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El mexicano que construyó palacios en Arabia Saudita
Una exploración al estudio, el arte y las memorias del edificador y creador de artes visuales, Gabriel Sánchez Viveros.
El arquitecto y artista visual Gabriel Sánchez Viveros no para de trabajar. Es un artista todo terreno, ágil de mente, conversador inagotable. Valora las memorias que tiene para evocar, dice, porque son parte esencial de su trabajo. Son las que han formado el carácter de su obra.
Dos son las etapas creativas de este nacido en la Ciudad de México en 1962. Bien marcadas. En una, su trabajo como edificador lo llevó a convertirse en arquitecto y diseñador de interiores de la familia real en Arabia Saudita. En la segunda se convirtió en un fecundo artista visual multidisciplinario.
“Soy arquitecto de carrera. He trabajado mucho en México y el extranjero. Viví en Arabia Saudita 15 años, construyendo palacios para la familia real, y regresé prácticamente hace unos siete años. Me di dos años sabáticos. A partir de eso, hace unos años, me dediqué un poco más al arte, pero decidí utilizar conceptos de arquitectura”, explica desde su estudio en la Ciudad de México, rodeado de su obra plástica y reflexiona: “Toda la vida he viajado, me he involucrado en todo lo que implique conocimiento”.
Antes de abocarse a las artes visuales, decidió comprobar hasta dónde podía llevar su creatividad plástica. Pero no por ello renunció a la arquitectura, sino que resolvió incorporarla a su trabajo creativo. La experiencia de tres lustros en Medio Oriente fue determinante, y lo relata.
Palacios para la familia real
Ubicado en la ciudad puerto de Yeda, una de las más importantes de Arabia Saudita, se yergue el Palacio de Invierno, un edificio sin igual en el mundo, enclavado en “un océano de dunas anaranjadas moviéndose con el viento”. Es una de las ostentosas construcciones del mexicano en el país árabe. Su arquitectura es producto de la hibridación entre el estilo mexicano y el estilo nash, que es típico del centro norte de Arabia Saudita, en el que predominan los materiales naturales como el adobe, la madera y las palmas.
El Palacio de Invierno se edificó en el 2003 como parte de las construcciones ejecutadas por Sánchez Viveros por órdenes del príncipe heredero del país árabe, Mohammad bin Salmán bin Abdulaziz Al Saud, quien, después de conocer el trabajo del mexicano, lo buscó para pedirle que trabajara para él.
El proyecto incluyó la construcción de un atrio en el centro del palacio con un remate visual de una fuente custodiada por las esculturas de 10 halcones tallados en cantera. Esas piezas fueron talladas en México por un maestro cantero y enviadas a Arabia Saudita para el visto bueno del arquitecto.
“Empecé a ocupar la casa con los gustos de mi cliente, las necesidades de su familia, con la idiosincrasia de un país árabe y, además, con lo que tiene que ver con mi origen, con el diseño mexicano. Me llevé a trabajadores de México para que enseñaran a los trabajadores de Afganistán, Paquistán, Líbano, Sudán, Egipto; tenía allá una Torre de Babel”, recuerda el edificador.
Otros de los proyectos en Arabia Saudita que son de su autoría son la Villa África, un complejo con detalles africano minuciosos, confiado totalmente a la creatividad del mexicano por el príncipe árabe después de un viaje a dicho continente. Lo mismo que un pueblo mexicano, un complejo de casas en el país peninsular con la interpretación del arquitecto sobre la cultura mexicana.
“Los mexicanos estamos hechos para resolver, por eso es que brillamos en cualquier lado. Tenemos la ventaja de que descendemos de la mezcla de varias culturas. Tenemos de todo para destacar”, reflexiona.
El estudio
En su estudio, Sánchez Viveros tiene piezas de todas las series que ha creado en los últimos años. Prácticamente todo lo que decora el espacio es de su creación. Sus piezas son incuantificables, las técnicas, también diversas: pintura, fotografía, grabado, pirograbado, monotipo, murales, collage, arte objeto. Varias son las obras que están en proceso ahí mismo, junto a sus herramientas de trabajo.
Sobre un pequeño mueble de madera descansan varias esculturas de cascarón de huevo de avestruz que son parte de la serie El Origen, un ejercicio, relata, de destrucción y reconstrucción. En una de ellas, de entre las porciones de cascarón roto, en lugar de un ave, se asoma la escultura de una mano con un cigarro encendido entre los dedos . Su nombre es “La trampa”, asegura, “porque para mí todas las adicciones son una trampa”. Junto a ella, la figura a escala de un hombre de aproximadamente unos 20 centímetros de alto trata de escapar de su cascarón, pero al momento de romperlo desde el interior se ha topado con que este ha sido cosido desde afuera con alambre de cobre. El artista explica que es una analogía de las ataduras del ser humano.
Entre líneas
Entre Líneas es una de sus series más recientes. En ella, el mexicano comenzó a intervenir con líneas y formas arabescas diversas fotografías tomadas por él en Arabia Saudita, de manera que, con su acción interpuso diseños estéticos delante de la imagen, de manera que el observante está imposibilitado de mirar toda la imagen, como si se tratara de un velo sobre los ojos del espectador, como una burka. El propósito, señala, era mostrar, con grecas y líneas estetizadas, la perspectiva de las mujeres que deben portar el velo en países como el que habitó por 15 años. También incluye imágenes intervenidas con papel, alambre u hoja de oro con motivos árabes. Esta colección se integra por más de 70 imágenes tomadas en todo Medio Oriente e intervenidas por Sánchez Viveros.
El artista no para de trabajar. Actualmente se encuentra trabajando en Flora’s Soul, una serie en la que, sobre distintos tipos de papel, trabaja en la perpetuación en plenitud de los pigmentos florales sobre cada cuerpo de obra. Además está por anunciar el día de mayo en que inaugurará una exposición en el Centro Libanés de la serie Entre Líneas.