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La Comarca festeja su cuarto título

Con goles de Daniel Ludueña y Oribe Peralta, el equipo de Torreón se llevó la Liga. Benjamín Galindo ganó su primer título como entrenador.

Torreón, Coah. Las lágrimas aparecieron de nuevo, pero esta vez no fueron acompañadas de frustración sino de alegría, satisfacción, orgullo. De pronto apareció Oswaldo dando pequeños saltos, en pleno drama, con los brazos extendidos, los puños cerrados, mientras Daniel Ludueña y compañía se secaban su rostro, esbozando una sonrisa, para finalmente asimilar que cuatro finales de Liga después llegó el campeonato.

No importó que el partido llevara concluido 10 minutos, porque mucho tiempo después Benjamín Galindo, entrenador de Santos, volaba una y otra vez, impulsado por sus jugadores, que ayer se impusieron 2-1 (3-2 global) a Monterrey y le pusieron la cuarta estrella a la playera del equipo que, cuando tuvo su cuarta final en apenas dos años y medio, pudo sacudirse la etiqueta del ya merito, del subcampeonísimo, como los señalaban sus detractores.

Siempre hay una primera vez , dijo Galindo un día antes del partido. Al Maestro le llegó su primer título como entrenador luego de perder dos finales (una con Cruz Azul y otra con Santos) de la mano de un grupo de futbolistas que demostraron carácter, que no supieron de fobias por los fracasos del pasado, que anoche le hicieron perder por primera ocasión una serie por la corona a Víctor Manuel Vucetich, estratega que tenía ganados 12 de 12 trofeos en disputa.

Muy pronto estalló el Corona, estadio que vio cómo 30,000 almas explotaron al minuto 6, luego de que Daniel Ludueña recibiera un pase de Darwin Quintero, para derrochar talento, con la pelota pegada a sus botines, con un recorte incluido y mandar un zapatazo cruzado que chocó con las redes, que alimentó la esperanza y la fe de Galindo, quien entrecruzaba las manos, se secaba el sudor y respiraba hondo.

Y su maestría como entrenador comenzó a cobrar forma en el complemento cuando de nueva cuenta apareció Hachita, quien hizo pared con Oribe Peralta, atacante al que habilitó para que fusilara al guardameta, y logró que las lágrimas comenzaran a derramarse en las tribunas, que Benjamín ansiara el final para, por fin, sacudirse la maldición del subcampeón.

Apenas chocó el balón con las redes, el técnico santista se aferró a su cronómetro, a agrupar a su defensa, que se puso nerviosa con el tanto de Aldo de Nigris, delantero que con un zurdazo cruzado le puso algo de drama a la recta final, con 12 minutos por jugarse.

Pero no. Anoche a Santos le tocaba ser protagonista, irse con la sonrisa en el rostro, con la copa en su poder, trofeo que ansiaron besar desde que Roberto García Orozco decretó el final del juego y desató una locura en la cancha, con Oswaldo eufórico y un Benjamín Galindo mesurado al principio y contagiado después por sus pupilos que se cansaron de llorar, de dar saltos, mirar al cielo y lanzar plegarias para finalmente colgarse la medalla, acariciar el metal dorado, dar la vuelta olímpica y borrar cualquier huella del equipo que siempre se quedaba a un paso.

Daniel Ludueña, el talismán de Torreón

La Comarca le aplaude a su ídolo mientras toda la afición de River Plate, club con el que debutó en el 2001, debe seguir lamentándose por haber carecido de paciencia.

Sí, mientras hoy, en Torreón, todo mundo festeja en gran medida por el talento que emana de sus botines, los Millonarios deben anhelar contar con un crack como él, que pueda llevarlos de regreso a la Primera División luego de un año de sufrir en Segunda.

Pero el argentino Daniel Ludueña parece estar predispuesto para brillar con la camiseta de Santos, ésa que ha defendido ya en 200 ocasiones, con la que ha festejado 59 goles, a la que, con la de ayer, le ha puesto dos estrellas, la ha bañado de gloria.

Anoche, con una soberbia actuación, con una anotación y una asistencia, El Hachita se echó al equipo al hombro, destiló talento, clase, desató una fiesta que aún no termina en La Comarca, un festejo que había aguardado por mucho tiempo y que ayer la afición le agradeció.

El gol a los seis minutos de juego que encaminó a su equipo al título se une en su historia llena de éxitos en Torreón al título que conquistó con Santos hace cuatro años, el cual también salió de sus botines, con un preciso tiro libre que superó a Yosgart Gutiérrez.

Mientras en el seno del equipo dirigido por Benjamín Galindo todavía saborean el zapatazo cruzado de Ludueña, en River Plate deben sentir envidia, frustración por haberlo dejado partir, poner en duda su calidad.

Habilidoso como su padre, Daniel siempre ofreció gambetas cortas y toques precisos cada vez que le tocó entrar como enganche, volante por la derecha, por la izquierda o media punta. Siempre insinuó ser un jugador distinto y con pasta de crack, pero nunca llegó a demostrarlo. O por lo menos en River , se puede leer en una reseña que describe al mediocampista que llegó a México en el 2005 en el portal del club millonario.

Y en River tenían razón de sobra, porque tras haber destacado con Tecos en el 2006, Santos compró su ficha, su talento, clase, futbol, que vinieron perfecto a lo que el club requería y hoy les ha dado dos títulos, numerosas tardes alegres, ilusión para el futuro, situación que no pudo presentarse en Argentina por falta de paciencia, por subestimar su talento.

carlos.herrera@eleconomista.mx

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