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La regenta
Tardamos 69 años para que el gobierno de la Ciudad de México tuviese nuevamente autonomía del gobierno federal y del presidente de la República y en sólo tres años esa autonomía se perdió.
En la Constitución de 1917, después de un prolongado debate, se otorgó autonomía al gobierno del municipio del centro de la ciudad, DF, y a los municipios que integraban el territorio de la CDMX. En 1928 durante la presidencia de Calles esa autonomía fue cancelada, igual que fue cancelada en 1933, la reelección de diputados y senadores para fortalecer el poder presidencial.
No fue sino hasta 1997 que la ciudad dejó de tener un “regente” nombrado por el presidente y volvió a tener un gobierno independiente y en el 2000, jefes delegacionales electos por la población. Para lograrlo se dieron fuertes movilizaciones de la ciudadanía, entre ellas en 1993, el primer plebiscito ciudadano en la historia del país, en donde participaron más de 331,000 personas que votaron casi por unanimidad a favor de la elección de jefe de gobierno, jefes delegacionales y un Congreso independiente.
La relación entre el presidente de la República y el jefe de gobierno de la ciudad no ha sido fácil en estos años, su origen partidista y político diferente provocó en varias ocasiones choques que complicaron la vida de la ciudad, por otro lado, desde que ésta logró su autonomía, los recursos federales se fueron restringiendo y los proyectos, sobre todo de transporte, agua y drenaje, que requería la ciudad cancelándose.
Por eso fue bien visto por la ciudadanía que a partir del 2018 el jefe de gobierno de la ciudad fuese del mismo partido que el del presidente y que su titular fuese adicionalmente una persona muy cercana a él. Lo que no se esperaba es que esa relación acabase en una subordinación total y en lugar de una jefa de gobierno fuerte, tuviésemos una “regenta” o sea un gobierno en donde el que decide es el presidente.
La ciudad en lugar de salir beneficiada con la cercanía no sólo ha perdido autonomía para resolver sus problemas, sino la jefa de gobierno no ha tenido la fuerza para exigir mayores recursos y no es exagerado decir que nunca la Ciudad de México ha estado más abandonada y deteriorada que en la actualidad. En los 76 años que tengo de vivir en la ciudad nunca había visto peor la infraestructura urbana, las avenidas, calles, sistema de agua y drenaje, parques y edificios públicos.
El accidente de la Línea 12 del Metro puso en evidencia la debilidad de Claudia Sheinbaum, no tuvo otra alternativa que disciplinarse y aceptar la intervención del presidente en un problema que no es de su incumbencia.
Es evidente que ha Claudia Sheinbaum lo que le interesa es quedar bien con el presidente y no con los 8.5 millones de capitalinos, por eso en las elecciones de junio perdió la mitad de las alcaldías.
En sólo tres años el presidente López Obrador ha revertido la reforma política de la CDMX y ha convertido a la jefa de gobierno, en la regenta de la ciudad.