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Opinión

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Rebasados por el fenómeno migratorio…

México y Estados Unidos enfrentan uno de los problemas humanitarios más complejos en las últimas décadas y se encuentran rebasados. El fenómeno migratorio es actualmente uno de los fenómenos humanos más preocupante, no sólo por sus implicaciones éticas, que deberían ser consideradas prioritarias ante estas vidas en tránsito, sino por las condiciones políticas, económicas, y de inseguridad, principalmente, que sus propios países de origen no han podido ni no podrán garantizar en los próximos años. Nadie migra por la aventura. Actualmente, el desplazamiento forzado de miles de personas, principalmente provenientes de Centro América, buscan llegar a Estados Unidos y no habrá nada ni nadie que se los impida, esto a pesar de los peligros a los cuales tengan que enfrentarse que ponen en juego su vida. Lo duro de todo esto, es que migrar es una pesadilla, el infierno es cruzar por México debido a la falta de políticas migratorias más humanas que garanticen o contengan los riesgos de estas vidas en tránsito. Hace unos días, Grupo Ferromex tuvo que detener 60 de sus vehículos —que es el equivalente a aproximadamente 1800 camiones de carga— debido al riesgo que implicaba tanto para ellos como para los migrantes que subían a sus trenes —entre los cuales, de acuerdo con información de Grupo México, se contabilizaron aproximadamente 4000 migrantes—.

El problema crece y las medidas para subsanar estos riesgos siguen sin realmente atender el problema. La respuesta del Instituto Nacional de Migración fue la de poner mayor vigilancia, aumentar más agentes en puntos estratégicos para inhibir que los migrantes suban a los trenes. La realidad es que el fenómeno migratorio no ha dejado de penarse como un conteo, una estadística, donde estas vidas en tránsito a pesar de tener que sufrir un sinfín de violencias desde la salida de sus países de origen, arriesgando lo poco que queda en el tránsito por nuestro país, soportando corrupción y precariedades inimaginables por el camino. No son tratadas como vidas que tendrían que ser protegidas, garantizadas con políticas solidarias dignas de tránsito. El dilema crece, cada día más familias, hombres y mujeres jóvenes se arriesgan a dejarlo todo por llegar a los Estados Unidos y nuestras políticas migratorias no se encuentran a la altura de las circunstancias. Por otra parte, el crecimiento de casos de niños no acompañados por México nos muestra la vulnerabilidad y el riesgo implícito que dejamos de lado al no salvaguardar, mediante medidas efectivas, la garantía y protección de estas personas.

Solo para tener una idea de la magnitud del problema para el caso de migración mexicana, de acuerdo a cifras de la Secretaria de Relaciones Exteriores, de enero al 30 de julio fueron expulsados de Estados Unidos a nuestro país aproximadamente 6 mil 757 niños migrantes no acompañados provenientes de Chihuahua, Guerrero, Oaxaca, Guanajuato y Chiapas, siendo el grupo más fuerte el que se encuentra entre los 12 y 17 años de edad, pero esto no es todo, en estas cifras también se encuentran migraciones de niños y niñas desde los cero años y hasta los once años. El problema que tenemos es grave, y si le agregamos el factor niñez, la apuesta a renovar propuestas migratorias más dignas y justas pudiera ser una salida. Solo para tenerlo en el radar, de acuerdo con la UNICEF, la migración de niños ha aumentado 7 veces más en comparación al 2022 desde el cruce de la selva del Darién hasta Estados Unidos, contabilizando sólo en los primeros dos meses de este año, a 9 mil 700 niños, niñas y adolescentes y este grupo será el que más crezca en los próximos años. Este es el contexto real, no hay salida más que para afrontarlo y resolverlo por vías más humanas, solidarias y justas… ¿no lo cree?...

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