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Arte e Ideas

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La bandera es lo ?que nos une: Vargas

Todos los artistas que acompañaron al tenor Vargas estuvieron a la altura y fueron más allá como en el caso de la soprano mexicana María Alejandres.

Vaya que canta bien las rancheras, y los boleros y las españolerías, en fin, Ramón Vargas es un cantante fuera de serie con esa voz elegante, expresiva, fina como la seda. Por eso las más de dos horas que duró el espectáculo Ramón Vargas le canta a México, con motivo de las Fiestas Patrias del 15 de septiembre, pasaron sin sentirse. Y el público quería más, instalado en un gozo continuo.

De ahora en adelante, cuando alguien quiera interpretar canciones de Lara, Consuelo Velázquez, Álvaro Carrillo, José Alfredo Jiménez o Roberto Cantoral, necesariamente va a tener que considerar el referente de este concierto de Vargas. Fue un espectáculo redondo el que vimos en el Auditorio Nacional, pese al diluvio de esa noche. Todos los artistas que acompañaron al tenor Vargas estuvieron a la altura y fueron más allá como en el caso de la soprano mexicana María Alejandres: qué timbre de voz, qué volumen, qué manera de manejar su instrumento vocal, que forma de proyectar el sentimiento, la pasión inherente a la canción mexicana. Y qué presencia de esta mujer en el escenario, resaltada con sus vestidos tipo mexicano, de tonos encendidos.

Fue un gran espectáculo el que ofrecieron el Trío los Morales y el Mariachi de América. Mención especial merece la Orquesta Sinfónica de Minería, calificada por Ramón Vargas como la mejor de México (claro, se le escapó que también existe la del Estado de México). Muy buena actuación de este agrupamiento universitario, al frente del cual estuvo el maestro Carlos Miguel Prieto, quien cometió una pequeña pifia, que consistió en que al arranque del programa el director entró como bólido al escenario y sin decir agua va comenzó con el Himno Nacional Mexicano, tocado fuera de tiempo, muy rápido, por no decir que de manera atrabancada.

Después corrigió y su actuación fue brillante. No obstante, fue impresionante que nueve mil personas como activadas por un resorte se levantaran de sus asientos al unísono para interpretar el Himno Nacional.

Pero el momento culminante de la velada del 15 de Septiembre vendría cuando Ramón Vargas se paró en el escenario y manifestó: Yo no soy político, pero … Y tiró mandobles y estocadas en contra de la corrupción y de la división entre los mexicanos. Dijo con voz firme: Acabamos de tener elecciones presidenciales… hay división entre los mexicanos, pero yo les pido que pensemos en una cosa que nos unifica… Y acto seguido sacó una bandera mexicana, la desplegó ante todos los presentes y caminó con ésta por el proscenio. Luego exclamó: esto es lo que nos une, la bandera es lo que nos une a todos. Todavía no terminaba de decir esta frase cuando una lluvia de aplausos y vivas opacó a la lluvia que se desataba en el exterior.

Después vino la ceremonia de El Grito, transmitida desde el Zócalo de la ciudad de México al recinto de Reforma. Aquello fue la locura. En el Auditorio Nacional, cientos de gargantas acompañaron los vivas a los héroes y a México. Alguien del público gritó: Ramón para presidente .

Ramón arrancó su actuación con Cielito Lindo , siguió con Mi ciudad , Farolito , Dime que sí , Bésame mucho (a dúo con María Alejandres). En donde pareció estar más a gusto y moverse como pez en el agua fue en las melodías de Agustín Lara (que interpretaba desde que era pequeño). Qué voz, qué manera de cantarlas: Veracruz , María Bonita , Oración Caribe . Pero donde subió a alturas insospechadas fue cuando interpretó la canción El Triste , de Roberto Cantoral.

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