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Empleos precarios y hogares inseguros, realidad que tiene atrapadas a muchas mujeres
La violencia laboral y doméstica se entrecruzan. Marilú Rasso, directora del refugio Espacio Mujeres, señala cómo la violencia de género es sistemática y no aislada. De ahí la necesidad de enfrentarla como un problema estructural.
Salarios precarios o desempleo, acoso laboral, parejas que les quitan sus ingresos laborales. El mercado laboral y el hogar son espacios inseguros para muchas mujeres, las violencias que viven en ambas esferas se cruzan y las atrapan. Parece que no existe lugar a dónde ir, pero lo hay.
“México es un país feminicida, donde todos los días son asesinadas alrededor de 11 mujeres por el hecho de ser mujeres según la ONU. Antes de la pandemia de covid-19 ese organismo ya había declarado una pandemia de violencia contra las mujeres”, dice Marilú Rasso, directora de Espacio Mujeres, un refugio para aquéllas que se encuentran en riesgo por vivir violencia.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), siete de cada 10 mujeres han identificado haber vivido al menos una situación de violencia psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación a lo largo de su vida.
Muchas de las mujeres que llegan a ese albergue tienen empleo, pero no disponen de sus salarios, cuenta la activista. “Es decir, la persona agresora les retira el dinero” y para todo lo que necesiten, como el pago de los pasajes para ir trabajar, deben pedírselo a ella. Están siempre “a expensas del humor en el que está la persona”.
Vivir bajo esta violencia psicológica, económica y patrimonial afecta su desempeño en el trabajo. Pero no sería raro que además en el espacio laboral también se tengan que enfrentar a otras violencias.
La Endireh también indica que la violencia laboral aumentó 44% entre 2016 y 2021, al pasar de 5.5 a 7.9 millones de mujeres que han tenido que pasar algún tipo de perjuicio en su contra en su empleo. Los niveles de impunidad en México son altos y se requiere del esfuerzo de todos los sectores para atender una problemática tan compleja como ésta, “urge atención”, señala la activista.
Panorama de violencia en el trabajo y el hogar
Para avanzar hacia la eliminación de las violencias de género hay que comprender que éstas nunca se desarrollan de manera aislada, recuerda Marilú Rasso.
“Se entrecruzan y se mezclan”. Por ejemplo, cuando son víctimas de violencia psicológica “van, poco a poco, dando de sí mismas, desconfían de ellas y se genera lo que conocemos como el síndrome de indefensión aprendida o adquirida”.
Podemos decir que esta condición está presente “cuando piensas que no hay manera de vivir de otra forma”. Pero es que tampoco hay tantas formas de comprobar lo equivocado de esa idea, pues la violencia de género es “sistemática, la descalificación sistemática y poco a poco las opciones parecería que se van cerrando”.
La principal violencia que las mujeres en México han identificado en su contra es la psicológica. Según la Endireh, el 52% de las mujeres mayores de 15 años saben que pasaron o están pasando por esa condición.
En tanto, el 50% o cinco de cada 10 mujeres han vivido violencia sexual; cuatro de cada 10 han sido agredidas físicamente; el 28% ha padecido violencia económica, patrimonial y/o discriminación en el trabajo.
Pero la discriminación es la único que forma de violencia que viven las mujeres en el trabajo. Al menos a 2 millones las han manoseado, tocado, besado o se le han arrimado, recargado o encimado sin su consentimiento, alguien les mostró sus genitales o se los tocó frente a ellas, han sido obligadas a mirar escenas de actos sexuales o pornográficos. Y esto pasó en su empleo, según la Endireh.
Consecuencias de la violencia de género
Uno de los resultados de la violencia es “la disminución en su autoconfianza, en la autopercepción”, explica Marilú Rasso. Las agresiones que viven en casa y en el trabajo menguan su habilidad de defenderse y crecen la probabilidad de desarrollar el síndrome de indefensión aprendida.
“Cuando una mujer está sometida a altos niveles de violencia se alteran sus ciclos de sueño, no puede descansar bien, porque lo que su capacidad cognitiva y de concentración se ven afectadas”, agrega.
Pero no se puede singularizar este problema a la historia de vida de cada persona, subraya la activista. Este problema no se debe a que un hombre es agresivo con una mujer y esta mujer está en la indefensión, no. “Es un sistema que permite y fomenta las violencias contra las mujeres” en todos los espacios, puntualiza.
Espacio Mujeres es una organización de la sociedad civil dedicada a “prevenir proteger y atender de manera integral las violencias contra las mujeres”. Cuentan con refugios, casas de transición y centros de atención externa, “a donde pueden llegar las mujeres con sus hijas e hijos y permanecer por un par de noches mientras se valora su situación de riesgo”.
Si alguna mujer necesita de su apoyo, puede contactar la organización por medio de su página de Internet o a través del teléfono (55) 3089-1291.