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La esclavitud no ha desaparecido: Una mirada a las formas modernas de explotación
El Día Nacional por la Igualdad y No Discriminación se conmemora el 19 de octubre, porque en una fecha como ésa, pero de 1810, Miguel Hidalgo comenzó el camino para abolir la esclavitud en México. Pero muchas formas de trabajo actuales se asemejan al esclavismo.
La esclavitud que ahora llamamos moderna es una manifestación ininterrumpida de la esclavitud de hace siglos, dice la investigadora antirracista afrocolombiana Astrid Cuero Montenegro. Es una continuidad y no la podemos separar de lo vivido en los siglos XVI a XIX y lo que pasa ahora.
El 19 de octubre es el Día Nacional por la Igualdad y No Discriminación. Es una efeméride joven, pues fue decretada en 2019 por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue en esa fecha, pero en 1810, cuando Miguel Hidalgo proclamó su primer edicto en el que conminó a “todos los dueños de esclavos y esclavas” a liberarles so pena capital y confiscación de bienes.
Más de 200 años después, unas 850,000 personas son víctimas de esclavitud moderna en este país, según el Índice Global de Esclavitud 2023, de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Jornadas laborales muy por encima de las ocho horas legales, salarios demasiado bajos o falta de ellos, amenazas para trabajar en actividades que ponen en riesgo sus vidas, hay muchas formas de ejercerla.
La persistencia de la esclavitud se debe a la vigencia del colonialismo en la sociedad actual, dice Astrid Cuero, haciendo eco de las reflexiones de la filósofa y activista afrodescendiente Angela Davis y de la antropóloga y docente maya-kaqchikel Aura Cumes.
Hace 11 años que Astrid Yulieth Cuero vive en México, aquí se especializó en estudios del trabajo. Pero su experiencia como activista inició en Colombia, “primero como parte del movimiento estudiantil de izquierda, luego me moví al movimiento afrocolombiano estudiantil y después tuve coqueteos con el feminismo”, cuenta en entrevista.
Como académica, ha estudiado la situación de las mujeres trabajadoras en la industria maquiladora en el centro de México y de las trabajadoras del hogar indígenas en Chiapas.
La actualización de la esclavitud
—¿Es correcto usar los términos “nuevas formas de esclavitud” o “esclavitud moderna”? ¿No les quita el peso histórico a los secuestros de personas de diferentes partes de África, o de la población originaria de este territorio, para ser esclavizadas?
—En una visión eurocéntrica, hemos pensado que la modernidad es casi sinónimo de respeto a los derechos humanos, que las vejaciones eran parte del mundo antiguo y que ya no pasa. Pero no es así.
“En realidad, el capitalismo contemporáneo ha sido un retroceso. Pareciera que estamos volviendo a los inicios del capitalismo industrial o incluso al modelo de plantación colonial esclavista. No es que sean nuevas formas de esclavitud, es que esas formas nunca desaparecieron. El colonialismo sigue vigente y por eso la esclavitud sigue vigente también”.
Más de 50 millones de personas en todo el mundo viven en esclavitud moderna, según el Índice Global de Esclavitud 2023. Pero en esta modernidad vamos empeorando, pues en 2018 dicho reporte documentó que había 40 millones de personas.
“El capitalismo nunca logró eliminar los modelos de servidumbre o esclavitud colonial”, expresa, porque simplemente esas son las bases que lo sostienen. “El colonialismo, el racismo, el sexismo y el clasismo no sólo sobrevivieron, sino que se reforzaron unos a otros y coexisten todo el tiempo”.
Y no es que estemos viviendo las mismas atrocidades que sufrieron las personas esclavizadas en el siglo XVI, afirma, “efectivamente, con el capitalismo han cambiado las cosas. Pero su etapa neoliberal es la que ha traído de manera más marcada estas nuevas formas de esclavitud, como los procesos migratorios racializados o la llamada flexibilidad laboral”.
Migración y esclavitud moderna
Una de las formas de esclavitud moderna es el trabajo forzoso y, según el reporte de la OIT, elaborado con la organización Walk Free, “la migración masiva alimenta el trabajo forzoso, particularmente en el corredor migratorio más grande del mundo, desde México a los Estados Unidos”. Es la migración masiva, dice, no las políticas migratorias desiguales contra poblaciones racializadas.
El fenómeno migratorio es un ejemplo de la reactualización de la vieja esclavitud colonial. Las potencias económicas ya no necesitan raptar a personas para utilizarlas como mano de obra forzosa. El empobrecimiento las obliga a ir a las naciones de esas potencias.
“En la vieja plantación colonial las formas de dominación y sometimiento eran terribles, pero incluso en esa forma esclavitud tenían ciertas seguridades. En el neoliberalismo no hay certeza de conservar el trabajo asalariado” y existe una amenaza constante de someterse a las violaciones laborales para conservarlo, puntualiza Astrid Cuero Montenegro.
Esto se agrava en el caso de las personas migrantes racializadas, especialmente para las indocumentadas. Pero quienes tienen permiso no se escapan, tal es el caso de las jornaleras y los jornaleros en Estados Unidos con visa de trabajo H2, basta que las empresas les despidan para que estancia se vuelva ilegal para ese país.
“Sales de tu país buscando mejores oportunidades laborales en los países supuestamente más desarrollados, pero te cierran las puertas. Si logras entrar, te sientes en una condición no integrada”, en sociedades racistas, a las personas migrantes no blancas europeas “te harán sentir siempre como extraña. A veces llegas a pensar en el retorno a tu país o seguir soportado violencias. Pero a veces en tu país ya no te reconocen como parte de esa comunidad y terminas quedándote en el limbo. Es doloroso”, expresa la investigadora.
Por supuesto, en el libre mercado “el éxito de una persona trabajadora recae en su voluntad individual y en su capacidad de soportar maltratos y violencias”, no es responsabilidad nunca de las personas empleadoras.
Sindicalización y politización
—En estos sistemas de opresión en el mundo laboral, ¿qué alivios podríamos encontrar?
—Aunque suene a respuesta a cliché, hay una diversidad de situaciones que ameritarían verse contextualmente. No será lo mismo para las obreras de la maquila que les han discriminado por su clase social que para las trabajadoras del hogar racializadas.
Sin embargo, la organización obrera sigue siendo la vía dice Astrid Cuero. “Una de las armas de los patrones es la falta de sindicalización o de reunión gremial para reflexionar su situación”.
Otra estrategia empresarial, explica, es poner a una persona racializada en un cargo apenas por encima de la base y no necesariamente con mejor salario, pero así consiguen “fracturar esa solidaridad de clase y raza”. Por eso, además de la organización, la politización de las personas trabajadoras es fundamental.