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Consejos prácticos para enseñar habilidades blandas desde las universidades
Primero, se necesita una mayor conexión entre academia y empresas. Luego, a partir de lo que cada carrera y su mercado laboral requiera, definir un plan de estudio, además de detectar las áreas de oportunidad de cada alumno, recomiendan especialistas.
Una abogada sin capacidad de persuasión y un enfermero sin paciencia. Ambos, enfrentando un mercado laboral más exigente con el desarrollo de competencias para ser contratados, continuar en la empresa o ascender de posición.
El resultado es que, probablemente, ambos profesionistas tendrán dificultades para lograr algo de lo anterior si en la escuela no lo aprendieron y más adelante no se han preocupado por fomentarlo.
“Hay muy poca comunicación entre las universidades y mundo empresarial. El contenido académico que brindan se asume a ciegas, sin conexión con el mercado laboral real”, opina en entrevista Madián Morante, vocera de la consultoría en capital humano Everis.
Estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan que a 36% de las empresas en América Latina le está siendo complicado encontrar personal capacitado. Y no sólo en cuanto al conocimiento técnico, sino a las habilidades suaves o blandas.
Ciencia contra personalidad
Las llamadas habilidades duras —conocidas también como hard skills— son conocimientos basados en lo que dicta la ciencia o la técnica, explica Madián Morante. En contraste, las habilidades blandas —o también llamadas soft skills— tienen que ver con la conducta y la personalidad de cada persona. Son, por ejemplo, “las herramientas que tienes para relacionarte con la gente”.
No es una más importante que la otra, sino que ambas se tienen que fortalecer a la par, considera. “Nacemos con cierta tendencia y personalidad, que se forja en los primeros años, tenemos características que fluyen naturalmente y que no necesitan de un aprendizaje o refuerzo”, pero hay otras que definitivamente sí lo necesitarán.
No todas las habilidades blandas se podrán moldear, afirma Ramón Murguía, jefe de marketing de Aliat Universidades, una red de escuelas en 15 entidades del país. “Cambiar a una persona alegre para que se vuelva en alguien serio todo el tiempo es difícil”.
Tres pasos para comenzar
Madián Morante aconseja que lo primero que tienen que hacer los encargados de los planes de estudio es conocer qué tipo de empleados están requiriendo las empresas.
El siguiente paso será crear un plan de trabajo que combine lo que requiere el mercado laboral con las especificidades de cada carrera, apunta Rubén Murguía. Deberá ser un sistema con actividades académicas y extracurriculares.
En tercer lugar, es conveniente realizar un diagnóstico de cada alumno, para saber qué habilidades ya no es necesario trabajar y cuáles sí. En la red de universidades de Aliat les practican un examen a los alumnos de nuevo ingreso para hacerles saber en qué se deben enfocar para complementar sus estudios.
Las respuestas de ese examen son evaluadas con un sistema informático que los clasifica en alguno de los cientos de tipos de personalidades que ya tiene precargados. Murguía subraya la importancia de medir desde el inicio hasta el final el progreso del alumno. Si no se sabe de dónde partir, no se podrá avanzar y será difícil saber si hubo un logro.
En Aliat están enfocados en 16 competencias, porque son las que se necesitan para las carreras que ofrecen, explica. Entonces, si un alumno quiere estudiar Derecho y sale bajo en su capacidad de comunicación y persuasión, habrá que trabajar con él en esas aptitudes, además de los conocimientos que adquiera de la licenciatura per se.
Ejercicios de desarrollo de competencias
Una técnica que ponen en práctica en Everis, dice Madián Morante, es presentarle a universitarios un caso real de negocio que esté enfrentando una empresa. “Les ayudas a saber los desafíos que en verdad tienen las compañías, a tomar decisiones, manejar el tiempo porque tienen un plazo para terminarlo, además de actitud y ética para encontrar una solución sin dañar los derechos de nadie”.
En Aliat, si por ejemplo un alumno que quiere ser enfermero no tiene mucha paciencia, “le conseguimos empleo en las vacaciones en cadenas de comida rápida. Al lidiar con clientes todos los días, irá acercándose a esa habilidad”.
No todas las competencias son para todos, aclara. A diferencia de un aspirante a Enfermería, una emprendedora no requiere de tanta paciencia, al contrario, afirma Ramón Murguía. Las habilidades de perseverancia y de “hacer que las cosas sucedan tiene que tenerlas altas”.
Esta última habilidad tiene que ver con alta resiliencia, saber lo que quiere lograr, perseguirlo, “quienes la tienen son gente organizada, que no espera a que le lleguen las respuestas y encuentra soluciones a los problemas”.
Hacer que los alumnos organicen y participe en congresos, proporcionarles charlas sobre liderazgo e involucrarlos en competencias son algunos otros métodos de desarrollar habilidades blandas, indica Rubén Murguía. Para Madián Morante los deportes son otra gran manera de hacerlo, “porque ayudan a fomentar el trabajo en equipo, estrategia y felicidad”.