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Migración en México: Los obstáculos para conseguir empleo como extranjero
El desconocimiento de las empresas, los largos trámites para obtener un permiso de trabajo y las cuotas de reclutamiento son algunas de las barreras que enfrentan las personas extranjeras para entrar al mercado laboral mexicano. Pero la primera es la falsa narrativa sobre la migración.
De las más de 126 millones de personas que vivimos en México, las migrantes apenas superan 1.2 millones. Pese a ello, casi una cuarta parte de la población opina que “cuando hay desempleo, debe negarse el trabajo a personas extranjeras”, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis).
La mayor parte de las personas extranjeras que residen en el país proviene de Estados Unidos, el 66%, según el Censo de Población y Vivienda 2020. El 34% restante procede de otras partes del mundo, en su gran mayoría de nuestro mismo continente
El perfil de quienes emigran de Estados Unidos no es precisamente de alguien que viene en busca de trabajo, pues su tasa de población económicamente activa (PEA) es de 38 por ciento. La PEA para el resto de migrantes de países americanos es de 67%; la más alta es la asiática, que llega a 74 por ciento, de acuerdo con el censo.
La mayoría cruza las fronteras por razones económicas o laborales, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Pero el éxodo también se debe a motivos de persecución política, inseguridad alimentaria y violencia, discriminación étnica, de género o por riesgos medioambientales, señala. Entre esa población que huye para buscar una vida vivible, las personas adultas necesitan un empleo.
“México ha sido históricamente un país de inmigrantes, pero no lo queríamos asumir”, dice Axel Cabrera, especialista en asuntos internacionales y miembro de la US-México Foundation.
Las personas migrantes indígenas, racializadas, con discapacidad, mujeres, no binarias o que profesan una fe diferente a los cristianismos son más discriminadas y excluidas. Casi cuatro de cada 10 habitantes en México opinan que “la pobreza de las personas indígenas se debe a su cultura” y el 39% dice “que la gente pobre se esfuerza poco por salir de la pobreza”.
Otro dato de la Enadis que muestra el rechazo de la sociedad mexicana a lo que le parece diferente: para el 80% no es justificable que las personas migrantes “practiquen tradiciones o costumbres distintas a las mexicanas”.
Así que para dejar de obstaculizar su acceso al mercado laboral “lo primero que tenemos que hacer es cambiar la narrativa. Hemos escuchado por mucho tiempo que las personas migrantes vienen a quitarnos los trabajos y eso es una gran mentira”; ese es el primer obstáculo, señala Axel Cabrera.
Legislación y otros tres obstáculos
Si este país aprovechara el talento migrante, el Producto Interno Bruto (PIB) podría crecer hasta 7%, de acuerdo con el segundo reporte Inmigración en México: Más apertura, menos barreras, de la organización México Cómo vamos.
El desconocimiento de la posibilidad de contratar personas migrantes sería el segundo obstáculo, dice Axel Cabrera. Según el artículo 7 de la Ley Federal del Trabajo (LFT) las empresas pueden reclutar colaboradores provenientes de otros países.
Pero la complejidad de los trámites que tienen que realizar empresas y migrantes es el tercer obstáculo. Los largos y costosos procesos desincentivan a ambas partes, la primera termina no contratando y la segunda, yéndose al sector informal.
Luego, una vez librado el laberinto que parece interminable, la ley laboral pone un límite de contratación, sólo el 10% del personal técnico y profesional en una empresa puede ser extranjero. El cuarto obstáculo es la restricción en el acceso al trabajo. Tratándose de puestos directivos, administrativos y gerenciales no hay límite. Pero “los médicos al servicio de las empresas deberán ser mexicanos”.
Quinto obstáculo y volvemos a empezar
Entre 2010 a 2019, la migración en América Latina y el Caribe aumentó 66%, según el reporte Hacia un futuro inclusivo y libre de discriminación en las ciudades: Guía práctica para abordar la movilidad humana a nivel local, de la Unesco. Esto ha generado cambios en los mercados laborales, apunta.
Axel Cabrera menciona el quinto obstáculo, uno que enfrentan las personas solicitantes de refugio: deben permanecer en la entidad donde tramitan su petición. Y quienes llegan de Centroamérica generalmente la inician en la sede de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en Tapachula, Chiapas.
Esa entidad, junto con Oaxaca y Guerrero, tiene una de las tasas más altas de informalidad (74%), según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). La respuesta a la solicitud de refugio tarda varios meses, puede pasar medio año o más y no tienen posibilidad de moverse a otro lugar con más oportunidades laborales.
“Necesitamos una Comar más amplia, con más capital humano y que no esté concentrada en el sur del país, donde hay sobrepoblación migrante con alta demanda de trabajo, bajos salarios y crimen organizado”, dice Axel Cabrera.
La edad promedio de la población mexicana es de 29 años, señala el internacionalista. “Pronto nos convertiremos en una sociedad de gente mayor, como Estados Unidos, necesitaremos fuerza de trabajo en los sectores de servicios, agricultura, tecnología y otros. Podríamos crear un corredor de trabajo norteamericano e incluir talento mexicano centroamericano”, sugiere.
Conocer qué vacantes hay disponibles según la región es otra medida para la inclusión laboral de migrantes. “Si tenemos más datos sobre las industrias y las entidades podemos crear mecanismos” para integrarles, dice Axel Cabrera.
Pero, volviendo al inicio, lo primero es cambiar la narrativa del fenómeno migratorio. “Hemos escuchado por mucho tiempo que las personas migrantes vienen a quitarnos los trabajos y eso es una gran mentira. Son mitos que no nos ayudan a nadie”, concluye.