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Arte e Ideas

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Verdi con Ramón Vargas, el delirio

Pese a una entrada fría de la orquesta y a un elenco un tanto desigual, la celebración del compositor fue un éxito.

Ya avanzados los primeros minutos del programa comenzó el verdadero homenaje a Giuseppe Verdi, cuando la orquesta por fin encontró el camino (lenta, angustiosamente) y comenzó a desplegar su música con pocos errores, con entusiasmo creciente, con vigor, belleza y arte, entonces supimos que estábamos frente al compositor de Busseto, porque sentíamos su energía, el poder que transmite esa música que habla de libertad. Y luego vino Ramón Vargas y fue el delirio…

Ahí, parado a unos metros, estaba el que ha sido calificado como el mejor tenor del mundo (Jonas Kaufmann dixit), no necesitábamos verlo en Internet ni en transmisiones vía satélite. Estaba con su don de gente, con su carisma y ese talante que los virtuosos tienen.

El gran tenor mexicano se plantó en el escenario y refrendó su calidad interpretativa en la Celebración a Giuseppe Verdi, el domingo 3 de marzo, en el Palacio de Bellas Artes, recinto que mostró un lleno formidable; lo esperaba un público entusiasta, su público, que cualquier cantante del mundo desearía: aguantador, fiel, cariñoso, muy aplaudidor y hasta gritón, que se le había entregado aún antes de comenzar a cantar.

El resultado fue un gran homenaje a Verdi, en el bicentenario de su nacimiento, uno de los enormes pilares en los que se apoya la ópera. Pese a los errores iniciales de la orquesta (cuerdas y metales sonaban como de banda pueblerina), el barco navegaba…

Ramón había dejado, de momento, la temporada de la ópera Don Carlo de Verdi en el MET de Nueva York, en la que hace el papel principal. Precisamente, varias de las piezas de esta obra, un aria, trío y dúo, tuvo a bien incluir para abrir el programa: Carlo il sommo Imperatore , O Carlo ascolta , Io vengo a domandar y Tu che le vanità .

En esta presentación, Vargas, lo hizo acompañado de varias voces, algunas buenas, otras regulares: Joanna Paris, soprano; George Petean, barítono; Zaira Soria, soprano; Belem Rodríguez, mezzosoprano; Gilberto Amaro, tenor; Martín Luna, barítono; Óscar Velázquez, bajo barítono, y Alejandro López, bajo.

Además de piezas de la ópera Don Carlo fueron interpretadas otras de: Un ballo in maschera, Simon Boccanegra y finalmente Il Trovatore, todas ellas grandes obras de Verdi, que Ramón Vargas ha cantado en los mejores teatros del mundo, con gran éxito.

LOS DEMÁS

Joanna Paris nos sorprendió con su canto, dueña de un estilo propio, de una voz brillante, con buen manejo del legato y dominio de los agudos, aunque ciertamente, tiene una personalidad fría, con poca proyección. La soprano Zaira Soria resulta sorprendente con su bello timbre y el buen manejo de su instrumento. Belem Rodríguez también resulta una muy atractiva mezzosoprano, aunque esta vez la oímos cantar poco. Y de George Patean, qué se puede decir: barítono de estilo elegante, poderosa voz de timbre agradable, buen manejo de la técnica y personalidad carismática, que se desplazó con seguridad por el escenario.

La dirección concertadora corrió a cargo del serbio Srba Dinic y la del coro fue de Iván López Reynoso. Por cierto, un incidente marcó el inicio de la Celebración: cuando Ramón Vargas entró al escenario, Srba empezaba a dirigir los primeros compases de Carlo il sommo Imperatore… , y en vez de detener la música para que Ramón fuera recibido por su público, siguió con la dirección orquestal como si cualquier hijo de vecino hubiese entrado al proscenio e, incluso, tapó la voz de Vargas por unos segundos hasta que poco a poco fue ajustándose. Si bien Ramón es un hombre amable, sumamente respetuoso, este tipo de descuidos son imperdonables.

Por lo que respecta al coro del Teatro de Bellas Artes, cumplió con su cometido. La magia de Verdi y su genialidad son tan grandes que un coro de los esclavos de la ópera Nabucco, el famoso Va, pensiero , se oye agradable lo cante quien lo cante. Ni hablar, esta vez sonó bien, con buen empaste. Y la gente supo reconocer con las palmas.

La Celebración a Giuseppe Verdi terminó con el público puesto de pie, gritando bravo y aplaudiendo sin parar porque los congregados querían más música y más Ramón Vargas.

ricardo.pacheco@eleconomist.mx

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