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La valiosa promesa de prudencia fiscal para el 2023
No hay un solo paquete económico en lo que va de este gobierno en el que hayan atinado a las variables macroeconómicas. Pero también es cierto que, de acuerdo con la información oficial, se ha mantenido cierta disciplina fiscal.
La calidad del gasto es otra cosa, el monto de los subsidios a las gasolinas es todo un tema, pero en general no hay un déficit inmanejable en las finanzas públicas o un aumento exponencial en el monto de la deuda pública que puedan preocupar a los mercados.
Sí hay focos rojos en el tablero de las finanzas públicas mexicanas, como el creciente monto de las transferencias presupuestales tanto a Petróleos Mexicanos como a la Comisión Federal de Electricidad.
El gasto público ha sacrificado la inversión en infraestructura productiva para destinarlo a esos proyectos que obsesionan al Presidente que no producen retornos (Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas) y fomenta clientelas electorales e inhibe un verdadero desarrollo social, el gasto asistencialista.
Esto, que quedó claro desde el primer paquete económico de la 4T, enviado al Congreso en septiembre del 2018, hacía temer que conforme pasaran los años los requerimientos de esos barriles sin fondo crecerían tanto que implicarían desequilibrios macroeconómicos importantes.
Hay un mal ambiente local para atraer inversiones y a nivel global han sido algunos de los peores años en décadas.
Afortunadamente, como sucedió tras la crisis financiera de mediados de los años noventa, el acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá ha sido un salvavidas económico para nuestro país.
Los niveles recaudatorios, de acuerdo con datos oficiales, no se han derrumbado a pesar del mal desempeño económico y la acción recaudatoria del SAT ha aportado recursos excepcionales e irrepetibles.
El presidente López Obrador tiene muchas obsesiones, una que hay que festejar es aquella de mantener la estabilidad macroeconómica. Y, sí, los datos oficiales no muestran desequilibrios importantes.
Evidentemente que los últimos dos años del mandato de López Obrador (de acuerdo con lo que marca la Constitución) podrían ser los más riesgosos para buscar a través del endeudamiento todo aquello que no se ha conseguido ante la ausencia de un crecimiento económico.
La buena noticia, si atendemos a la palabra del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, es que el Paquete Económico que habrán de presentar antes del 8 de septiembre al Congreso será “prudente”, de acuerdo con lo que la Asociación de Bancos de México reportó como el adjetivo usado por el funcionario público.
Es difícil todavía pronosticar el estado que guardará la economía global, en especial la de Estados Unidos, durante el 2023, porque hay advertencias hasta de una nueva recesión, pero si realmente se mantiene la prudencia en los cálculos de ingreso y gasto se podría eliminar un poco la incertidumbre natural que genera en los mercados un gobierno de corte populista como el mexicano.
El 2024, como año electoral, podría ser otra historia. Pero, una cosa a la vez ante la incertidumbre que genera la 4T.
Por lo pronto, a esperar el Paquete Económico del próximo año con esa promesa del secretario Ramírez de la O de ser prudentes.
Estabilidad macro
Focos rojos
Hay focos rojos en el tablero de las finanzas públicas mexicanas, como el creciente monto de las transferencias presupuestales tanto a Pemex como a la CFE.
Mal ambiente
Hay un mal ambiente local para atraer inversiones y a nivel global han sido algunos de los peores años en décadas.
Obsesiones
El presidente López Obrador tiene muchas obsesiones, una que hay que festejar es la de mantener la estabilidad macroeconómica. Los datos no muestran desequilibrios importantes.