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Política

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Michoacán, dos décadas anidando al narcotráfico

Mientras que en Sinaloa, Jalisco, Baja California y Tamaulipas a finales de la década de los 90 el Ejército daba una batalla a los cárteles dedicados al trasiego de drogas, este delito en Michoacán ni si quiera aparecía en la base de datos de la PGR.

Desde hace dos décadas, Michoacán vive bajo la sombra del miedo. En esa entidad, el narcotráfico se ha desarrollado con el apoyo y el disimulo de instancias de los tres niveles de gobierno. El tema no es nuevo y lo que en buena medida dificultó su combate fue su tardío descubrimiento.

En 1997, mientras que en Sinaloa, Jalisco, Baja California y Tamaulipas, el Ejército daba una batalla a los diferentes cárteles y grupos delincuenciales dedicados al trasiego de drogas, en Michoacán, ni siquiera aparecía en la base de datos de la Procuraduría General de la República.

Fue hasta 1998, con las denuncias periodísticas, que la opinión pública volvió su vista al estado.

En ese momento, los grupos del narcotráfico se concentraban desde Uruapan hacia el Pacífico hasta la llamada Tierra Caliente, cuya capital geográfica es Apatzingán.

Los Chelos de Coalcomán, Los Tirado de Apatzingán, Los Naranjo de la Huacana, Los Valencia de Zitácuaro y Los Valencia de Uruapan eran las bandas operantes.

Este último se convirtió con el paso de los años en el más poderoso y relacionado de Michoacán, al hacer una alianza estratégica con los Arellano Félix, dado que Cristian Valencia fue novio de una de las hijas de Benjamín Arellano Félix.

También en 1998, la opinión pública comenzó a dar cuenta de las narcoactividades en el estado y se ponía al descubierto la red de protección gubernamental que tenían los cárteles.

Entonces, la coincidencia más significativa era que, detrás de la protección a los delincuentes, por lo menos en el caso de la Cártel de los Valencia de Uruapan, estaban personajes cercanos al Gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí; al secretario general de Gobierno, Antonio García Torres; y al procurador de justicia estatal, Eduardo García Torres; a quienes llamaba los hermanos Almada.

En ese mismo año, se llevó a cabo la remoción del personal de la subdelegación de la PGR en Uruapan, el despido de cuando menos tres comandantes de la Policía Judicial del estado y la huida de más de 13 agentes de esa misma corporación. Todos, señalados como protectores de los narcos.

Por aquellos años, la actividad relacionada con el tráfico de drogas se acotaba a la producción de mariguana. Sin embrago, al siguiente año, en 1999, los Valencia, encabezados por Fernando y Manuel, probaron la elaboración de drogas de diseño, principalmente, cristal.

Asimismo, los michoacanos inau­guraron otra forma de transportar el cristal.

Lo hacían en vehículos pequeños, nada ostentosos y con compartimentos reducidos -clavos-, donde colocaban no más de 1 kilo de droga en cada envío.

Para el 2000, los Valencia establecieron relaciones con un cártel tamaulipeco denominado Los Gordos, con sede en Ciudad Miguel Alemán, a la postre, este grupo sería el inicio de lo que se conoció como Cártel de El Golfo.

Sin embargo la descomposición política de la entidad da paso a lo que se llamó La Empresa y es así que un maestro rural, Servando Gómez Martínez, La Tuta, aprovecha su relación con los centros de rehabilitación para formar un ejército de jóvenes y vender protección a la población ante la falta de acción por parte de la autoridad formal

Hasta ese momento, en el círculo del narco se encontraba focalizado en Uruapan, Zitácuaro, Apat­zingán, Nueva Italia, Coalcomán y el puerto Lázaro Cárdenas. Hacia la región purépecha y Morelia, no se hablaba nada del tema.

En el 2004, La Empresa se ligó al Cártel de Sinaloa, encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán, y entonces se formó La Familia Michoacana con Arnoldo Rueda Medina, La Minsa; Carlos Rosales Mendoza, El Tísico; Jesús La Changa Méndez, Nazario Moreno González, El Chayo o El Más Loco; y Servando Gómez, La Tuta, al frente de la organización, para combatir y expulsar a Los Zetas del estado.

La Familia Michoacana además de proteger el tráfico de drogas, trabaja en dos vertientes: afiliar a la clase política, y santificar su actividad, es el caso de Nazario Moreno, El Chayo, quien se presentaba, no como narco, sino como predicador, lo que provoca que tengan una base social importante.

Cuando Calderón llegó al gobierno federal, lo primero que hizo fue enviar a 7,000 efectivos para restablecer el orden en la entidad.

El escándalo de la narcopolítica se presenta con fuerza e incluso el fenómeno lleva a la cárcel a varios presidentes municipales.

En el 2009, el expresidente municipal de Apatzingán, Genaro Guizar Valencia, quedó formalmente preso en Nayarit y los presidentes municipales Audel Méndez Chávez, de Coahuayana; José Cortez Ramos, de Aquila, y Osvaldo Esquivel Lucatero, de Buenavista, fueron arraigados.

En el mismo año, Monte Alejandro Rubido García, Secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, da a conocer la eventual relación de Julio César Godoy Toscano, Diputado federal electo por el PRD y medio hermano del Gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, y Saúl Solís Solís, excandidato a legislador por el PVEM por Apatzingán, con La Familia.

El funcionario afirmó en su momento que, de acuerdo con reportes de inteligencia, Godoy Toscano operaba redes de protección institucional en la región de Lázaro Cárdenas, Arteaga y Nueva Italia, bajo las órdenes directas de La Tuta; Solís, mejor conocido por los michoacanos como El Lince, primo de Enrique Plancarte Solís, otro de los líderes de La Familia. 

Es esta complicidad la que propicia que el grupo criminal de La Familia Michoacana, ahora convertida en Los Caballeros Templarios, logre un circuito de cobro de cuotas que se extiende a toda la entidad, que impacta a los sectores productivos y a la población.

Hoy, las cosas no son tan diferentes. El presidente Peña Nieto está desplegando el aparato de gobierno en el estado. Los Templarios junto con el Cártel de Sinaloa, luchan contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, también llamados Los Torcidos- y Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, exmiembro de la familia michoacana.

Sin embargo, hoy la situación es más complicada y la cereza en este pastel son las llamadas fuerzas de autodefensa que, supuestamente, combaten a los narcos y las cuales ya operan en varios municipios terracalentanos.

politica@eleconomista.mx

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