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Pemex debería plantearse dejar negocios secundarios, coinciden analistas

La estatal también debe seleccionar con mayor cuidado los proyectos de exploración y producción y mantener los que sean costeables, afirman especialistas del sector.

Foto: EE Archivo.

La última degradación de la nota crediticia de Petróleos Mexicanos (Pemex), en que Fitch Ratings disminuyó la calificación desde “BB+” hasta “BB”, con una perspectiva Negativa, obligará a la empresa a reducir costos y a seleccionar con mucho mayor cuidado los costos en los proyectos de exploración y producción y transformación, e incluso a deshacerse de actividades no primordiales, además de buscar alternativas para involucrar al sector privado en sus negocios, consideraron analistas del sector energético mexicano.

Y es que, según la calificadora, las rebajas del pasado viernes reflejan el continuo deterioro del perfil de crédito independiente (SCP) de la compañía a “ccc-” en medio de la recesión en la industria mundial del petróleo y el gas y el debilitamiento del vínculo crediticio entre México y Pemex.

De ahí que Gonzalo Monroy, experto en energía, explicó a El Economista que, en primer término, Pemex debe reducir su gasto en todas las áreas que no son exploración y producción, lo que significa bajar la carga en las refinerías para aprovechar los precios bajos de los refinados. Esto podría incluir la venta de activos no estratégicos, como refinerías, plantas petroquímicas y complejos de procesamiento de gas que, aunque parezca irreal, sería factible en un escenario de precios bajos y reducción de la demanda global de petrolíferos.

Además, dentro de Pemex Exploración y Producción, una estrategia para elevar su atractivo y mejorar sus flujos sería suspender la perforación de todos los campos que no sean rentables, incluyendo los campos prioritarios.

Monroy consideró que se debe también buscar nuevos negocios: “usar los pozos abandonados para almacenar crudo de Pemex, para no malbaratarlo o rentarlo a terceros que están buscando lugares donde almacenar. Dentro de lo irreal, pero necesario, con la venta de activos, la reducción de la planta laboral por al menos 60,000 trabajadores. Con todo eso, se le puede dar la vuelta”, aseveró.

Por su parte, el analista del sector energético mexicano, Arturo Carranza, explicó que el diseño y la instrumentación de una estrategia para reducir costos de operación debe ser, de cara a la crisis petrolera global, el punto de partida de una serie de acciones que le permitan a la empresa sortear la crisis.

Por tanto, esta estrategia debe incluir dos acciones muy particulares: acelerar la migración de asignaciones a contratos de exploración y producción para mejorar su régimen fiscal e involucrar, mediante formas novedosas, al sector privado en proyectos de exploración que son relevantes para Pemex.

“En otras palabras, hablar de retomar las asociaciones (farmouts) entre Pemex y privados en algunos campos prioritarios”, enfatizó, “no podemos pasar por alto la urgencia de programar y recetar estas acciones cuanto antes”.

Asimismo, consideró que la estatal debe trabajar con la SHCP y el Congreso en un plan de mediano plazo que reduzca la carga fiscal de la petrolera con la intención de que pueda, en los siguientes años, explotar campos que no son rentables en un contexto de precios bajos, enfatizó el experto.

La semana pasada, Standard & Poor’s redujo también, en un escalón, la calificación soberana de México en moneda extranjera de “BBB+” a “BBB”, y la puso en perspectiva Negativa, ante el impacto del coronavirus y la caída en los precios del petróleo, factores que mermarán el crecimiento de la economía. De igual forma, recortó la nota crediticia de Pemex, a “BBB”, argumentando la relación con la nota soberana.

kgarcia@eleconomista.com.mx

Karol García es reportera de Empresas y Negocios.

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