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7 recomendaciones para modernizar los programas de formación profesional en México
El 85% de las personas en algún esquema de educación profesional se cambió a clases en línea por el impacto de la emergencia sanitaria. Pero no toda la población tenía condiciones para hacerlo, una parte quedó rezagada y con más posibilidades de continuar en el desempleo.
La población joven en América Latina y el Caribe ha recuperado plazas de trabajo con mayor velocidad que la adulta, pero su tasa de desempleo, de 21.4%, es incluso más alta que antes de la pandemia, cuando se ubicaba en 18 por ciento. Y es más del doble de la tasa para personas mayores de 24 años, la cual es de 9.6 por ciento, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De acuerdo con el Panorama Laboral 2021 de la OIT para la región presentado esta semana, una de cada dos personas trabaja en el sector informal. Es decir, sin estabilidad en su empleo, sin prestaciones o seguridad social, acceso a la salud, incapacidades pagadas y opción a pensión por jubilación.
Este problema afecta principalmente a las personas jóvenes. Pero las probabilidades de ingresar y permanecer en ese sector aumentan si son mujeres, madres, personas migrantes, racializadas y con baja escolaridad.
La capacitación es uno de los elementos más importantes para obtener un empleo digno, señala la OIT. En la pandemia, “alrededor de 85% de participantes de cursos y programas de formación profesional tuvieron que continuar a distancia, transitando de una modalidad presencial a una virtual, de un día a otro”.
Sin embargo, no todas las personas pudieron continuar sus procesos formativos por la falta de internet, un equipo informático adecuado o un espacio propicio para el aprendizaje en sus hogares.
Quienes desde adolescentes comienzan a trabajar, o son jóvenes con poca experiencia y menor desarrollo de habilidades laborales, es probable que tengan una mayor rotación ocupacional. El que cambien constantemente de empleo dificulta de nuevo “la posibilidad de acumular calificaciones específicas”.
Y si además hay pocas ofertas laborales para personas jóvenes, tienen menos probabilidad de conseguir un trabajo y más riesgo de que les despidan. Esta situación puede desalentarles “a la búsqueda de empleo o de iniciar o continuar con los estudios”.
En el documento, la OIT comparte siete recomendaciones para afrontar el desafío de la formación profesional “y responder a las nuevas necesidades del mercado de trabajo y demandas del sector productivo”.
1. Modernizar los programas educativos
Orientar los programas de formación profesional al desarrollo de habilidades transversales, incluidas las digitales. Estos deben ser flexibles y diversos para subsanar carencias de la educación y responder a la realidad de las diferentes poblaciones de jóvenes.
Lo mejor es optar por programas de aprendizaje acelerado, con módulos cortos y simples en habilidades básicas de cuidado, digitales y socioemocionales. Además, las instituciones de formación profesional deben capacitar y recalificar a jóvenes en las competencias requeridas por los llamados empleos verdes.
2. Facilitar el acceso a dispositivos digitales y a la conectividad
Fortalecer las iniciativas de educación a través de la televisión, radio, en línea y en modalidad híbrida, combinándolo con la presencialidad. Invertir en tecnología educativa, educación a distancia “para garantizar la continuidad de los aprendizajes desde los hogares”.
Diseñar herramientas digitales para contextos de baja conectividad y de utilización en dispositivos móviles básicos. Además, drindar subsidios para transporte y manutención para quienes se encuentran en situaciones más desfavorables y garantizar gratuitamente el acceso a banda ancha para su formación profesional.
“Que la conectividad no constituya un obstáculo para el avance de la digitalización e implique un mayor riesgo de exclusión”. Pues el rezago de habilidades digitales les impide acceder al teletrabajo.
3. Impulsar la formación activa de docentes
La digitalización acelerada por la covid-19 “implicó e implicará el desarrollo de nuevas competencias y habilidades por parte de los docentes y formadores, tornándose imprescindible aumentar sus habilidades digitales”.
Los gobiernos y las empresas deben ampliar la formación docente para el manejo de herramientas digitales, plataformas para el aprendizaje, diseño de cursos mediante el uso de tecnologías y la facilitación en la formación a distancia.
4. Fomentar un mayor vínculo con el mercado del trabajo y sus necesidades
Estar al tanto de las nuevas habilidades y competencias que requiere el mercado laboral ayudará a que las instituciones de formación profesional se anticipen a las demandas de formación.
Se requiere “la generación o fortalecimiento de observatorios o áreas dedicadas a la recolección, análisis y seguimiento de datos del mercado de trabajo que cuenten con herramientas de análisis masivo de datos”. También permitirán dar seguimiento a las tendencias del mercado de trabajo y conocer las brechas existentes entre los empleos y competencias quienes soliciten empleo.
5. Prever mayores mecanismos para evaluación de las políticas públicas
Monitorear las políticas y programas de formación profesional orientados a la digitalización de las instituciones. Evaluar también las acciones de formación y sus resultados para contar con insumos para mejorarlas.
"Es necesario realizar el monitoreo y la evaluación de las políticas de formación profesional y de las acciones de formación y sus resultados, de forma tal de contar con insumos para mejorarlas y tomas decisiones".
6.- Reforzar los esquemas de financiamiento para la formación profesional
Asignar más recursos para la implementación de políticas activas del mercado de trabajo e implementar un seguro de desempleo. Considerar además, mayores partidas para programas enfocados en la formación de competencias laborales de alta demanda.
"Se torna relevante subrayar la importancia que tiene fortalecer el ámbito de acción de la formación profesional, porque es clave para la recalificación y reconversión de los trabajadores jóvenes, así como para el desarrollo de habilidades transversales y digitales que parecen fundamentales en momentos de recuperación y de transformación productiva y son cada vez más demandadas".
7. Desarrollar un sistema nacional de cuidados
La OIT también menciona que es necesario analizar la provisión de cuidados no remunerados, que en su mayoría realizan las mujeres. Las políticas “no han considerado los desafíos específicos que enfrentaron y enfrentan”.
Por ello, es fundamental que las políticas de formación profesional tengan una perspectiva de género y articularlas con otras medidas del mercado laboral y de protección social.
"En este contexto altamente cambiante el desafío para la formación profesional es lograr responder a las nuevas necesidades del mercado de trabajo y demandas del sector productivo, acompañándolas de forma articulada con políticas de desarrollo productivo y de transformación digital", concluye la OIT.