las dos carpetas de investigación levantadas contra él, que expliquen su renuncia a defender la democracia y la república con un poco de sentido común.
Si no hay demócratas, valientes y dispuestos a defender valores esenciales, para los cuales se les nombró, es que realmente los mecanismos institucionales fueron y son frágiles y deficientes. A la hora de atorarle a la defensa de sus propias instituciones, literalmente (como dirían en mi pueblo) le sacaron al parche. No ha sido Pérez Dayan, únicamente. Lo fueron en un principio los consejeros de casi todos los órganos autónomos incluido el INE y el TEPJF.
En un país de cobardes, de mal portados, de corruptos factuales, de culpables de su propio pasado que sólo ellos han construido, con su comportamiento libre, pero eso si con sus excelentes relaciones públicas, lo único que podemos esperar es que el INE se doble, que el tribunal federal electoral, todos los órganos autónomos y sus dirigentes y todo lo demás sólo pueda “doblarse”, entregarse al poder de la fuerza y la narrativa política de su representación por demás espuria y sencillamente mitológica, sobre su representación popular incontestable.
¿Me sigo preguntando para qué? ¿Qué proyecto elocuente, racional y alternativo a construir el mayor mercado del mundo y usar esa alternativa para traer beneficios al pueblo estarán pensando? A lo mejor ya no entiendo porque estamos en esta nueva etapa del mundo, la del populismo creciendo y apoderándose de la democracia liberal aquí, en EEUU y en todo el mundo.
A lo mejor me llama la atención la elección de un hombre en la mayor potencia del mundo que no respeta los derechos humanos básicos o le molestan las diferencias raciales, sexuales o de derechos humanos.
A lo mejor no entiendo como el presidente de la mesa del senado de la república amenaza a algunos de sus pares y se trata de imponer con la fuerza de su representación conseguida a fuerza de presiones, amenazas y chantajes. Todos sabemos que la política puede ser un horror, pero hay horrores que tienen más pudor que otros.
La semana ha sido terrible. No nos podemos hacer cargo ni aquilatar sus consecuencias profundas, pero ya se ha dicho de muchas maneras. Se acabó la división de poderes y el control constitucional. Lamentablemente en la persona de un ministrocaerá la responsabilidad histórica de haberse dejado vencer, presionar y amedrentar. Pero los culpables somos todos los demás, también. Hemos llegado a un grado de descomposición que permea a la sociedad toda. La política de nuestros tiemposha cambiado. Es un horror que no habíamos imaginado, pero vestida de apoyo popular.
Cuando la política es un horror, pero podemos conbatirla por medios institucionales, juzgarla o rechazarla hay esperanza.Cuando el horror se viste de deseo popular, lo único que queda es eso. Algo indefendible. La imposición de la fuerza, de la razón irracional de la mayoría y un tufillo de que lo están haciendo es, en el fondo una mierda, pero son muchos, según ellos y con eso basta. Nada más, pero nada menos, también.