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Capital Humano

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Ladrones corporativos, ¿nacen o se hacen? El costo de la corrupción laboral

Algunos trabajadores honestos pueden caer en malas prácticas por diversas circunstancias asociadas a la cultura de cada organización, aunque no hayan ingresado a la empresa con malas intenciones.

Los actos de corrupción pueden costarle hasta 10% de las utilidades a una empresa. Foto: Shutterstock

Los actos de corrupción pueden costarle hasta 10% de las utilidades a una empresa. Foto: ShutterstockShutterstock

Un ladrón corporativo no es precisamente una persona que ingresa a la compañía con el propósito de dañar la organización o a sus compañeros. En algunos casos, los robos y actos de corrupción también pueden ser ejecutados por trabajadores honestos que, por diversas circunstancias, incurren en malas prácticas.

Esta es quizá una de las razones por la cual, en los procesos de selección, la infinidad de pruebas que puedan aplicársele al candidato no detectan que la persona representa algún riesgo a futuro.

Los ladrones empresariales no siempre nacen, muchas veces son creados por los ambientes de trabajo tóxicos, la mala comunicación en las empresas o circunstancias en los contextos personales de cada colaborador, explicó Fernando Senties, director general de la consultora de Ética Organizacional AMITAI.

“También pueden ser razones como un resentimiento hacia la empresa. Ocho de cada 10 personas que piden un aumento de sueldo y no se les da, se lo cobran a la mala, de acuerdo a algunas encuestas que hemos realizado”, dijo en entrevista el especialista.

En casos como los incrementos salariales, detalló, las personas tienen la idea de que, merecen ese aumento y cuando la organización no puede otorgarlo, es como tirar un balde de agua fría, porque se niega algo que el trabajador cree que merecía. Es en estas situaciones cuando la comunicación efectiva es una herramienta imprescindible.

De acuerdo con la consultora Kroll, hay siete características que suelen ser más comunes entre los ladrones empresariales:

  1. Están adelantados a todos. Conocen a detalle la operación de la empresa y los sistemas de control.
  2. Perfil bajo. Intentan no despertar sospechas entre sus compañeros o jefes.
  3. Últimos en salir. Prefieren los espacios solitarios y por eso salen hasta el final.
  4. Máscara invisible. Uno de los rasgos que los hace más difíciles de identificar es que buscan ser agradables y mostrarse dispuestos a colaborar con todos.
  5. No quieren subir de nivel. Los ascensos y promociones no es algo que les llame la atención, prefieren conservar su puesto para no exponer sus prácticas o estructuras.
  6. Son de confianza. Por lo regular, intentan acercarse a los directivos para ganarse su confianza.
  7. No toman vacaciones. Los descansos o pausas pueden dejarlos al descubierto, por ello prefieren no tomar un receso prolongado.

“No necesariamente cuando encuentres estos indicadores estamos hablando de una persona criminal”, acotó Fernando Senties. No siempre las personas que ejecutan malas prácticas poseen todos los rasgos y tampoco cuando un trabajador manifiesta uno de estos comportamientos es un riesgo potencial.

La recomendación, agregó el especialista, cuando se detecta uno de estos comportamientos es hacer una observación más detallada, dentro de los límites legales.

Mismas intenciones, diferentes modalidades

Un ladrón empresarial y uno de calle comparten una característica: las intenciones. Sin embargo, los que roban en la calle tienen más complejidades para entrar a una casa u oficina, a diferencia de quienes realizan una acción corrupta siendo parte de la plantilla de una empresa.

“Esa persona goza de tu confianza, porque pasó por un proceso de selección, evaluaciones y puede llevar varios años en la empresa. Pero lo que hace muy peligrosa a esa persona, es que conoce todos tus procesos por dentro, sabe cómo funcionan, a qué hora salen los compañeros; observan esas conductas para disminuir sus riesgos y elevar sus ganancias, que es lo que busca cualquier ladrón”, afirmó Fernando Senties.

De acuerdo con la AMITAI, los robos y actos de corrupción en las grandes de empresas pueden representar entre un 7 y 10% de pérdida en las utilidades de las organizaciones, para las pequeñas organizaciones pueden significar la quiebra.

Es por ello que una de las recomendaciones para prevenir robos empresariales es aplicar un test de permanencia para saber cómo se siente el empleado dentro de la empresa, así como las encuestas de ética para identificar niveles de satisfacción y engagement.

Sin embargo, las acciones más importantes para evitar que se formen ladrones empresariales y prevenir riesgos están relacionadas con promover ambientes de trabajo sanos y de confianza. “Es básico”, subrayó el especialista. Además de evitar robos y actos de corrupción, las acciones vinculadas a mejorar el entorno organizacional incrementan el compromiso de los colaboradores y fortalecen la marca empleadora.

Periodista especializado en políticas laborales, indicadores de empleo, futuro del trabajo, desarrollo de carrera, recursos humanos y salud laboral. Actualmente es editor de Capital Humano y coconductor del podcast Coffee Break.

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