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Opinión

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Internet: una buena tortilla con chile y frijol

En uno de esos lances retóricos que lo han caracterizado a lo largo de sus primeros cuatro años de gobierno, el sábado 17 de diciembre pasado, al referirse a su promesa de llevar Internet a todo el país, el presidente López Obrador no dudó en señalar “...yo hago el compromiso de que va a haber el internet gratuito, ya estamos trabajando en eso, cuando empezamos hicimos ese compromiso y pensábamos que era fácil, que era una buena tortilla con chile y frijol, pero no, no, es un asunto complejo desde el punto de vista tecnológico, lo pintaban muy bonito los técnicos, que no iba a haber problema y no, es bastante complicado, ahora sí vamos a poder porque ya estamos instalando como 5,000 antenas en todo el país para garantizar que haya el internet gratuito en todas las comunidades...”.

A muchos podría parecerles gracioso, a otros podría parecerles un generoso acto de honestidad, que el presidente haya reconocido que cuando se comprometió a llevar Internet a todos los rincones del territorio nacional, simplemente no tenía idea de las complejidades que significaba el desafío. Pero no, ahí está justamente gran parte de los problemas que hoy enfrenta la actual administración: haberse lanzado a desmantelar instituciones y programas, porque no eran del agrado del presidente, para proponer en su lugar nuevos programas, políticas públicas, obras públicas o proyectos de inversión, sin haber hecho un análisis con el rigor que exigen los desafíos que enfrenta México, sin haber diseñado también con rigor y seriedad los eventuales planes para llevar a cabo o ejecutar tales proyectos.

Por eso la Refinería de Dos Bocas lleva un importante retraso para incorporarse a producir los primeros barriles refinados para el mercado nacional, con un despilfarro de recursos públicos, por cierto, recursos de los contribuyentes; o también, por eso el proyecto del Tren Maya ha tenido que cambiar el trazado de la ruta y se ha retrasado en su ejecución y elevado de manera significativa su costo total. Por eso fracasó groseramente el plan para consolidar la compra de medicamentos por parte del sector público; o también por esa falta de rigor y seriedad fracasó estrepitosamente el Insabi como la opción para dotar a México de un sistema de salud “como el de Dinamarca”.

En el mismo sentido se ubica el aeropuerto Felipe Ángeles. Para rematar este rosario de traspiés, no olvidemos el desastroso manejo de la pandemia del Covid-19 que provocó que México haya quedado registrado como uno de los países con las tasas más altas de fallecimientos provocados por la pandemia, por cada millón de habitantes.

El problema de los distintos tipos de promesas que el presidente López Obrador ha hecho cuando se refiere al Internet, es que el alcance de esa promesa no es consistente, ha variado o se ha ajustado a la audiencia a la que se dirige. Por ejemplo, en su informe de labores, del 1 de septiembre de 2020, prometió que en 2021 habría señal de Internet en todo el territorio nacional, promesa en la que no distinguió si se refería solo a Internet gratuito o la posibilidad de mantener conexión, independientemente si se paga una suscripción o no.

El sábado contuvo su promesa, pero nuevamente vaga, de afirmar que garantizará Internet gratuito “en todas las comunidades”, para lo que le han hecho creer que con 5,000 radiobases (antenas) podrá cumplir su meta. En primer lugar, el reto no solo es instalar ese número de antenas, que son pocas, comparadas con las cerca de 20,000 que Telcel reporta tener en todo el país, el reto también estriba en conectar las 5,000 radiobases a una red de fibra óptica, porque pretender conectarlas con antenas de microondas convencionales, simplemente significa que el Internet que se podría llegar a ofrecer con el limitado número de antenas será lento y de poca capacidad.

Lamentablemente, cuatro años después nos enteramos de que el presidente creía que llevar Internet a todo el país era tan fácil como una buena tortilla con chile y frijol, lo que inserta en lo que yo llamaría su concepción de la economía del trapiche, que presumió en julio del 2019.

El pasado 17 de diciembre, el presidente admitió la complejidad de ampliar la cobertura de Internet.

@GerardoFloresR

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