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Industria de cuidados, reto paralelo al de la creación del SNC
En México, millones de personas realizan trabajos de cuidado de manera remunerada, pero en situación precaria. La capacitación y el desarrollo de habilidades será clave para mejorar el panorama.
Crear un sistema nacional de cuidados (SNC) daría pie a una industria del cuidado, vislumbra Nadine Gassman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres). El reto será que éste no se convierta en un negocio más con precariedad laboral.
En 2020, la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional que reconoce el derecho a cuidar, recibir cuidado y al tiempo libre. Uno de los mandatos de dicha modificación es la creación de la ley del sistema nacional de cuidados, la cual organizaría este proyecto. La minuta está congelada desde ese año en el Senado de la República.
Pese al pasmo legislativo, la conversación sobre el trabajo de cuidados se va propagando más. No obstante, la mayor parte de la narrativa se ha enfocado en las mujeres que cuidan a sus familias de manera no remunerada.
En México existe una estructura de cuidados, pero es informal, feminizada y está desarticulada. Y en ella están las trabajadoras del hogar, personal de salud y acompañamiento y, como señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), quienes trabajan en la transmisión de conocimientos, valores sociales y prácticas mediante procesos relacionados con la crianza.
Pero si algo tienen en común estas personas, es que si son mujeres, seguramente se ocuparán de las labores menos reconocidas social y económicamente. Por ejemplo, de los más de 2.4 millones de personas trabajadoras del hogar, el 68% gana menos de un salario mínimo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (Inegi).
“Es muy importante hablar del sistema nacional de cuidados desde el trabajo remunerado”, dice en entrevista Marcelina Bautista, directora y fundadora del Centro Nacional para la Capacitación Profesional y Liderazgo de las Empleadas del Hogar (Caceh).
Sea de manera remunerada o no, el trabajo del hogar y de cuidados posibilita el sostenimiento de la economía en general, apunta la activista. Y va más allá: “Las trabajadoras del hogar contribuyen a la economía de las personas empleadoras”.
Es decir, las familias o las personas que contratan a una trabajadora para que cuide de sus hijos o hijas, asee su casa y se encargue de que su ropa esté limpia, pueden salir a trabajar y generar ingresos. Y algunas, también pueden descansar.
La inversión en un sistema nacional de cuidados alcanzaría el 1.4% del Producto Interno Bruto (PIB), según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Pero el rendimiento sería de 1.77% del PIB y la tasa de empleo femenino incrementaría al menos 4%, según cálculos del Inmujeres.
El papel de la especialización y capacitación
“En este tema hay varios puntos muy importantes, por ejemplo, la falta de especialización del trabajo de cuidados”, dice Nadine Gassman, presidenta del Inmujeres. La capacitación es una de las vías para incrementar los ingresos, agrega.
“Hay trabajos que requieren de especialización, como la atención a niños y niñas, personas con discapacidad o de la tercera edad. Entonces, hay que mejorar las habilidades para los cuidados y pagarlos de acuerdo al nivel de especialización”, puntualiza.
Pero el haber asegurado socialmente que las mujeres nacen con “cualidades” para el trabajo de cuidado perdió de vista que se trata de habilidades que no dependen del género, y que deben ser remuneradas.
Incluso muchas mujeres lo han olvidado, pues pagan salarios indignos a las empleadas del hogar. Y con la idea de que “son como de la familia, no sienten que tienen que pagarles bien, darles seguridad social, respetar sus horarios de trabajo y darle vacaciones”, lamenta Nadine Gassman.
Con esa concepción, “hemos pasado a la explotación laboral. Afortunadamente, hay un movimiento muy fuerte de trabajadoras del hogar en México que han ido ganando sus batallas, aunque el reconocimiento de sus derechos ha sido súper lento. Pero eso no es problema de las trabajadoras, sino de las empleadoras y los empleadores”.
En resumen, mayor capacitación y salarios que correspondan a esas habilidades “es lo que va a permitir hacer una industria, o sea, tener gente capacitada, profesional, con un trabajo formal”, detalla Nadine Gassman.
“Decimos que un sistema nacional de cuidados es muy importante para las mujeres, porque las mujeres somos las principales cuidadoras y muchas dejarán de serlo. Pero habrá muchísimas que se dedican a ese trabajo, tienen experiencia y les gusta hacerlo y con certificaciones tendrán mejores condiciones laborales”.
Una laboral transversal en la sociedad
Marcelina Bautista observa el trabajo de cuidados y, especialmente el que hacen sus compañeras, en casi todos los espacios de la vida pública: “A muchas legisladoras y muchos más legisladores se dedican a crear y cambiar leyes sin pensar en el trabajo del hogar, aunque en parte por eso están ahí ocupando una curul”.
Caceh es parte de la Iniciativa Global por los Cuidados, un proyecto creado por el Inmujeres de México en alianza con ONU Mujeres. Está integrada por gobiernos de diferentes países, gobiernos locales y organizaciones de la sociedad civil.
La alianza “busca transformar la cultura y reducir las desigualdades garantizando el reconocimiento, reducción y redistribución del trabajo doméstico y de cuidados entre los actores corresponsables, así como la remuneración y el reconocimiento de las personas trabajadoras de cuidados”, señala dicho proyecto en su página web.
“Hemos participado en encuentros con todo el gabinete del gobierno de la Ciudad de México para hablar sobre el trabajo de cuidados. Falta mucho, pero cada vez las autoridades están considerando más a las trabajadoras del hogar a la hora de hablar y pensar en el sistema nacional de cuidados o en su implementación a nivel local”, apunta la activista.