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Capital Humano

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El mundo del trabajo de Betty, la fea: De la pantalla a la vida real

A través de la vida de Beatriz Pinzón, esta telenovela explora las dinámicas de trabajo en Ecomoda, y que toca temas tan actuales como la discriminación, la lucha por el reconocimiento, la violencia laboral, la cultura organizacional tóxica, el liderazgo y hasta los amigos de los jefes.

Hace 25 años una telenovela colombiana rompió todos los récords, se convirtió en un fenómeno y se hicieron diversas versiones: Yo soy Betty, la fea. Pero más allá de la historia romántica, y el amor imposible entre la secretaria y su jefe, y la consolidación de éste. La historia producida por Fernando Gaitán en 1999 es un acercamiento a la vida laboral, a lo que hoy muchos denominan como “el godinato”. Tal vez es parte de su encanto y uno de los ingredientes de su éxito.

A través de la vida de Beatriz Pinzón, esta telenovela explora las dinámicas del trabajo de una empresa de moda, Ecomoda, y que toca temas tan actuales como la discriminación, la lucha por el reconocimiento, la violencia laboral, la cultura organizacional tóxica, así como el liderazgo, las tribus y los amigos de los jefes.

Este 19 de julio se estrena una nueva temporada que retomará la historia de Beatriz veinte años después. Y es el pretexto ideal para destacar las lecciones sobre el mundo laboral de la primera versión de esta telenovela.

Como es de esperarse el mundo de la moda recibe de muy mala manera a una mujer a la que le importa poco su imagen, usa brackets y un copete que son parte de las características que saltan a la vista. En Ecomoda, tal vez como en muchas organizaciones aún, predomina el “como te ven te tratan”, antes que las competencias profesionales.

En ese sentido, Daniela Blank, CEO de GROW, dice que los ambientes laborales tóxicos son aquellos donde reina la falta de respeto, el bullying, falta de ética, tal como ocurre con Betty.

“La cultura tóxica tiene graves efectos en la productividad de la empresa. En ellas hay alta rotación, hay poco compromiso de las personas hacia la empresa y hacia los resultados y sobre todo hay mucho chisme, lo que hace que se pierda el tiempo y se tergiverse la información e intenciones”, advierte.

Parte de esta cultura tóxica se encuentra en la élite de la empresa: Marcela Valencia, gerente de puntos de venta, una mujer de buena familia, con clase, elegante y muy guapa, que representa los estándares de belleza contra los que Betty lucha, y que la convierten en un manojo de burlas constantes.

En este grupo también se encuentra el diseñador de moda estrella de la empresa, Hugo Lombardi; así como la otra secretaria de presidencia, Patricia Fernández, que también es la mejor amiga de Marcela Valencia, y quienes hacen la vida de cuadritos a la protagonista.

Todos estos personajes constantemente le recuerdan a Beatriz Pinzón Solano que su lugar está en una bodega que tiene como oficina, porque no tiene la imagen para ser la secretaria del presidente de Ecomoda, el señor Armando Mendoza.

Daniela Blank refiere que la apariencia física sigue siendo importante para que una persona sea reconocida en el mundo laboral.

No obstante, la especialista afirma que en muchas ocasiones se trata de sesgos cognitivos, es decir, no se hace a propósito. Pero sí existen estudios que demuestran como las personas con mayor atractivo físico obtienen mejores oportunidades laborales.

Este es el caso de Patricia Fernández, que pese a no tener la carrera completa de Finanzas, tiene un mejor sueldo que Beatriz Pinzón Solano, pero que es guapa y va acorde a la imagen que quiere proyectar Ecomoda.

El efecto de esto, comenta la CEO de GROW, es la inconformidad porque es obvio para todos que existen otros colaboradores que tienen mejores habilidades, liderazgo o capacidades para asumir roles.

Al respecto, un estudio de la Fundación Forge, evidencia que los jóvenes de entre 18 y 25 años consideran que el acceso a un empleo es complicado y la razón principal, según el 44% de los encuestados es la apariencia física que se convierte en una barrera para ingresar al mercado laboral.

El acoso y la violencia en el mundo laboral de Betty

La novela colombiana también refleja el acoso laboral y la competitividad feroz entre los colaboradores. Gustavo Olarte, vicepresidente financiero, hace todo lo posible por boicotear el trabajo de Beatriz, hasta el día que lo despiden.

Por su parte, Armando Mendoza, presidente de Ecomoda, y Mario Calderón, vicepresidente comercial, son las personas más cercanas a Betty, un par de mujeriegos, crean toda una estrategia fallida para cumplir las metas de operación inalcanzables, incluyendo el enamorar a Betty para que no se quede con la empresa.

La figura del jefe guapo al que la secretaria le resuelve la vida, no sólo laboral, sino también personal, está dibujada a la perfección a través de estos personajes, que son medulares en la historia, porque también comparten el clasismo de los demás integrantes de la Junta Directiva.

Al respecto, Daniela Blank, señala que la violencia laboral crea una cultura de miedo y poca transparencia, e incluso puede meter a la empresa en problemas legales. “También genera rotación de personas y baja la productividad. Estos acontecimientos son peores dentro de una cultura tóxica y debe haber cero tolerancias hacia ellos”.

Además de que Betty hace un trabajo por el que no se le paga, no es valorado y mucho menos reconocido.

Para Daniela Blank, la falta de reconocimiento baja la moral de las personas que tienen potencial. “En la mayoría de las ocasiones terminan saliendo de la empresa a donde sí son valoradas y tenga oportunidades. Hay casos en que estas personas se quedan porque quizás tienen autoestima baja y no conocen su verdadero valor”, refiere.

En ese sentido, dice que hay mucho trabajo de autoconocimiento y autoestima que hacer con personas de grupos vulnerables como mujeres que no saben pedir por lo que valen.

Y finalmente, dentro de un mundo de apariencias y superficialidad, Betty encuentra a un grupo de amigas que la apoyan, le dan confianza, y se convierten en el soporte que la lleva a sentirse un poco más segura en un mundo que no es el suyo. Hoy la mayoría de los colaboradores tienen “un cuartel de las feas” en el trabajo.

La confianza desde el liderazgo

La transformación física de Betty es una alegoría para mostrar cómo crece su confianza en sí misma, sus habilidades con un cambio superficial. Más adelante, todos los que se burlaron de ella la tienen que asumir como la presidenta de la empresa, lo que es un símbolo de empoderamiento y liderazgo.

Para la especialista en cultura organizacional, cuando en los entornos laborales se considera que hay corrupción en la promoción de personas que no tienen los méritos, sino por preferencias personales, es un valor que puede permear en toda la cultura.

“Las personas estrellas, que son excelentes en su trabajo y no ven esas oportunidades para ellos, se van a frustrar y probablemente busquen otros lugares de trabajo. Y para el resto, entenderán que las normas no funcionan igual para todos. Entonces los más "vivos" buscarán acercarse a estas personas que tienen preferencias. Y esto es lo que empieza a generar estos grupitos, o clanes dentro de las empresas que realmente son poco funcionales y poco productivos”, explica.

En un mundo de apariencias, la historia de Betty identifica a personas que luchan por ser valoradas por su trabajo y habilidades en lugar de ser juzgadas por su apariencia.

Fernando Gaitán, tal vez sin saberlo, creó con Betty, la fea, una crítica social profunda, que invita a los televidentes a reflexionar sobre la justicia, la aceptación y el verdadero valor de las personas en el ámbito laboral.

Periodista especializada en temas financieros y económicos; hoy también escribe sobre empleo, carrera, políticas laborales, salud mental en el trabajo, desarrollo profesional, marca personal.

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