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¿Europa a la derecha?
El avance del autoritarismo (de izquierda o derecha) en las democracias liberales se vive en el globo entero. Según los informes que publica Freedom House el autoritarismo lleva creciendo mundialmente desde la crisis financiera del 2008. Si bien ha corrido una inmensa cantidad de tinta con análisis muy serios y bastante acertados sobre los motivos de esta ola es necesario destacar que uno de ellos es, sin duda, el hartazgo que ha venido escalando en la última década respecto al sistema económico y político.
Pero no solo el autoritarismo está creciendo: la extrema derecha ha ganado adeptos de manera importante, particularmente en Europa. El pasado mes de abril, en la segunda vuelta de Francia, Marine Le Pen obtuvo un récord histórico con casi 42% de los votos. Esta semana en las elecciones en Suecia, donde se vive uno de los mejores ejemplos de equidad y estado de bienestar, el partido de extrema derecha capturó 20 por ciento. Hoy la coalición gobernante sigue en el aire pese a la victoria del partido socialdemócrata, el cual obtuvo el apoyo de cerca del 30 por ciento en las urnas.
En Inglaterra, Liz Truss, del ala más radical del partido Conservador, ganó con amplio margen la elección interna de su partido y asumió el cargo de primera ministra el pasado 5 de septiembre. Todo indica que en las elecciones del 25 de septiembre en Italia la próxima primera ministra será Giorgia Meloni, líder del partido ultraconservador Hermanos de Italia.
Ambos países, Inglaterra e Italia, enfrentan problemas similares y, ante una situación particularmente compleja, tendrán que buscar soluciones extraordinarias. Para el 2023 se prevé una desaceleración de la economía, la inflación seguirá en los niveles actuales (8 por ciento), el incremento a las tasas de interés pone en una situación muy frágil sus finanzas públicas, el costo de la energía eléctrica tiene un fuerte impacto en el bolsillo de las familias, pero también en la planta manufacturera y en el sector de los servicios. Y además de todo esto, ya se agotó la capacidad de sus gobiernos para incrementar la deuda pública.
Ante este complejo panorama Truss ha prometido un paquete de ayudas económicas para las familias inglesas por un monto de 115,000 millones de libras, el cual piensa pagar con un impuesto especial a las empresas beneficiadas por la crisis. Según el informe de Janus Hennderson Global Dividend de 2022, “los bancos y la minería generaron tres quintas partes del incremento de beneficios en 2021. En particular, los dividendos de la minería duplicaron su récord anterior de 2019”.
Truss y Meloni comparten el mismo credo: ambas abogan por reducir la base impositiva en sus países, más desregulación de los mercados, políticas migratorias más estrictas y recortar el gasto público (así es, como en la década de los ochenta). En el caso de Meloni, incluso contra su verdadera filosofía política, ha adoptado una posición neutral en temas de sustentabilidad y transición energética que le permita tener acceso a los fondos europeos para reactivar la economía de su país.
No les auguro mucho éxito con sus programas económicos. Es altamente probable que ambas mandatarias enfrenten un mayor descontento social ante el deterioro de la economía durante el 2023. Sin una solución estructural de la crisis energética (control de precios) en Europa, el panorama no parece que vaya a mejorar.
Tras el alza de los precios de gas natural a raíz de la invasión de Rusia en Ucrania, ha quedado de manifiesto que el mercado europeo debe adoptar medidas impensables hace apenas 12 meses. A diferencia de lo que abogan Truss y Meloni, lo que se requiere es más Estado, no menos.