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Opinión

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El huachicoleo de medicamentos se extiende peligrosamente

En lo que va del 2020, Cofepris ha emitido 4 alertas sanitarias por robo de medicamentos y 6 por falsificación. Sólo en 2 semanas se robaron vacunas antiinfluenza del IMSS y 38,000 cajas de fármacos especializados incluidos oncológicos del almacén de Novag Infancia, que extrañamente días después fueron tirados en la calle.

Es claro que la delincuencia organizada extiende sus tentáculos en el sector salud y se anima a hacer operativos más complejos. Los delincuentes parecen envalentonados y están pasando de robar camiones en carreteras a robar farmacias enteras en algunas ciudades y a robar almacenes vigilados.

Verdaderamente la Guardia Nacional se está tardando para entrar con todo a atacar a esta delincuencia. Ya es conocido cuáles son los grupos delictivos que han entrado al robo y falsificación de fármacos; particularmente el llamado Cartel Jalisco Nueva Generación, asociado con grupos locales de delincuentes. Los distribuidores los vienen denunciando desde hace más de un año pero el fenómeno no se detiene, por el contrario.

A mediados del 2019, la Asociación Nacional de Distribuidores y Laboratorios Genéricos (Dilameg) -presidida por Víctor Soto-, se acercó a Presidencia y otras autoridades federales reportando la grave crisis a que estaban llegando sus asociados por el robo y distribución ilegal de medicamentos. En particular, en la región donde converge el estado de Michoacán, Puebla y estado de México, el asalto a transportistas (controlado por la Familia Michoacana) crece desde hace años; y se ha agravado al grado de que hay ciudades completas donde la distribución de fármacos está a cargo de organizaciones criminales. En Ciudad Altamirano, por ejemplo, nos menciona el director general de Dilameg, Arturo Manríquez, la distribución de medicinas se la han apropiado los delincuentes. Empezaron amenazando a los 2 eslabones de la cadena: por un lado a los distribuidores les robaban el camión y les quitaban las medicinas, y por otro, a los dueños de farmacias o dispensarios, les obligaban a vender los medicamentos robados. Ahora el crimen organizado tiene dominada esa zona.

Desde inicios de 2020, los socios de Dilameg que cubren Tijuana, Ensenada, Mexicali y Los Cabos, viven una crisis fuerte. Sus clientes farmacéuticos viven amenazados pagando derecho de piso, o a otros les llegan a vaciar farmacias completas (la sospecha es que esos medicamentos se vendan en el lado estadunidense). En Ensenada un farmacéutico no quiso pagar la cuota y le quemaron su negocio. Los farmacéuticos han intentado organizarse en esa zona norte del país pero están coptados por grupos delictivos; los distribuidores reciben continuos avisos de cierre de farmacias que quieren regresarles producto.

La situación es muy delicada y -dada la absoluta impunidad y la existencia de santuarios donde se venden fármacos ilegales sin mayor problema-, esta delincuencia se empieza a extender hacia otras regiones; ello se evidenció con el robo del almacén del laboratorio Novag Infancia en Iztapalapa y el robo de vacunas en el IMSS.

Toda delincuencia es peligrosa y tiene un elevado costo económico por la afectación a las empresas productoras y distribuidoras, pero en este caso el daño es mucho mayor pues se trata de medicamentos. Implica un severo riesgo para la salud. Los fármacos robados o falsificados terminan llegando al mexicano más desprotegido, al paciente sin seguridad social. Si son robados, no hay control de su traslado y almacenamiento, pero si son falsificados es peor y el paciente en vez de mejorar puede perder la vida.

El tema lo tienen claro no sólo en Secretaría de Salud, sino también en Gobernación y en Presidencia, Alfonso Romo conoce bien la situación de la industria. En la última reunión de profesionales en regulación sanitaria urgieron a elevar sanciones y abrir una división especial en la Guardia Nacional. El año pasado el senador Ricardo Monreal ingresó una iniciativa para reforzar las penas por estos delitos y en junio pasado el senador Armando Guadiana para reforzar el combate a las redes de huachicol de medicamentos, pero de ahí no han pasado y hasta ahora no se ha tomado en serio este grave problema.

Romo en la Convención de Canifarma

Y hablando del jefe de la oficina de Presidencia, Alfonso Romo, no hay duda que ya se liberó, se puso la camiseta de promotor de la inversión y empezó a hablar sin tapujos. En su mensaje en la Convención de Canifarma mostró la claridad con la que ve las cosas. Reconoció la posición estratégica de la industria de la salud y dijo que el gobierno, así como señala los errores del sector, también debería presumir sus esfuerzos; igual habló del tipo de regulador que se requiere: una Cofepris ágil, productiva, que coopere con la industria y no le ponga trabas. “Necesitamos una Cofepris que sea el motor de la industria de México; no podemos aceptar una Cofepris que este sobreregulada y burocratizada.” Fueron las palabras de quien lleva la oficina de Presidencia. A ver si ese impulso le alcanza para de verdad empujar dentro del Gabinete y convertirlo en hechos.

maribel.coronel@eleconomista.mx

Comunicadora especializada en temas de salud pública e industria de la salud. Cursó la maestría en Administración en Sistemas de Salud en FCA de la UNAM. Forma parte de la iniciativa www.HospitalsinInfecciones.com. Fundadora en 2004 de www.Plenilunia.com, plataforma de contenidos sobre salud femenina.

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