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Capital Humano

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Entre techos de cristal y pisos pegajosos: Glosario de género en el mundo laboral

Para ascender en la carrera profesional hay que estar disponible en todo momento y lugar, así lo considera la gran mayoría de las empresas en el país. Eso pone en gran desventaja a las mujeres y su desarrollo.

Foto: Shutterstock

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Piso pegajoso, techo de cristal, brecha salarial. Estas frases son otra manera de decir: las mujeres en México dedican siete horas al día al trabajo del hogar y de cuidados —o sea, una jornada laboral— y es por eso que menos de la mitad puede tener un empleo remunerado, o que sólo una de cada 10 llegará a dirigir una empresa y quien lo logre ganará 34% menos que sus compañeros varones.

Para abreviar toda esa retahíla hay un glosario que lo compendia. “Es necesario entender qué hay detrás de cada término, pues aunque cada vez más hay mujeres en el mercado de trabajo, las condiciones en las que llegan y las que soportan en su vida profesional siguen obstaculizando su pleno desarrollo”, apunta en entrevista Martha Tagle Martínez, feminista y exlegisladora de Movimiento Ciudadano.

Con la pandemia de covid-19, millones de personas en todo el mundo perdieron sus empleos. Pero es ésta región donde las mujeres fueron más afectadas, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Mientras prácticamente los puestos de trabajo masculinos perdidos en el primer semestre del 2020 ya se recuperaron, más de 4 millones de trabajadoras siguen en paro involuntario, de acuerdo con el reporte América Latina y Caribe: Políticas de igualdad de género y mercado de trabajo durante la pandemia.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el inicio del 2022 apenas el 41% de las mujeres en edad de trabajar participan en una actividad económica que les genera ingresos. Además, 17.3 millones de mujeres se declaran no disponibles para laborar de manera remunerada porque el trabajo del hogar y de cuidados les ocupa todo su tiempo.

Al explicar la metodología que utiliza para levantar ese estudio, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que le da “un lugar específico” a la población que no representa competencia laboral. En ese universo están muchas mujeres que se autodescartan porque, al dedicarse al hogar “no han acumulado experiencia laboral”.

» Piso pegajoso

Todo comienza aquí. Esta expresión hace alusión a las dificultades para despegarse “de la base” y poder buscar trabajo o prepararse para conseguirlo. Uno de esos obstáculos es el tiempo que pasan limpiando, comprando comida, cocinando, lavando o cuidando de alguien más, apunta Martha Tagle.

En este problema también influyen los estereotipos de género reproducidos en la familia, escuela, medios de comunicación, gobiernos, empresas y en la sociedad en general, pues “les hacen creer que su lugar ‘natural’ es el espacio privado de cuidado y crianza”, explica en el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).

Por esas ideas pueden “sentirse inseguras sobre el despliegue de sus capacidades y, ante las dificultades para conciliar la vida laboral, profesional y familiar, optan por dejar su crecimiento laboral y profesional”.

» Escaleras rotas

Este concepto se refiere a mujeres que ya están insertas en el mercado laboral, pero tienen problemas para ascender porque, de manera figurativa, los escalones o la estructura que las sostiene son débiles.

Quizá tienen ingresos familiares intermedios, pero carecen de redes de protección para avanzar a una verdadera autonomía económica “o que les ayude a prevenir una caída hacia los pisos pegajosos”, señala ONU-Mujeres.

Las interrupciones laborales por embarazo influyen, aunque no es propiamente el problema. Lo es el que no cuenten con licencias extendidas, ni ellas ni sus parejas para compartir la responsabilidad del cuidado. O que el mercado laboral exija de una u otra manera a las mujeres decidirse entre su vida profesional y familiar, cuando nunca ha sido un dilema para los hombres.

» Paredes de cristal

Una mujer logró soltarse del piso pegajoso, estudió, consiguió empleo y ascendió algunos niveles del escalafón, pero en funciones de apoyo administrativo, como recursos humanos, finanzas y administración.

“En dichos cargos, la mujer tiene un poder de decisión limitado y escaso margen para realizar aportaciones estratégicas y, por lo tanto, escasas posibilidades de ascender en la empresa”, detalla la OIT.

En cambio, los hombres se desempeñan más en las áreas de investigación y desarrollo, pérdidas y ganancias y operaciones. Estos departamentos, “por lo general, conducen a cargos más altos”, agrega el organismo.

» Techo de cristal

En esta fase algunas ya ascendieron, pero llegar a la cúpula es casi imposible. En México, sólo una de cada 10 mujeres dirige una empresa que cotiza en las bolsas de valores, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

En tanto, en el sector público, el 30% de las direcciones generales y el 28% de las jefaturas son ocupadas por mujeres, de acuerdo con el reporte Mujeres en la Administración Pública Federal: Más allá de la foto, del Imco.

Además, el 77% de las compañías considera que “una carrera profesional de alto nivel implica estar disponible en todo momento y lugar”, apunta un estudio de la OIT. Si las mujeres siguen asumiendo el trabajo doméstico, están en desventaja, agrega.

» Fuga de mujeres

Imaginemos que la trabajadora superó todos los obstáculos anteriores y ya tiene una dirección a su cargo. Al entrar a las reuniones del consejo de administración estará rodeada de hombres y, quizá, de alguna mujer.

El porcentaje de mujeres tiende a reducirse a medida que se asciende en el escalafón directivo. Y cuando las mujeres no están suficientemente representadas, “carecen de la influencia necesaria para alterar la cultura del lugar de trabajo, y el círculo vicioso del predominio masculino se perpetúa”, de acuerdo con la OIT.

» Brecha salarial

En México, en promedio, las mujeres ganan 34% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo, de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En algunas actividades, como la conducción de maquinaria móvil, a ellas les pagan hasta 40% menos que a sus compañeros, aunque desempeñen las mismas funciones.

Según los últimos resultados de la ENOE, el 42% de las trabajadoras gana menos de un salario mínimo, frente al 30% de los hombres ocupados.

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