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Opinión

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Y nunca llegó la cuarta

Foto: Especial

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Hombre de pocas obras y muchas páginas, Fernando del Paso nació el 1 de abril de 1935. Sin tener más intención que la de dibujar y contar historias, le dio un nuevo aliento a la que llamaron “novela histórica mexicana” con tres grandes obras narrativas.

La primera, titulada José Trigo, se describió durante mucho tiempo como “un homenaje al lenguaje popular y los juegos de palabras”, fue tachada de “espesa” e inaccesible, pero algunos apuntaron que Del Paso tenía 27 años, le habían diagnosticado cáncer y al pensar que la vida se le escaparía quiso plasmar todo lo que pudo y no dejar una palabra sin usar. Todo lo anterior, mentira. Escribió mucho, muy bien y no se arrepintió de nada. ¿Cómo arrepentirse de textos como el que sigue, lector querido?:

“…Y también por tus ciudades y pueblos me viste, me vio, me vieron pasar preguntando ¿José Trigo? Y mientras tanto en balde y para qué poniendo todas o casi todas las palabras, palabras más palabras menos. Abajo las palabras tierra, campamentos; arriba las palabras cielo, estrellas y entre la mañana por la tarde, además y con la noche las palabras nada y nadie. Porque todo esto y esto es un decir fue la mañana, la tarde, la noche en que soñé o creí soñar que buscaba a José Trigo por cielo y por tierra, bajo todos los cielos habidos sobre todas las tierras por haber y no vi nada ni a nadie. Nada bajo el cielo y sobre la tierra nadie“.

Después vino Palinuro de México, una obra que, desde su título, hace referencia al nombre del timonel de la nave de La Eneida de Virgilio. En ella escribió desde la entraña. Vaya un ejemplo:

“Lo que nunca jamás pudimos medir fue nuestro amor, porque era infinito.

Era, sí, como cuando Palinuro le preguntaba al abuelo cuánto lo quería.

- Mucho, muchísimo, le contestaba el abuelo Francisco.

- Pero ¿cuánto, cuánto abuelo? ¿De aquí a la esquina?

- Más, mucho más.

- ¿De aquí al Parque del Ajusco?

- Más, muchísimo más: de aquí al cielo de ida y de regreso, yéndose por el camino más largo de todos y regresando por un camino todavía más largo. Y eso después de dar varios rodeos, de perderse a propósito, de tomar un café con leche en Plutón, de recorrer los anillos de Saturno en patín del diablo y de dormir veinte años como Rip Van Winkle, en uno de esos planetas donde las noches duran veintiún años: porque a mí me gusta levantarme temprano, cuando menos un año antes de que amanezca”.

Muy adecuado recordar, porque hay fechas que no se olvidan, el célebre capítulo 54, llamado “Palinuro en la escalera o el arte de la comedia. Obra en cuatro pisos con un prólogo en la planta baja, un epílogo en un desván y varios intermedios sorpresivos”, donde Palinuro muere en el Zócalo capitalino a causa de los golpes propinados por los cuerpos policíacos en el mitin de la Plaza de las Tres Culturas del 2 de octubre de 1968.

Su tercera gran novela, Noticias del imperio, fue un proyecto en el que invirtió 20 años y donde Carlota, Juárez y Maximiliano volvieron a contar su historia para que lectores muy queridos como usted, pudieran visitar una de las épocas más convulsas y atractivas de la Historia de México. A continuación –y para que se anime– un fragmento donde Benito Juárez protagoniza:

–"Dígame, Señor Secretario: ¿a usted le hubiera gustado aprender esgrima?

–  ¿Esgrima yo, Don Benito? La verdad, nunca se me había ocurrido pensar en eso. ¿Y a usted, Don Benito?

–  No, esgrima no, pero sí montar bien a caballo…”

–  Pues nunca es tarde, Don Benito…

–  Sí, sí. Ya es tarde para muchas cosas…Yo lo único que sé montar bien es mula, Señor Secretario. Pero después de todo, las mulas saben andar mejor que los caballos por caminos muy difíciles sin desbarrancarse, ¿no es cierto?

–  Así es, Don Benito

Don Benito contemplaba el cielo

–  A veces, cuando pienso en todos esos libertadores de América: Bolívar, O´Higgins, San Martín, hasta el propio Cura Morelos, me digo: todos esos fueron próceres a caballo. Pero si tú pasas un día a la historia, Benito Pablo, vas a ser un prócer a mula…

–  Pero como usted ha dicho Don Benito, las mulas llegan más lejos

–  No. Es usted quien lo ha dicho, Señor Secretario: las mulas llegamos más lejos".

Ganador de varios premios importantes, Fernando del Paso tuvo, entre otros encantos, ser zurdo para dibujar, diestro para escribir y jamás utilizar una palabra en vano.

“La literatura es mi quehacer más organizado –dijo alguna vez. La plástica es una liberación muy personal. Escribir me angustia terriblemente, me cuesta un trabajo espantoso. Dibujar no, soy incluso más sociable cuando dibujo. Puedo dibujar al mismo tiempo que converso con mi familia. Escribir es todo un trauma, debo estar aislado, me pongo de mal humor y tomo mucho café antes de decidirme a hacerlo”.

Fernando del Paso murió en noviembre de 2018. Nos dejó tres obras que hicieron historia y revolucionaron las letras mexicanas. Nos quedamos esperando la cuarta, pero nunca la prometió en vano y jamás anunció que llegaría.

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