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Regreso a clases en México, ¿y los niños migrantes?
Tan solo en Baja California, las escuelas públicas atienden, alrededor de 30,000 niñas, niños, adolescentes y jóvenes migrantes, de los cuales alrededor de 4,500 son de nuevo ingreso año con año.
La llegada de niñas, niños, adolescentes y jóvenes migrantes extranjeros que buscan ingresar a Estados Unidos y los nacionales y extranjeros que son retornados del vecino país del norte, han generado un incremento en la demanda insatisfecha de servicios educativos, tanto en ciudades fronterizas del norte y sur del país.
Si bien no se tiene una cifra exacta de cuántos migrantes que buscan llegar a Estados Unidos se encuentran en México es posible darse una idea con las cifras anuales de solicitudes de refugio de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), las cuales se han incrementado considerablemente durante los últimos años.
En 2018 fueron 29,410; en 2021 la cifra se incrementó a 129,329 y en 2023 se procesaron 14,831. De 2013 a 2024 solicitaron refugio en México 601,165 personas.
Por otra parte, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración (INM), tan solo de enero a junio de 2024, se registraron 102,217 eventos de devolución de mexicanos desde Estados Unidos, de los cuales 88,480 fueron niñas, niños o adolescentes. El año pasado se registraron 214,849, de los cuales 189,889 fueron niñas, niños o adolescentes.
Estas personas son independientes a las 1,858 extranjeras que obtuvieron tarjeta de residencia temporal en categoría de estudiante de enero a junio de 2024.
De acuerdo con el reporte “Niñas, niños y adolescentes migrantes en situación migratoria irregular desde y en tránsito por México”, de la Secretaría de Gobernación, el flujo de menores extranjeros canalizados por el INM expone que en 2018 se registraron 53,507 personas con edades de cero a 17 años, pero en 2023 fueron 113,660.
El mismo documento refiere que en 2018 fueron 10,837 los eventos de repatriación desde Estados Unidos de Niños, niñas y adolescentes mexicanos y en 2023 fueron 24,960.
Si bien esos eventos de menores devueltos ocurrieron por las garitas de Tijuana, Mexicali, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros. Por donde más retornan es Ciudad Juárez y Tijuana. Por lo menos de enero a marzo de 2024 fue así con 1,744 y 687 respectivamente.
Tijuana, la ciudad con más demanda de educación para menores en tránsito
Tan solo en Baja California, las escuelas públicas atienden a alrededor de 30,000 menores migrantes, de los cuales unos 4,500 son nuevos ingresos año con año, según la coordinadora del Programa Binacional de Educación Migrante en el estado, Yara Amparo López.
Se trata de menores migrantes originarios de unos 80 países, la mayoría de ellos tienen la intención de llegar a Estados Unidos, según dijo a La Voz de la Frontera la funcionaria.
La mayoría son personas de nacionalidad haitiana, venezolana, hondureña, salvadoreña y guatemalteca, quienes son atendidos en 175 escuelas, de las cuales 170 son de Tijuana y cinco de Mexicali.
Estadísticas de la Coordinación de Control Escolar, Información y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación del estado, a las que tuvo acceso El Economista refieren que en el ciclo escolar 2023-2024 se atendieron 840 alumnos en 19 escuelas; en el 2022-2023, 807; en el ciclo 2021-2022 890 y en el ciclo 2020-2021 721.
En tanto, a través del Programa Binacional de Educación Migrante (PROBEM), que está diseñado para atender a menores en situación de migración internacional principalmente entre Estados Unidos y México, en el ciclo escolar 2022-2023, en Baja California se atendieron a 44,173 alumnos, de los cuales 7505 de 35 nacionalidades fueron en preescolar; 23,977 de 73 nacionalidades en primaria y 12,691 de 57 nacionalidades en secundaria.
El problema es que, si bien en México existen protocolos para el acceso de niñas, niños y adolescentes en situación de migración a la educación, persisten barreras que deben sortear los menores para tomar clases en los planteles educativos mexicanos.
Entre ellas se encuentran las de tipo económico, como la solicitud de cuotas y uniforme. Además, en algunos casos, incluso, les piden documentación de identidad o certificados escolares anteriores, aunque las autoridades enfatizan que eso no debe ser así.
En ese sentido, Gustavo Banda Aceves, director del albergue Embajadores de Jesús y de la Escuela Ciudad de Dios, en Tijuana, explicó a El Economista que para los mexicanos víctimas de desplazamiento forzado por violencia es difícil que acudan a las escuelas públicas, debido a que como se trata de personas amenazadas, temen a que en las escuelas los identifiquen y atenten contra su integridad.
Comentó que ha habido casos en que personas que llegan a Tijuana huyendo de la violencia, son perseguidas hasta allá por los delincuentes que las hicieron salir de sus comunidades.
Además, llamó la atención en que las escuelas públicas de la ciudad prácticamente operan a su máxima capacidad.
Para el activista, el mayor problema es que los padres de familia que están en los albergues tienen la necesidad de salir durante el día a trabajar y dejan a sus hijos en esos lugares. Si los llevan a la escuela no podrían ni ir a llevarlos ni a recogerlos.
Banda Aceves explicó que la escuela de ese albergue atiende alrededor de 230 alumnos migrantes de diversas nacionalidades en los niveles, preprimaria, primaria y secundaria.
Llamó la atención que, actualmente, la mayor parte de esos alumnos son mexicanos víctimas de desplazamiento forzado interno por problemas de violencia (principalmente de Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Colima, Jalisco, Chiapas y Oaxaca), aunque también hay migrantes salvadoreños, haitianos, colombianos, guatemaltecos, hondureños y de otras nacionalidades.
Dijo que, si bien en algunos otros albergues de Tijuana se les apoya a los migrantes con servicios educativos, ese es el único que cuenta con una escuela formal para atender a esas comunidades y cuenta con registro de validez oficial.
En ese lugar, alrededor de 12 maestros apoyados por la Comisión Nacional de Fomento Educativo (Conafe) se encargan de impartir clases a los alumnos.
Explicó que en 2017 comenzaron a dar clases a los niños cuyas familias no lograron pasar a Estados Unidos y se vieron forzados a permanecer en el territorio.
La demanda se incrementó considerablemente porque con la llamada Caravana Migrante de 2018 arribaron a Tijuana muchos más niños que cada vez permanecían más tiempo en la ciudad.
En los primeros años incluso adultos migrantes que eran maestros comenzaron a darles clases, posteriormente lograron conseguir el apoyo del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) y de las asociaciones civiles internacionales Nest Global y Love Does que pagan a los maestros y personal de apoyo.
En ese lugar, en promedio los niños permanecen nueve meses, que es el tiempo que sus padres se quedan en la ciudad antes de continuar su migración, aunque también hay personas que han decidido quedarse en esa esquina de México.
En Tijuana operan más de 20 refugios en los que en estos momentos hay alrededor de 5,000 personas.