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El trabajo en México después de la pandemia, ¿nueva normalidad o anormalidad?
La anormalidad laboral existe y se ve reflejada en aquellos trabajos que no dan el derecho a la seguridad social y a prestaciones laborales, en muchas ocasiones pagando sólo salarios mínimos.
La mayoría de las entidades federativas en México ya está en semáforo de riesgo por la covid-19 en color verde según las cifras de la Secretaría de Salud. Por fin, dicen los empresarios, regresaran a la normalidad en busca de la estabilidad. Ahora el cuestionamiento es si verdaderamente regresaremos a la normalidad o seguiremos en la anormalidad de las relaciones obrero-patronales.
Sí, la anormalidad existe por los trabajos informales o atípicos, los que han aumentado debido al desempleo, cuya tasa se ubicó en mayo de 2021 en 4%, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Anormalidad que se ve también reflejada en aquellos trabajos que no dan el derecho a la seguridad social y a prestaciones laborales, en muchas ocasiones pagando sólo salarios mínimos.
En abril del año pasado, las empresas consideradas no esenciales por el gobierno federal tuvieron que cerrar sus puertas o suspender sus actividades presenciales de manera completa hasta en tanto el semáforo epidemiológico estuviera en color verde. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 12.5 millones de personas salieron de la población económicamente activa debido a dicha medida, el 93.1% ya ha retornado a una ocupación.
El impacto de la pandemia en el mercado laboral llevó a una disminución en los trabajos formales, el crecimiento en los trabajos informales y, por supuesto, el aumento en el desempleo, creando con ello, en muchos casos, inseguridad, vandalismo, violencia intrafamiliar y demás conductas que lastiman a nuestra sociedad.
Tal vez sea difícil de entender ¿cómo un patrón puede seguir pagando salarios y prestaciones laborales sin poder abrir su negocio al público? Pues sí, aunque suene increíble, en México así fue, ya que derivado de que la emergencia sanitaria por causas de fuerza mayor por covid-19 no fue catalogada como una contingencia sanitaria, la clase patronal estuvo obligada a seguir pagando salarios y prestaciones laborales a sus trabajadores, esto en beneficio de la clase laborante y no así de la clase empresarial. Esto no quiere decir que se esté en contra de dicha disposición, pero sí resulta inaceptable que el Estado no implementó políticas fiscales en apoyo a la clase empresarial.
La nueva normalidad en el marco del semáforo verde conlleva al regreso de toda la población laboral a sus trabajos presenciales, sin importar edad, estado vulnerable o capacidad física. Sin excepción alguna, desde luego injustificada, deben regresar a sus empleos con las mismas condiciones laborales, mismo salario e igual condición de seguridad social.
He aquí las grandes dudas: ¿Qué pasará con aquéllos que vieron terminadas sus relaciones laborales, o con aquéllos que las suspendieron bajo la incredulidad del qué pasará o aquéllos que necesitan trabajar más, ya sea laborando tiempo extra o prestando otra relación laboral, todo ello para poder tener un ingreso los más cercano a lo digno y decente?
La ENOE indica que las personas ocupadas que tienen la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual les demanda pasaron de 5.1 millones en marzo de 2020 a 7.1 millones en mayo de este año. En el mismo mes del año pasado, esta cifra llegó a su momento más crítico, abarcando a 13.6 millones de personas subocupadas, es decir, requiriendo trabajar mayores jornadas o empleos adicionales para cubrir sus necesidades económicas.
Qué decir de los que quedaron sin empleo, ¿volverán a ser contratados?, o de los que su relación fue suspendida, ¿regresaran con sus condiciones de trabajo de la forma en que estaban? Todo ello será una duda en la existencia del derecho del trabajo en el México actual, pasando por alto los principios rectores, la norma y los derechos irrenunciables de los trabajadores.
El regresar bajo condiciones formales y teniendo un salario remunerador nos llevará a pensar que estamos en la normalidad de las relaciones obrero patronales, lo contrario llevará a la incertidumbre y al continuo crecimiento de la informalidad e inestabilidad laboral, por supuesto dentro de la anormalidad laboral.
Todos esperamos que el Estado, a través de las autoridades laborales, pueda detener el crecimiento desmedido de la informalidad laboral y el desempleo, y que verdaderamente se aboquen a construir políticas públicas que permitan la normalidad y desaparezca la anormalidad en las relaciones del trabajo; que sometan sus decisiones a producir empleos dignos y decentes bajo la formalidad, esencia tan anhelada por todos los que laboramos en este nuestro México actual.
*El autor es Doctor en Estudios Jurídicos y profesor de Derecho Laboral del Tecnológico de Monterrey.