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Francia Márquez, esperanza para las trabajadoras del hogar en México y Latam
El triunfo de la abogada y activista ambiental en Colombia lo es para muchos sectores, no sólo en su país, sino en la región; su visión como extrabajadora del hogar hará una diferencia, dicen activistas en México. El vivir sabroso se quiere sentir en toda nuestra América.
No es extraño que Francia Márquez, vicepresidenta electa de Colombia, haya sido trabajadora del hogar. La inmensa mayoría de quienes se dedican a esa labor en México, en su país y el resto del continente, son mujeres atravesadas por la migración, la pobreza y la racialización, como ella. Pero tampoco es extraño que haya llegado a ese cargo.
“Lo que se piensa de la gente afrodescendiente, raizal, palenquera e indígena es lo que se piensa de las mujeres: que no podemos, que no sabemos, que somos incapaces. Que tenemos que ser mujeres bien puestecitas en nuestro lugar, que obedezcan, guarden silencio y no cuestionen. Y yo no soy eso”, dijo la abogada en una entrevista a la Revista Semana en marzo pasado.
Por primera vez en la historia de Colombia una mujer negra, con una historia de lucha social, ambiental y política que representa a diversos sectores de la población será vicepresidenta, y eso da esperanza. Lo dicen desde México Marcelina Bautista Bautista, una de las líderes más importantes del movimiento de trabajadoras del hogar, María Celeste Sánchez Sugía, la primera senadora afromexicana, y María Elisa Velázquez, expresidenta de La Ruta del Esclavo: resistencia, libertad y patrimonio, de la UNESCO.
“Me da mucho gusto, como trabajadora del hogar y como mujer, que ocupe un espacio de poder. Es una esperanza y un ejemplo para muchas otras”, señala Marcelina Bautista.
Sin embargo, la directora del Centro de Atención y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) no romantiza el logro: “No significa que ahora será fácil llegar a un cargo, o que nuestros derechos laborales se cumplirán de inmediato por su ascenso. Pero ella tiene una visión diferente, la del trabajo del hogar, y eso iniciará un cambio” para América Latina.
¿Quién es Francia Márquez? Si no la conocían, ahora mucha gente lo hará. “Es una mujer con una larga trayectoria de activismo. Nació en un contexto de marginación, de adolescente se convirtió en madre soltera, enfrentó la discriminación por género y por ser afrodescendiente y luego, persecución y amenazas de muerte por sus actividades ambientalistas contra la minería. Es una mujer sencilla, fuerte, amable, con ganas de platicar y compartir”, la dibuja la antropóloga María Elisa Velázquez, una de las más importantes investigadoras sobre la afrodescendencia.
“Comenzó su lucha desde muy niña, fue trabajadora del hogar, buscó los medios para estudiar y lo hizo”, completa María Celeste Sánchez, doctora en Ciencias Biomédicas y activista afrodescendiente.
No es sólo que sea una mujer negra, “sino que verdaderamente representa a muchas mujeres afrodescendientes de América Latina. Nos llena de alegría y esperanza que una mujer que ha luchado por la defensa de su territorio, de su pueblo, esté en ese lugar”, agrega la joven. Esta vez no se trató de llenar una cuota, como lo hicieron otros partidos en Colombia y como se hace en México, dice.
Todo esto convierte el triunfo de Francia Márquez en un acontecimiento histórico que será determinante no sólo para Colombia, sino para América Latina, concluye María Elisa Velázquez, académica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Lazos compartidos de racismo
Francia Márquez (1 de diciembre de 1981) nació en Suárez, un municipio del departamento del Cauca, al oriente de Colombia y cerca de la costa del Pacífico. La zona del Cauca es una de las más afectadas por el conflicto armado de más de seis décadas.
Es abogada, feminista, defensora de los derechos humanos y activista medioambiental. Fue trabajadora minera y del hogar. Recibió los premios Goldman de medio ambiente y Joan Alsina de derechos humanos y presidió el Consejo Nacional de Paz y Convivencia en 2020, luego de los acuerdos de paz de 2016. Antes de unirse a la fórmula de Gustavo Petro, fue precandidata a la presidencia.
México comparte con Colombia, entre muchas cosas, una historia de “racismo, discriminación, xenofobia y todos esos flagelos de los que hemos sido víctimas las personas afrodescendientes”, señala María Celeste Sánchez, senadora suplente de Citlalli Hernández (Morena) y quien pudo legislar de 2020 a inicios de 2022.
Las mujeres de piel oscura en este país tienen 60% menos probabilidades de alcanzar el quintil superior de riqueza que una persona de tez clara, según el reporte Por mi raza hablará la desigualdad, de Oxfam.
El 21% de las personas de piel clara trabaja en empleos de baja calificación, mientras que 31% de la población de tez oscura está contratada en esos puestos. Una cuarta parte (26%) de las personas blancas son empleadoras y sólo el 13% de las personas morenas y negras pueden dar empleo.
Colombia reconoció a los pueblos afrodescendientes desde 1970, con la Ley 70, contextualiza María Elisa Velázquez. Pero, a pesar de eso, han tenido que seguir luchando por el reconocimiento de sus derechos, contra el racismo y la discriminación.
En México, la lucha organizada de las afrodescendencias comenzó en 1997, apunta. Apenas en 2019 el Estado reconoció a los pueblos afromexicanos en la Constitución y en el Censo Poblacional de 2020 se incluyó una pregunta para conocer cuántas personas se identifican como pertenecientes a estas comunidades en el país. “Estos logros concretos dan esperanza”, dice la profesora.
Resultado de esa lucha, de la que ella ha formado parte, es la llegada de María Celeste Sánchez al Senado. “Yo fui la primera senadora afromexicana, entré por la suplencia de Citlalli, no por una acción afirmativa. Desde hace más de siete años he trabajado una agenda de derechos de la afrodescendencia, me reconozco como afromexicana”.
Y no hay nada de malo en las acciones afirmativas o cuotas, aclara. Pero en México, muchas personas han aprovechado esos lugares para posicionarse. Actualmente en el Congreso sólo queda el diputado Sergio Peñaloza (Morena) como representante de la población afro, aunque más personas obtuvieron una curul por esa vía. Las cuotas en el sector privado o público “no son un favor, es el resultado de la lucha histórica que hemos dado”.
¿A quién le toca ahora?
En entrevistas con diferentes medios, Francia Márquez ha mencionado que a la derecha le dolía que una persona a quien le asignan un lugar en la cocina, sirviendo platos, trabajando una casa ajena, dirija un país, recuerda Celeste Sánchez.
Francia Márquez se ha dedicado al cuidado de la vida, al sostenimiento de ella, reflexiona María Elisa Velázquez, como trabajadora del hogar y como ambientalista. “Las mujeres, y en especial las mujeres indígenas y afrodescendientes, hemos sido quienes cuidan a los hijos, la casa, a personas enfermas o mayores. Toda la carga del trabajo de cuidados, la sociedad y el Estado la han depositado sobre nuestros hombros”.
Una de las familias para las que trabajó la abogada colombiana le pagaba 300,000 pesos colombianos al mes con descansos cada 15 días. Eso serían menos de 1,600 pesos mexicanos u 80 dólares. “Sólo me alcanzaba para comprar jabón, leche, pañales y para los pasajes”, contó a Semana en febrero pasado.
En una ocasión, el hijo de Francia enfermó, así que le pidió a su empleadora el pago por adelantado. La mujer se negó, en cambio, le dio esa misma cantidad a su hija, 300,000 pesos colombianos para que fuera a un concierto. “Eso a mí me pareció muy doloroso”.
Las empleadas del hogar en Colombia cuentan con la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico, un sindicato formado en 2013. Y ahora con su vicepresidenta.
“Pero no es tan fácil, a veces la gente cree que podemos cambiar todo y nos encontramos con muchas barreras. Es un hecho que ella está conectada con la parte más excluida de la sociedad, pero no puede mover todo un sistema”, dice Marcelina Bautista, fundadora del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadores del Hogar (Sinactraho) en México.
“Es una oportunidad de por lo menos sentar las bases y hacer cosas importantes, como cambios en las leyes. Ojalá que la gente que la sigue ahora lo haga siempre, porque cuando no logramos los objetivos que nos endosan a veces te rechazan y eso es injusto”, expresa.
María Elisa Velázquez vuelve a la esperanza de la que hablaron las tres entrevistadas: “el triunfo de Francia también nos habla de sociedades más maduras, que distinguen y ven esas luchas” y forman parte activa de ellas. En una sociedad como la colombiana, dice —y parece que descrine a la mexicana—, “con sectores muy conservadores, religiosos, discriminatorios y racistas, una gran parte votó por ella” y Gustavo Petro y eso hay que destacarlo y celebrarlo.
En México, las trabajadoras del hogar organizadas lograron en 2019 el reconocimiento de sus derechos en la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Nosotras ya hicimos lo que nos tocaba, dice Marcelina Bautista, incluso el gobierno, “ahora les toca a las empleadoras tomar conciencia de cómo quieren establecer la relación en sus casas, cómo nos van a mirar de ahora en adelante. La democracia, el respeto a los derechos humanos y la construcción del diálogo comienzan en los hogares”.