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Capital Humano

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Casos de depresión se multiplicaron por ocho tras el paso de la pandemia

Antes de la emergencia sanitaria por la Covid-19, el 3.6% de la población en México tenía depresión, pero la crisis disparó su prevalencia al 28% y en las mujeres, al 33 por ciento. No fue sólo el coronavirus, sino también lo vivido en el trabajo antes, durante y después de dicho episodio.

Foto: Especial

Foto: EspecialShutterstock

La depresión tiene distintas causas y la vida laboral es una de ellas. Los problemas en el trabajo “son un componente fundamental para que las personas se depriman”, dice el doctor Arturo Juárez García, coordinador del Observatorio de Factores de Riesgos Psicosociales y Bienestar Organizacional (OFAPSI).

Ya antes de la pandemia de covid-19, no era un problema menor, apunta. “El 3.6% de la población general en México padecía depresión y en la pandemia su prevalencia alcanzó al 28 por ciento. En el caso de las mujeres llegó hasta el 33 por ciento de ellas”.

La situación se tornó muy grave “y el mundo laboral ha sido importantísimo para incrementar los casos de depresión. Muchos estudios hablan del riesgo atribuible, esto significa que si hubiéramos tenido programas de prevención en los lugares de trabajo y otros espacios podríamos haber evitado entre 3 y 4 millones de casos nuevos por año”.

Al investigador le debemos la inclusión del trastorno depresivo en la tabla de enfermedades laborales, que el Senado tiene pendiente aprobar. No lo hizo solo, todo un grupo de especialistas, como Hosanna Rodríguez, expresidenta de la Federación Nacional de Salud en el Trabajo (Fenastac), apoyaron para que esta vez la depresión no quedara fuera de los padecimientos causados por el empleo, como pasó hace unos años.

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) también lo avaló y la incorporó a la propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT), aprobada por la Cámara de Diputados. Era casi imposible seguir disimulando una realidad que existía previo de la pandemia, pero que la covid-19 agravó.

“Es impresionante el número de personas que llegan con sintomatología depresiva asociada a situaciones de su trabajo”, le comentaron sus colegas del Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología. Dicha institución, al igual que el OFAPSI, pertenece a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).

Los problemas que referían y que les habían detonado la depresión tenían que ver con sus empleos: acosos laborales, jornadas excesivas, conflictos con compañeros que no son reconocidos ni atendidos por la empresa, entre otras situaciones, comenta Arturo Juárez.

La violencia en el ambiente laboral, la violencia de género en el trabajo y la violencia exterior que padecen las personas en el ejercicio de su trabajo pueden provocar depresión, señala.

Pero si además todo esto se mezcla con otras condiciones, el riesgo de desarrollar depresión aumenta, advierte. “Por ejemplo, por el simple hecho de ser mujer las probabilidades son 30% más. Dedicarse exclusivamente al trabajo del hogar, cuidar a una persona enferma, pertenecer a un nivel socioeconómico bajo, el desempleo, consumir sustancias adictivas, ser migrante”.

Cuando “hay exposición a factores de riesgo psicosocial, la depresión es una de las consecuencias más frecuentes y contundentes. Gracias a esta evidencia se pudo avanzar” en su incorporación a la tabla de enfermedades del trabajo.

Un trabajo de años y tras bambalinas

Desde hace por lo menos 12 años “se había intentado actualizar la tabla de enfermedades de trabajo. Fue generada en los años 30 del siglo pasado y sólo una vez fue renovada, así que ya no correspondía a la vida actual”, comenta Arturo Juárez.

“Y en lo que se refiere a enfermedades mentales, estaba todavía más desactualizada. En el artículo 513, fracción 161 de la LFT, aparece la neurosis, es lo único. Pero, dada la evolución de los modelos y conceptos en psicología y psiquiatría, ‘neurosis’ ya no aparece en los cuadros clínicos establecidos en las guías actuales”.

En 2011 el investigador en procesos psicosociales del estrés y bienestar laboral, salud ocupacional y psicofisiología del estrés en las personas trabajadoras, fue convocado por primera vez por el gobierno federal para formar parte de un comité técnico que actualizaría la tabla de enfermedades.

En 2016 lo volvieron a llamar para retomar los trabajos. “Yo formaba parte de la comisión de temas de salud mental y para que sean aprobadas las propuestas de cada comisión se pasa por demasiados filtros. Unos de ellos tienen que ver con cuestiones políticas, aparecen representantes de trabajadores y representantes de empresarios”.

En esos filtros, como los describe el doctor en Psicología, la depresión causada por eventos en el entorno laboral no pasó. “Entiendo la resistencia de algunas empresas, porque les implica obligaciones y responsabilidades” que han querido evadir.

Una deuda laboral saldada

“Muchas personas están sufriendo trastornos mentales verdaderamente incapacitantes como resultado de la exposición a riesgos de trabajo”, advierte el profesor. “Como esto es de alguna manera del orden subjetivo y no aparece en la ley, no se había hecho nada al respecto, provocando una serie de injusticias para la población”.

El grupo de especialistas que había pugnado por integrar la depresión y otras condiciones mentales a la tabla de enfermedades del trabajo logró que algunas de sus propuestas fueran integradas en la NOM-035 sobre factores de riesgo psicosocial en el trabajo. “Fue un avance importantísimo”. 

Dado ese paso avanzaron otro. “Hace ya dos años nuevamente nos convocaron y la idea de la comisión era actualizar los contenidos que ya estaban en la tabla. Pero”, dice dudoso, “la verdad sí inicié la polémica. Teníamos una gran deuda con la fuerza laboral, el trastorno depresivo no había sido integrado y las estadísticas nos muestran que este problema ha crecido de manera alarmante”.

Esta vez la resistencia del sector empresarial tuvo que rendirse ante la evidencia científica. Antes los empresarios “argumentaban que la depresión de su personal se debía a un divorcio, a un evento familiar, a temas de su vida personal y que no se podía culpar a una empresa. Incluir la depresión en la tabla era vulnerar a la empresa”.

Precisiones antes de celebrar

La tabla de enfermedades ampliada, con 33 nuevos padecimientos, aún no es un hecho. Se necesita una reforma a la LFT para actualizarla. La Cámara de Diputados ya hizo lo propio y ahora falta que el proyecto lo apruebe el Senado.

Luego, la enfermedad, en este caso la depresión, debe haber sido causada por el trabajo para apelar a los beneficios de esta tabla, como la incapacidad.

“La tabla se refiere a enfermedades que están en una condición específica, con un cuadro clínico establecido en las guías clínicas correspondientes”, explica el doctor Arturo Juárez.

El trastorno depresivo no es pasajero, “le provoca una incapacidad a la persona para realizar actividades cotidianas. Presenta episodios de tristeza, pero no es el único, hay una incapacidad para sentir placer, tiene dificultades ya para realizar comunes y corrientes, hay un deterioro en las capacidades cognitivas”.

Hay varios tipos de depresión y dependiendo de ellos será la temporalidad y los síntomas, concluye.

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