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Jóvenes con menor nivel de escolaridad, los más afectados por el desempleo
Un tercio de la población en edad de estudiar una carrera no continúa en la educación superior. El problema es que al entrar al mercado laboral ganará, en promedio, 14% menos que sus pares y tendrá más posibilidades de estar en la informalidad.
Puede que las personas jóvenes resistieran más los efectos físicos de la covid-19, pero no lo que causó en materia laboral. Condiciones como una alta tasa de informalidad de hasta 68% les dejó más vulnerables ante los despidos. Y en momentos de recuperación, en los que incluso vamos dejando el cubrebocas, jóvenes con baja escolaridad todavía no pueden salir del desempleo.
Al cuarto trimestre de 2021, sólo las personas jóvenes “con estudios de preparatoria y universidad han logrado recuperarse, e incluso superar el nivel de empleo observado antes de la pandemia”, señala un reporte del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco). Quienes cuentan con grado de bachillerato incrementaron casi 10% su tasa de empleo y los universitarios, cerca del 9 por ciento.
El informe Los jóvenes sin preparación son más vulnerables en el mercado laboral destaca los avances que ha tenido el país en la matriculación escolar y los beneficios económicos a largo plazo para quienes continúan estudiando.
“En 2019, 1.4 millones de jóvenes se graduaron del bachillerato, cifra 1.6 veces mayor que hace una década. De esos graduados, dos de cada tres iniciaron una licenciatura o una carrera técnica”. Pero “33% de la población en edad de estudiar una carrera decide no hacerlo y comienza a trabajar sin estudios superiores en un mercado laboral cada día más exigente y complicado”.
En vísperas de conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores es necesario comunicar la importancia y beneficios de estudiar una carrera, concluir estudios superiores, “porque no sólo mejoras tu condiciones laborales, tus ingresos, también lograrás desarrollar mayores habilidades y la posibilidad de adquirir otras”, dice en entrevista Ana Gutiérrez, coordinadora de Comercio Exterior y Mercado Laboral del Imco.
Dos caminos, dos realidades diferentes
Una primera y contundente razón para continuar estudiando: “Los jóvenes con bachillerato y licenciatura ganan 14% más que aquellos que sólo concluyen la secundaria, incluso desde el inicio de la vida laboral”, destaca el organismo.
El ingreso promedio mensual de la población de entre 15 y 24 años es de 5,700 pesos, señala el Imco con base en la información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
Por niveles de escolarización, las personas jóvenes que estudiaron sólo la primaria ganan en promedio un poco más de 5,100 pesos al mes. Si concluyeron la secundaria, su salario mensual sube a 5,420 pesos en promedio. Con el bachillerato pueden aspirar a 5,600 pesos y si tienen una carrera profesional podrían ganar casi 6,700 pesos.
“El desempleo y la recuperación ha diferido en las diferentes generaciones, y entre los jóvenes varía además de acuerdo con el nivel de educación que tengan”, señala la economista Ana Gutiérrez. En 2020, cuando la pandemia golpeó más fuerte a todos los países, las personas jóvenes con menos estudios perdieron más empleos que sus pares con más oportunidades académicas.
Debido al impacto de la pandemia, las trabajadoras y los trabajadores jóvenes con estudios de primaria o de secundaria tuvieron una caída de casi 15% en sus puestos de trabajo. En tanto, 8% de quienes cuentan con estudios de preparatoria se quedó sin su fuente de ingresos y 5% de quienes estudiaron una licenciatura, según el reporte.
Y mientras las y los jóvenes con educación media superior y superior ya recuperaron esos empleos e incluso superan las cifras prepandémicas, el grupo con menos escolaridad sigue luchando por conseguir trabajo: cerca del 5% todavía está en el desempleo.
“La proporción de personas de 15 a 24 años que buscan activamente un empleo y no lo encuentran (7.2%) es dos veces mayor que la que presenta el grupo de 25 a 44 años (3.5%) y tres veces mayor que la del grupo de 45 a 64 años (2.4%)”, de acuerdo con el documento.
Menos estudios, más informalidad
El camino que recorren quienes tienen poca escolaridad les aleja más del mercado laboral formal, donde pueden gozar de seguridad social, estabilidad, un contrato que les proteja, prestaciones, vacaciones, días de incapacidad pagadas, etc.
“Mientras que 68% de los jóvenes de 15 a 24 años está en la informalidad, esta cifra es de 64% en jóvenes con preparatoria, y sólo 55% de los que cuentan con carrera profesional tiene empleo informal”, se destaca en el informe.
“La informalidad observada en los jóvenes de esas edades es 12 puntos porcentuales superior a la observada a nivel nacional (56%). Esto es preocupante, ya que son empleos que carecen de acceso a seguridad social y no tienen garantía del cumplimiento de sus derechos laborales”.
La informalidad es un “tema transversal para el mercado laboral, pero cobra especial relevancia en la población joven”, apunta Ana Gutiérrez. Algunas de las políticas públicas que los gobiernos podrían ejecutar es la desvinculación de la seguridad social del empleo y crear incentivos para que las personas empleadoras estén dispuestas a pagar las cuotas patronales que les corresponde. Quizá una buena medida sería disminuir los costos de tiempo y dinero, agrega.
Las empresas podrían abrirse a las prácticas profesionales, con ello acercan a las y los jóvenes al mundo laboral y les ayudan a desarrollar diferentes habilidades que necesitarán, recomienda. Otro elemento importante es que las universidades actualicen “sus programas educativos, incluso a nivel regional, para que quienes buscan empleo en su sociedad y su estado y tengan las habilidades adecuadas”.
Y “contar con políticas e infraestructura social de apoyo para el cuidado de menores, adultos y personas con discapacidad, el cual recae en la población femenina, cambiará también la percepción de qué tanto pueden la mujeres participar en el mercado laboral”.