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Capital Humano

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Sindicalismo fuera del guion: Gremio artístico avanza hacia una “primavera laboral”

Es posible que en México se produzca una huelga como la de Hollywood, dice el laboralista Arturo Alcalde, abogado de la ANDA. Nadie podría asegurar que no. Pero lo importante, subraya en entrevista, es comenzar la organización de las y los trabajadores de la cultura.

Foto: Especial

Foto: EspecialCortesía ANDA

Entre la aparente calma, sin los destellos que ostenta Hollywood, se está gestando en México una primavera laboral entre las actrices, actores y otras personas trabajadoras de la industria audiovisual.

Así lo observa el abogado Arturo Alcalde, acompañante de decenas de sindicatos disidentes, cuyo despacho legal representa a la Asociación Nacional de Actores (ANDA). La reforma laboral de 2019, dice, puso las bases para democratizar la vida sindical e impulsar la defensa colectiva de los derechos laborales y de eso no puede escapar el sector artístico.

Hace unas semanas, en la Ciudad de México, se realizó la primera asamblea informativa para crear la Unión Nacional de Trabajadores Audiovisuales de México (UTAM). El encuentro reunió a diversos colectivos, asociaciones y sindicatos.

Esto no es algo reciente, el gremio artístico también tiene una historia de lucha por sus derechos laborales. En los últimos años se han organizado para impulsar cambios legislativos y la creación de políticas públicas, algunas veces lo han hecho con mayor cohesión y otras no tanto. 

Pero para Arturo Alcalde, es la ANDA el ente que está suscitando esta nueva época. Los cambios que intentan hacer al interior de su organización traen “una esperanza no solamente para los socios, sino para todos los trabajadores del sector cultura, porque la Anda es un referente histórico”, sostiene.

Alcalde avizora: “Estamos por ver una especie de primavera laboral”. El abono, dice, está compuesto por una mayor democratización en la ANDA, por la reforma laboral, un nuevo sistema de justicia del trabajo y por la onda expansiva que detonó el estallamiento a huelga de los sindicatos de Actores (SAG-AFTRA) y de Guionistas (WGA) de Estados Unidos.

Hacia un sindicalismo transfronterizo

El poderoso mensaje de la actriz Fran Drescher anunciando una histórica huelga agitó conciencias más allá de las colinas de Hollywood. La fuerza de su discurso y del movimiento obrero de los glamurosos siguen latentes.

“Si no nos mantenemos firmes en este momento, vamos a estar en problemas. Vamos a estar en peligro de ser reemplazados por máquinas y grandes empresas”, dijo la actriz y directora, líder del Gremio de Actores de Cine-Federación Americana de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA), al unirse a la huelga de guionistas.

“Es algo muy serio que afecta a millones de personas en todo este país y en todo el mundo. Y no sólo a los miembros de este sindicato. No teníamos otra opción, nosotros somos las víctimas aquí. Estamos siendo victimizados por una entidad muy codiciosa”, expresó.

Lo que viene es un sindicalismo transfronterizo, vislumbra Arturo Alcalde, quien desde los años 70 ha contribuido a la organización de movimientos obreros y sindicales mediante el acompañamiento legal.

¿Podría en México estallar una huelga como la de Hollywood? Sí, todo es posible, dice el laboralista. “Pero antes de pensar en eso, hay que pensar en la organización de las y los trabajadores de la cultura y creo que se va caminando en esa senda”.

La lucha sindical “ya no se puede percibir a nivel nacional ni aislada”. Eso lo ha demostrado el sector automotriz, lo mismo hará el gremio artístico. Y el vínculo para fortalecer esos lazos puede ser la ANDA, sugiere.

La ANDA surgió en el México postrevolucionario, en el sexenio de Lázaro Cárdenas. Fue fundada en 1934 “como una organización sindical de resistencia”, según se describe la propia asociación.

Como otras agrupaciones sindicales, creció a la par del PRI, el partido hegemónico que se allegó del apoyo de dirigentes, algunos de ellos, de la ANDA. “A los líderes sindicales y a los procesos hay que juzgarlos en su tiempo, el priismo era lo que existía, no podemos juzgarlos con las categorías actuales”, dice Alcalde.

“La ANDA vivió bajo la lógica del control y la protección —como lo señala la académica Graciela Bensuzán— del sindicalismo tradicional. Fue proteccionista y el ejemplo claro de ello es La casa del actor”. 

Todo esto lo ha hecho con “una gigantesca diversidad de problemas, como la diversidad de sus socios”. Mientras algunas personas tienen empleos de tiempo completo, otras laboran pocas horas y unas más no tienen trabajo, “¿cómo se les va a tasar una cuota a cada uno de esos grupos? Es un problema que todavía hay que resolver”.

La afiliación, la validación del voto, trabajadores que no siempre tienen una figura de patrón, “o que a veces los mismos socios son los patrones con pequeñas producciones”, son otras dificultades de esta organización.

“El hecho real es que la ANDA es un gran proyecto que ha tenido que afrontar el poderío de grandes empresas, como Televisa o Tv Azteca”, apunta Alcalde.

Además, en los últimos años ha necesitado transformarse para resolver problemas financieros complejos que dejaron por mucho tiempo sin resolver.

“A mi juicio, Jesús Ochoa y Marco Treviño, secretario general de la ANDA en la administración pasada y secretario general actual, han sido muy valientes. Son dos excelentes actores que no tenían ninguna necesidad de meterse en tanto desgaste y su procedencia, creo, se explica por la generosidad. Es así como se crean los grandes liderazgos, por motivaciones éticas, de aprecio a la profesión”.

La respuesta es el sindicato

En gran parte de la población, principalmente en los jóvenes, hay una “desconfianza que es casi natural a las formas sindicales tradicionales”, reconoce Arturo Alcalde.

La corrupción de algunos dirigentes opacó al movimiento de resistencia de otros sindicatos y la represión que sufrieron quedó en el olvido. Lo que ha prevalecido en la memoria son las dirigencias vitalicias y se han borrado las grandes conquistas que encabezaron.

“La fuerza del sector cultural empata con el nuevo marco legal”, dice. La reforma laboral estableció reglas para que las personas decidan la forma en que quieran organizarse, “los trabajadores de la cultura ya se pueden organizar sin todas esas barreras”.

Uno de los cambios a la Ley Federal del Trabajo (LFT) poco difundidos es que ahora se permite que los sindicatos creen proyectos productivos, “esto le sirve mucho a este gremio”.

Por sí mismo, un sindicato no es sinónimo de corrupción, “se pueden crear nuevas formas de organizarse. Muchos jóvenes piensan que la solución son las asociaciones civiles” y esa estrategia es buena en un sentido comercial y de difusión de su trabajo, opina.

Pero “la respuesta es el sindicato. Solamente teniendo sindicato pueden tener un contrato colectivo de trabajo. Sólo teniendo un contrato colectivo hay mayor garantía del respeto de los derechos laborales y las condiciones de trabajo dignas”.

Ante los retos de la inteligencia artificial (IA) y las plataformas de transmisión (streaming), las personas creadoras que intervienen en cada uno de los procesos de la producción deben tener garantizado su empleo y su materia de trabajo. Para ello es mejor que cuenten con un sindicato de rama, no uno de su gremio específico.

“Solamente con sindicatos de rama se pueden defender mejor sus derechos para que no se vean atrapados en la intermediación”, puntualiza el laborista. Y así lo están demostrando de alguna manera en Hollywood, aliándose entre sindicatos.

La clave es hacerle ver a la juventud “que el sindicalismo honesto y auténtico es una gran solución. Un sindicalismo nuevo, honrado, empoderado en la materia de trabajo, ajeno a la discriminación, con rendición de cuentas, con asambleas auténticas, sin liderazgos eternos ni herederos del poder, con formas asociativas democráticas y autonomía frente al estado, que no pertenezca a ningún partido por definición”, concluye.

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