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Publican manual para prevención de riesgos y enfermedades en el trabajo sexual
La Secretaría de Salud y la Brigada Callejera elaboraron el “Manual de autocuidado para las personas trabajadoras sexuales”, actividad que a nivel nacional abarca a más de 241,000 personas. Y aunque se trata de una población amplia, los riesgos de trabajo a los que se enfrentan no son reconocidos como tal.
Las enfermedades laborales que pueden desarrollar las personas que se dedican al trabajo sexual van desde padecimientos digestivos, pasando por afectaciones a su salud mental y hasta complicaciones por cirugías estéticas. Por supuesto, los factores de riesgo a los que están constantemente expuestas las hace también vulnerables al VIH.
Esto es parte de lo que señalan la Secretaría de Salud (SSa) federal y la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”. Ambos organismos acaban de publicar el primer Manual de autocuidado de la salud en el trabajo sexual.
Como cualquier otra actividad laboral, ésta también conlleva riesgos ocupacionales. Sin embargo, debido a que social e institucionalmente el trabajo sexual no se reconoce como un trabajo, las personas que lo ejercen han quedado marginadas de varios derechos, como la salud.
Jurídicamente es otra la visión, porque en 2014 el Poder Judicial de la Federación (PJF) emitió una sentencia que obligó al Gobierno de la Ciudad de México “a reconocer y acreditar a trabajadoras sexuales como trabajadoras no asalariadas y a ofrecerles servicios de salud sexual y reproductiva gratuitos no coercitivos”, apunta el manual.
Aunque hay pocas estadísticas sobre el trabajo sexual en México, existe una estimación de 241,000 personas dedicadas a esta actividad. La cifra es del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el SIDA (Censida), corresponde al año 2018, pero la información que proporciona muestra un aumento en esa población, pues en 2013 registró a 237,800 personas.
De acuerdo con Brigada Callejera, la pandemia de covid-19 y los siguientes problemas económicos que le siguieron llevaron a cerca de 7,000 mujeres a ejercer el trabajo sexual en la Ciudad de México en 2022. “Este aumento también va aparejado de mayor precarización laboral y mayor exposición a factores de riesgo de transmisión de VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS)”.
Riesgos de trabajo según la legislación
Los “riesgos de trabajo son los accidentes y enfermedades a que están expuestos los trabajadores en ejercicio o con motivo del trabajo”, señala el artículo 473 de la Ley Federal del Trabajo (LFT).
En los siguientes artículos detalla a qué se le puede considerar accidente de trabajo y a qué se le considera enfermedad laboral:
El primero “es toda lesión orgánica o perturbación funcional, inmediata o posterior, la muerte o la desaparición derivada de un acto delincuencial, producida repentinamente en ejercicio o con motivo del trabajo, cualesquiera que sean el lugar y el tiempo en que se preste”, según el artículo 474.
Mientras que la “enfermedad de trabajo es todo estado patológico derivado de la acción continuada de una causa que tenga su origen o motivo en el trabajo o en el medio en que el trabajador se vea obligado a prestar sus servicios”, de acuerdo con el artículo 475.
En el artículo 513 de la LFT, en tanto, se encuentra la Tabla de Enfermedades del Trabajo, la cual está pendiente de ser actualizada por el Senado de la República. En abril de este año, la Cámara de Diputados aprobó la iniciativa del gobierno federal para ampliar de 161 a 194 los padecimientos.
Enfermedades laborales del trabajo sexual
El Manual presentado por la SSa y Brigada Callejera propone 10 grupos de padecimientos recurrentes entre quienes se dedican al trabajo sexual:
- Enfermedades digestivas
- Complicaciones antes y después del embarazo
- Enfermedades de la piel
- Infecciones de transmisión sexual (ITS)
- Enfermedades vasculares y osteomusculares
- Padecimientos respiratorios
- Consecuencias de cirugías estéticas y tratamientos hormonales
- Afectaciones a la salud mental
- Adicciones
- Diabetes
Además, se incluyeron “42 tablas con ocho categorías sanitarias. Cada tabla contiene información relacionada al padecimiento específico, sus causas y factores de riesgo, síntomas y molestias, método diagnóstico y tratamiento y prevención”.
También se incorpora una “Escala de resistencias del autocuidado de la salud sexual”. Esta herramienta mide las percepciones de riesgo que se tienen respecto a diversos padecimientos que se pueden agravar de no ser atendidos a tiempo o ser subestimados.
El primer nivel de la escala comienza con: “No se percibe en riesgo”. De ahí va subiendo según la idea que se tengan de los factores de riesgo y qué tanto los atiendan hasta llegar al nivel 10: “Se protege sistemáticamente”.
Entre los padecimientos recurrentes que no suelen ser percibidos como un riesgo de trabajo están la aparición de várices por estar de pie mucho tiempo a la espera de clientes, señala el manual. En cuanto a la salud mental: las preocupaciones, tristeza, angustia y ansiedad.
La sarna y piojos en los vellos genitales por la falta de aseo en los lugares de trabajo; las enfermedades respiratorias por trabajar en calle hasta altas horas de la noche; los males ocasionados por cirugías estéticas y el consumo de sustancias son otras de las condiciones que suelen no atenderse o no de manera adecuada.
La falta de autocuidado se debe al desconocimiento de las enfermedades asociadas al trabajo sexual. Pero esto, a su vez, nace de la clandestinidad a la que el Estado y la sociedad les ha orillado a vivir, a la falta de acceso a servicios de salud en general, pero particularmente para esta población, y a los malos tratos que reciben de parte del personal de salud, lo que las inhibe a acudir a consulta.
Las mujeres encaran retos de salud cuando deciden hacer del trabajo sexual su fuente de ingresos para el sustento propio, de sus hijos o de su familia”, señala el manual. La discriminación y el estigma a esta actividad laboral disipan “la posibilidad de ofrecerles servicios dignos y herramientas de autocuidado en salud”.
Además, se puntualiza en el documento, entre las trabajadoras sexuales cisgénero y transgénero “existe una brecha entre aquellas que cuentan con acceso a la información y quienes no. Ese abismo determina el acceso a la salud integral, al uso de los servicios médicos y a la exigencia de derechos fundamentales”.
Por ello, el manual les proporciona a las personas trabajadoras sexuales datos sobre muchos de los padecimientos que quizá ya tengan muchas de ellas. Les indica cómo prevenirlos o atenderlos, si ya aparecieron. Es un documento amplio, de 108 páginas que está disponible de manera gratuita.